Capítulo 2 Trato

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Ha pasado todo un largo y tortuoso mes para Ana después de la partida de Walther.

Ahora camina con prisa por el pasillo con un mundo de libros en sus brazos y sin querer se tropieza con un joven que sale corriendo de la dirección y se estrella con ella enviándola al suelo y todos sus libros vuelan.

Los ojos cafés centelleaban de furia al ver al responsable de su caída.

—Hola, disculpa —dijo el joven de cabellos rubio y ojos azules— soy nuevo y voy súper atrasado para mi primera clase. Creo que he empezado mis días en este lugar con mis pies izquierdos.

La chica me miró con mala cara.

—Y aparte de nuevo, eres torpe — dijo ella de mal humor mientras recogía los libros del suelo y él trataba de ayudarla con aquella tarea, pero ella le arrebató los libros con violencia— gracias por nada.

Se fue dejando al joven con los ojos abiertos y una sonrisa en el rostro.

—Vaya, al parecer aquí hay muchas fieras y bonitas— dijo y tomó su mochila y se la colgó al hombro y salió a buscar el lugar a donde debía estar.

Anita llegó a su salón y minutos después sonó el timbre de la campana anunciando el inicio de las clases.

Lenny al ver a su amiga agitada solo sonrió sin importarle que la profesora estaba delante de ellas solo le pregunto.

—Hola, ¿Qué vas a hacer con todos esos libros? — preguntó su mejor amiga en voz muy baja.

Anita solo suspiró y sonrió con altivez.

—Voy a estudiar y voy a salir adelante en lo que siempre he soñado. Quiero ser diseñadora de vestidos de novia —dijo ella convencida de sus sueños.

—¡Me parece genial!— la animó la amiga—. Ya supiste quien va a estudiar en...— Lenny se calló al escuchar a su profesora que les llamaba la atención.

—Señoritas ¿será que puedo continuar con la clase? — dijo la maestra al ver que las dos jóvenes cuchicheaban en voz baja.

—Lo siento, profe — dijo Anita con una sonrisa.

La clase comenzó y de pronto fue interrumpida con la llegada de un joven rubio de ojos azules y Anita levantó la cabeza y los fulminó con la mirada. Era el mismo chico tonto que le había tropezado en el corredor.

—Chicos – la profesora les llamó la atención con una sonrisa en su rostro— les presento a Leonel Guerrero— digo con cierto orgullo en su voz — él es el hijo de la gran diseñadora de moda de la marca Guerrero. Espero que se lleven bien con él. Solo va a estar unos días. Su madre está buscando discípulas para su escuela de moda.

Los ojos de la profesora se dirigieron a Anita y le sonrió.

Anita al escuchar aquella frase de inmediato sus ojos brillaron y su corazón comenzó una carrera imparable de la emoción y al ver la sonrisa de su profesora supo que ella la tenía en cuenta para el programa vacacional y final de año. Y de inmediato se arrepintió de haber sido tan grosera como el joven. Sin embargo, ella tenía su forma de ser y no se iba a echar atrás por su proceder.

Bajó la cabeza y siguió leyendo en su libro.

—Señorita Dussan, usted será la encargada de darle la pertinente información al joven Guerrero para que se sienta cómodo con nosotros.

—Pero... profe — protestó— yo estoy muy ocupada con...— la mujer mayor levantó la mano al aire para que ella se callara.

—Ya está dicho, señorita— dijo la mujer— por favor, Leonel, siéntate en la silla que está al lado de Anita.

El joven solo se dirigió a la silla vacía y la ocupó y sonriendo le dijo en voz baja.

—Querida Anita, al parecer nos vamos a llevar muy bien— y se dedicó a buscar los libros y por eso no vio la mirada asesina de la joven.

Las clases terminaron y Anita se dispuso a salir y llevaba entre sus brazos aquel mundo del libro, pero no encontraba uno que realmente necesitaba y le interesaba.

—¿En dónde quedó? — se preguntó la joven desesperada mientras esperaba el transporte que le iba a llevar a su casa — era el más importante.

Estaba tan frustrada con la búsqueda de aquel libro que no se percató de que había llegado un auto frente a ella.

—Querida, Anita — dijo la voz coqueta del joven rubio de ojos azules — de casualidad ¿estás buscando esto?

El sol estaba caliente y le pegó en los ojos cuando la chica levantó la mirada. Vio la mano del chico que balanceaba el libro que ella tanto buscaba.

—¿Qué haces tú con ese libro?— preguntó enfadada — ¡Es mío, yo lo saqué de la biblioteca!

La joven se mostraba enfadada con aquel rubio que solamente soltó una carcajada.

—Al parecer tú y yo nos vamos a llevar muy bien — dijo él mientras movía el libro en el aire— pero si quieres este libro tendrás que ser mi amiga.

La joven molesta frunció el ceño y lo fulminaba con la mirada.

—Dame el libro y seremos amigos — dijo la joven pues necesitaba leerlo.

Él sonrió al sentirse ganador.

—¿Quieres conocer al escritor de este libro?— preguntó él con cierta burlita en sus labios.

Para Ana eso sería sensacional conocer al escritor de ese libro sería como conocer al mismo dios de la costura.

—No seas fanfarrón— le reprocho tomando el libro que él le entregaba — tú no puedes conocer el autor de Hilos de oro — dijo la joven emocionada.

—Claro que sí lo conozco — dijo él y abrió la puerta para que ella subiera al auto— mamá conoce a muchos en este mundo de la costura. Vamos, sube y te llevo a casa y te cuento quién es Abraham Jacob.

Ana quedó emocionada por aquella conversación. Abraham Jacob era el hombre más famoso en lo que tenía que ver con toda clase de hilos, fibras, telas. Ese hombre sabía de todo. Por eso lo llamaban el hombre del hilo de oro. Y llena de curiosidad y emoción subió al auto. Y ambos jóvenes comenzaron a hablar de la escuela mientras él conducía.

—¡Me están diciendo que me vas a cobrar por presentarme a Abraham Jacob! – Chilló la joven casi riendo al oír la propuesta de su nuevo amigo.

—¡No lo digas así! — dijo Leonel riendo con ella— me hace sentir mal.

Ella solo miró por la ventana de aquel lujoso auto.

— Si yo te ayudo con tus tareas – comenzó la joven perpleja ante aquella propuesta— tú me ayudas a mi...

—Necesito tener buenas notas para poder pasar a la universidad – la interrumpió el joven de manera seria — mamá me presiona mucho y debido a la influencia que tiene, mis estadías en las escuelas es bastante incómoda. Al parecer en este lugar la única que sabe quién es Edna Guerrero eres tú y eso porque tu propia profesora fue la que nos dijo que te dieran la oportunidad de una beca.

Anita quedó perpleja al escuchar aquella confesión.

—¿Tu mamá me va a ayudar con una beca?— dijo emocionada.

—No. Yo soy quien te va a ayudar con la beca a cambio de que tú me ayudes a terminar este año académico. Solo faltan solo unos pocos meses.

La joven sintió una emoción muy grande. Era la oportunidad de ser alguien en la vida estudiar con una beca para que sus padres no tuvieran más penurias económicas.

—¿Entonces tenemos un trato? – preguntó Anita emocionada.

El joven de ojos azules la miró y sonrió.

—Sí, tenemos un trato— y ambos jóvenes estrecharon sus manos sellando una nueva amistad y trabajo juntos.

Tu  felicidad es mi regalo de NavidadWhere stories live. Discover now