Agnes Khel.
La brisa gélida del amanecer golpeaba mi cuerpo, mis labios castañeaba, mientras veía que un criado cargaba un pequeño baúl con alguna de mis cosas. Sorbo de mi cálido té y suelto un suspiro por el buen sabor que este presenta. Sin notarlo puedo ver como alguien pone una túnica sobre mis hombros y giro mi cabeza para ver aquel hombre que tan bien conocía, vestía ropas oscuras y su mirada estaba fija en mi, una arruga se surca en la comisura de su boca disimulando una sonrisa, sabía que a él no le gustaba ser tan expresivo ni tampoco era de andar riendo todo el tiempo.
—Rowan —dejo las formalidades a un lado, fue algo que me pidió anoche antes de despedirnos.
—Agnes —la forma en como dice mi nombre es tan cautivante, no me quiero imaginar si alguna vez lo escucho cantar.
—Pensé que no vendrías.
—Yo también lo pensé, pero quiero ir contigo a ese viaje.
No le avise a nadie de mi viaje con el rey, solo deje una pequeña carta a Edith que estoy segura leerá cuando despierte, y tampoco quiero saber lo que pensara Wade al saber que preferí ir con Rowan que con él. El rey me ayuda a subirme al carruaje y al mirar por la ventana del vehículo puedo ver que el sol esta alumbrando todo a su paso, Rowan se acomoda junto a mi y mi corazón se acelera cuando la rodilla del monarca roza la mía y evito no mirarlo para no caer en vergüenza, me acomodo en mi asiento y observo los paisajes del reino de Mirrón frente a mi y sin poder evitarlo mis ojos se están cerrando por la falta de descanso.
Siento una pequeña caricia en mi mejilla y abro lentamente los ojos, el carruaje se a detenido y el calor hace presencia, pero el bochorno me rodea cuando me doy cuenta que mi cabeza esta apoyada en el hombro de Rowan.
—Ya llegamos, llevas horas durmiendo, quería despertarte —nuestras miradas están fijas y no puedo evitar desviar la mirada, no, no me ahogare.
Salgo rápidamente del carruaje y me quedo extrañada porque estamos en medio de la nada, solo hay arena por doquier y a lo lejos pudo ver montañas rocosas. Según los maestros en casa me dijeron que Cayo se encontraba a una distancia de varios días del reino de Mirrón.
El sol es insoportable y observo que Rowan viene con dos criados que llevan nuestros baúles.
—No tenemos tiempo para realizar todo el viaje reglamentario, así que tomaremos un atajo secreto.
El toma mi mano y me guía por unas piedras enormes, entre ellas puedo ver un espacio grande, pero por mas que lo veo solo veo el mismo panorama de arena al lado de ellas.
—Los padres de mi madre son del Cayo, por ende este acceso es de ella.
—¿La reina madre es una princesa de Cayo? —pregunto con asombro.
—No una princesa, pero si hija de una de las familias más poderosas del reino.
—¿A dónde iremos entonces, con tú familia o con los reyes de Cayo?
Su sonrisa, su bendita sonrisa, no hagas que caiga en pecado Dionisa.
—Iremos al castillo de los reyes de Cayo, ¿por qué me interesaría ir con personas que casi no conozco como lo es la familia de la reina madre Freya?, vamos a Cayo porque estamos en una posible guerra y ellos quieren cosas de Mirrón, por tales motivos yo también quiero cosas a cambio.
Sus estrategias son claras, quiere el máximo provecho de todo, él piensa como un rey, sus actos lo demuestran y busca la mayor alianza y alcances posible. Él hace un ademan con su cabeza a los criados y ellos comienzan a caminar hasta las dos piedras que se encuentran frente a nosotros, y como si se tratara de una puerta ellos al pasar ya no se ven, miro a Rowan asombrada.
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Singora (Terminada)
FantasyUn secreto ancestral, que pondrá en duda la estabilidad. Reyes enfrentándose por mantener la corona real. Un amor impuro que reinara y destruirá si no piensan con claridad. Desapariciones tendrá atormentado al reino de Mirrón. Una descendiente que...