Capítulo 6

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I'll stare directly at the sun but never in the mirror

It must be exhausting always rooting for the anti-hero

Anti-Hero, Taylor Swift.


—Bueno —dijo Jessica mirando a su hermana desde el otro lado de la mesa—: la niña ya se fue a dormir. ¿Me vas a decir qué te tiene así de feliz?

Belinda levantó la mirada de su pizza y no pudo evitar soltar una risotada al ver la expresión seria de su hermana Jessica, que con su cabello color zanahoria y su rostro pecoso la miraba de brazos cruzados.

—La niña sigue despierta —dijo Belinda solo para hacer enojar a su hermana.

—No soy una niña —respondió Jessica—. Dime, ¿qué te pasa?

—No me pasa nada.

—No limpiaste el departamento —dijo su hermana mirando alrededor—, lo cual no me importa, solo lo estoy señalando. No lavaste la ropa, sacaste el vestido rojo que tenía escondido en mi closet...

—¿Por qué tenías mi vestido rojo?

—Planeaba usarlo —se defendió Jessica.

—Eres muy jovencita para ese vestido —le discutió Belinda—. Te conseguiré uno más lindo.

—Eso no responde mi pregunta.

—No pasó nada —mintió la mayor de las chicas.

—Belinda Elizabeth Smith.

—¡No uses mi nombre completo!

—¿Qué hiciste?

—¡Conocí a un tipo! —exclamó Belinda finalmente.

—¿Qué?

—Conocí a un tipo —repitió ella—. En realidad, ya lo conocía. Era un chico que iba a pasar los veranos al Gran Splendor. ¿Recuerdas cuando iba con la abuela?

—¿El que tenía una hermanita que no sabía nadar? —preguntó Jessica—. Decías que era guapísimo y tenía un acento muy sofisticado.

—¡Sí! ¿Cómo lo recuerdas? Eras pequeña.

Jessica sonrió.

—Te escuché contarle a tu amiga, la sonsa. ¿Cómo se llamaba? La que no me caía bien.

—Nunca le conté a nadie sobre Alistear.

—Está bien, lo leí en tu diario —admitió la chica—. El que llevabas en ese entonces.

—¡RATA, SABÍA QUE LEÍAS MI DIARIO!

—En fin —la cortó Jessica—. ¿Qué pasó?

—Nada, solo nos vimos.

Jessica la miró con expresión escrutadora y dijo:

—Te acostaste con él.

—¡Vete a tu cama! —exclamó Belinda.

—¡No puede ser, te acostaste con él! —Jessica se cubrió la boca con las manos—. ¡Te acostaste con tu amor de la adolescencia! Eres... ¡Eres mi idola!

—Vete a tu cama —la mayor de las hermanas no pudo evitar sonreír.

De hecho, no podía evitar sonreír desde que había salido del departamento de Stear. Parecía que tenía las mejillas entumecidas. Raquel, con quien había almorzado antes de ir a recoger a sus hermanas, le había dicho que tenía el cabello y la piel más radiantes. Que debía pasarle el nombre de su consultante de belleza. Esto hizo que Belinda se sonrojara aún más.

Un lugar en Cornelia St.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora