Capítulo 12

13 5 4
                                    

    Los días pasan, mas la tristeza por la falta de la compañía amiga impiden a Mina desligarse del todo. Por ello decide hacer un último intento con la llegada del verano donde la ventana, tras meses de ella no aparecer por el patio vecino, ahora está abierta.

    Así que baja por el naranjo al horario de la siesta y sube al marco de la ventana, el sol es demasiado fuerte fuera, por ello agradece el fresco que la recibe en el interior de la casa.

    La jaula con Ioannes está sobre el escritorio que se encuentra bajando por la ventana, sus amarillos ojos brillan maravillados.

    Con un hábil movimiento, destraba la puerta de la jaula y enganchando sus uñas, tira hacia atrás para abrirla por completo. Mina le da espacio, Ioannes no sale.

    Mina mete medio cuerpo en la jaula y luego sale para mostrarle que ya está abierta. Ioannes no se despega del lado opuesto al espacio sin barrotes.

    Mina se sienta fuera y por fin entiende que la jaula que encarcela a Ioannes no es visible, no es algo que ella pueda abrir. Es algo que se ha impreso como una marca de fuego en sus alas que han olvidado que existen para volar, en sus ojos que brillan pero con el deseo de lo que considera inalcanzable y un corazón que se acostumbró a los barrotes invisibles.

    Mina se entristece profundamente al comprender que esa jaula y ventana no eran para impedirle salir al búho, sino para impedirle entrar a ella.

    La gata vuelve a su patio tras contemplar largamente al búho, quizás con la esperanza de un cambio, mas la quietud y silencio del mismo, con esa mirada lastimera que le lanzaba de a momentos le permitieron saber que eso era todo lo que ella podía hacer.

    No hizo falta despedida, fue nuevamente un entendimiento tácito, quizás por ello el búho ululó un tanto más fuerte cuando ella se alejaba, pero aún así no le miró, la decisión había sido tomada.

Cálido como el solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora