chapter one

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chapter one
the daugther of the sun

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Gruño fastidiada al sentir una molestia en mi rostro.

Un rayo de luz se hacía presente por a través de mi ventana y estaba interrumpiendo mi sueño haciendo que me ponga de mala gana.

Irónico que sea producto de alguien que gobierna el sol.

Abro los ojos lentamente tratando de acostumbrarme, pero al no lograrlo me giro hacia el otro extremo de la cama tapando mi cabeza con la manta. Dentro de esa pequeña oscuridad si era fácil abrir mis ojos.

Ahora si, a seguir descansando.

Me pude haber quedado en el placer de mi cama de no ser porque segundos después escuché el sonido de risas que se iban alejando poco a poco.

Carajo.

Ya era tarde.

Me levante de un salto observando el panorama rápidamente solo para confirmar lo que creía. Nadie estaba en mi cabaña, absolutamente todos se habían ido.

Genial.

Cogí la ropa que yacía colgada cerca de mi armario y agradecí el haberme bañado ayer por la noche. Algo me había dicho que lo hiciera. Me puse la camisa junto a los shorts que me había enviado mamá hace ya un par de semanas.

Era la única prenda del exterior que podía traer puesta aquí. Siempre tenía que usar esta camiseta naranja con el logo del campamento.

Después de lavarme los dientes junto a mi cara, salí corriendo hacia él comedor para llegar y por lo menos tomar un poco de café, siquiera un sorbo.

Trate de escabullirme pues si me pillaban iba a tener que hacer labores extras y no es como si fuera la persona más trabajadora del mundo.

Después de un par de minutos, solté un suspiro de alivio al notar que ya había llegado. La verdad es que este sitio era mágico y asombroso, sin contar a las personas, pero creo que en lo único que fallaron fue en hacer el comedor muy lejos de las cabañas.

¿Quién quiere caminar metros solo para comer? El punto es levantarse, comer y volver a dormir.

- ¡Clarisse!

Gire mi cabeza hacia la persona que menciono ese nombre y después a donde esta señalaba. Inmediatamente me agache escondiéndome entre los arbustos.

Parece que no había sido la única tardona.

La rulosa se acercaba a su mesa sin problema alguno a diferencia de mí. Observé el panorama tratando de encontrar un lugar, pero era imposible, todo estaba repleto.

¿Qué hago?

Estaba deseosa de probar un poco de café, pero si no tenía un sitio al que ir, iba a quedar patética. Nadie me iba a recibir en su mesa.

Estúpido sueño, estúpida noche, estúpida cama, estúpidos todos.

Clarisse ahora estaba conversando con su grupo mientras hacía una maniobra con el tenedor. Desvíe mi mirada a la izquierda y esta vez observe a Luke quien conversaba con sus amigos sobre lo que parecía ser un libro.

A quien se supone le debo pedir ayuda.

De pronto, mi vista se topó con los de una niña y solté, por segunda vez en el día, un suspiro de alivio. Annabeth me observaba frunciendo el ceño mientras articulaba un "ven".

the great war - percy jacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora