Capítulo 8

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Los ojos me pesan pero es como si algo me obligara a abrirlos, asi que poco a poco comienzo a ver a mi alrededor, todo esta oscuro por lo que imagino que no puedo haber dormido demasiado tiempo.

- Ania, mírame - lo escucho llamarme mientras trato de enfocar la vista en el

- Me siento...mal - las palabras salen con una dificultad que no esperaba

- Lo sé, con esto te sentirás mejor, abre la boca y no protestes - menciona con firmeza

Hago lo que me pide y apenas puedo ver cuando toma una daga y comienza a cortar su mano, inmediatamente la sangre comienza a brotar de esta y la acerca a mi boca para dejar caer la sangre dentro; me alejo asustada negándome a tomar su sangre.

Al ver mis intenciones suelta la daga y con esa mano me presiona las mejillas y labios para que no los cierre dejando caer la sangre caliente por mi garganta.

- Garbitu odola, bere egoera natural hutsera itzuliz - recita mientras trago con dificultad la sangre, tiene un sabor pesado, casi como si estuviera tomando algo quemado

Limpia la sangre, que vuelva a su estado natural puro

Tan pronto como bebo la sangre mis ojos se vuelven a sentir pesados hasta que vuelvo a quedarme inconsciente.

Despierto por momentos muy cortos cuando tengo frio o cuando la sed es demasiada, apenas estoy consciente un par de minutos en los que el dios me da agua y me tapa con otra manta. Cada que despierto el dios ha estado sentado en la esquina de la cama, eso me calma un poco, si he de morir al menos no lo hare sola.

No tengo idea de cuanto tiempo ha pasado cuando abro los ojos, pero me sorprende ver que todo esta mas visible, hay una ventana a lado de la cama y puedo ver unos ligeros rayos de sol entrar por esta, ha sido la peor noche de la vida.

Trato de ponerme de pie y noto en seguida un tirón en el brazo derecho, tengo un pedazo de tela a modo de venda y parece que la herida a comenzado a cicatrizar, pero no deja de doler del todo. Con cuidado me siento en la orilla de la cama hasta que me siento lista para ponerme de pie, entonces recuerdo que no tengo zapatos.

Maldigo por dentro cuando pongo los pies en la madera llena de polvo y fría, sintiendo una picazón por los mini cortes que debo tener en la planta de los pies, aun asi camino despacio por la cabaña notando que apenas hay muebles y solo eso, parece que está abandonada.

Al salir tengo el impulso de suspirar de placer al sentir el calor del sol en mi piel, la ropa ya no está mojada pero la sensación de que me estoy congelando aun estaba ahí, me quedo unos segundos quieta hasta que caigo en cuenta que no he visto al dios, ¿será que me ha dejado aquí abandonada?

Antes de que pueda seguir el hilo de pensamientos lo veo aparecer de entre los árboles, con la misma ropa que tenía antes, pero con la peculiaridad de que trae algo en la mano, apenas lo reconozco me tenso.

Fue a cazar algún tipo de ave

El no tarda en darse cuenta donde estoy y se acerca más rápido de lo que pensé, dejando el cuerpo del ave que no quiero mirar en el suelo.

- ¿Qué haces de pie?

- He despertado hace unos minutos - menciono sin que sea una respuesta a su pregunta

- ¿Por qué has decidido levantarte? - cuestiona de nuevo

- Porque tenía frio y aquí hay sol - respondo algo incomoda tanto por el interrogatorio como por el hecho de estar hablando con alguien a quien no se le puede ver el rostro

- No deberías estar levantada

- Pero ya me siento mejor - no era del todo verdad, tampoco del todo mentira

El dios de la muerteWhere stories live. Discover now