Única parte

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La mañana ha sido bastante tranquila, sin demasiados clientes o demasiado que hacer una vez tuvo los productos recién horneados expuestos en la vitrina y su pequeña cafetería limpia.

Es el tintineo de aquella pequeña campana que avisa que alguien ha entrado, lo que le hace levantar la vista de su libro con una sonrisa formándose en su rostro.

-Pero si es mi cliente favorito.- Incluso si no lo estuviera viendo, el alfa podía sentir la sonrisa en el tono de voz del omega, cosa que de forma inconsciente logró plasmar una en su rostro, más pequeña, pero allí estaba.

Desde que tiene conciencia, Harry ha ido a su cafetería, cada día sin falta, antes, cuando trabajaba con sus abuelos, la orden siempre la misma: dos cup cakes de oreo para él, dos de limón para su abuelo y dos de chocolate, uno para cada uno. Sin embargo, hace unos cuantos años, luego de que ambos presentaran, la orden cambió a dos de cerezas para él, lo cuestionó pero el alfa siempre le restaba importancia.

-Hola, Lou.- Llegando junto a él, Harry finalmente levanta su mirada, permitiendo al ojiazul ver su demacrado rostro, con sus ojos revelando la tristeza que sentía en su pecho.

El mencionado frunció su ceño con curiosidad, sabe que la situación del alfa no es la mejor en este momento, su abuelo enfermó hace unos pocos meses y según lo que le cuentan sus abuelos, su estado no es muy alentador. Aun así, Harry nunca se dejaba mostrar afectado frente a nadie, siempre buscando alguna broma o alguna forma de no demostrar cuanto le duele, así que si se ve así, las cosas realmente pintan mal.

-¿Hay algo en lo que pueda ayudarte, Hazza?- Habla con suavidad, no se refería a qué llevaría, lo sabía y tenía lista la cajita color azul pastel lista con los pastelitos.

-Lo de siempre, por favor.

-Hey, Hazz.- En lugar de recibir el dinero que el alfa le extendía, toma la mano de este, dando un suave apretón a la misma, quería hacerle saber que estaba allí, no podía saberlo, pero estaba seguro que el alfa necesitaba a alguien y su omega le exigía que estuviera allí para él; no podía estar más de acuerdo. -Sabes que no hablo de eso, habla conmigo, estoy aquí.

Louis dio un vistazo al lugar, todavía demasiado temprano como para tener clientes. Salió detrás del mostrador y, aun tomando la mano del alfa, los guio a ambos a una de las mesas más cercanas, permitiéndose sentar después del mayor que solo lo seguía sin mayores objeciones.

-Nada está bien, Lou, nada se siente bien.- Suspirando tembloroso, Harry aferró su agarre un poco más en el omega, luchando contra sus ganas de llorar, era un alfa, era fuerte, no debía mostrarse débil frente a un omega, menos si ese omega era Louis.

El omega escuchaba, permitió que Harry se recostara en su hombro y comenzó a dejar suaves caricias sobre su cabello al tiempo que soltaba un poco de sus feromonas para tranquilizar al alfa.

-Él no está bien, no importa cuanta importancia le reste al asunto, cada día solo se ve peor, más demacrado, menos él. No estoy listo para dejarlo ir, no puedo, no soy lo suficientemente fuerte para vivir una vida sin él.

-Cariño, no puedo decirte que no duele porque es una mentira, pero sé que lo harás, eres el alfa más fuerte y valiente que conozco, solo, es un paso a la vez, recuerda que cada día el sol se oculta y vuelve a salir, cada día trae su afán e incluso si todo va mal, solo resiste, estoy contigo, podemos hacerlo juntos.

Harry sorbe por su nariz, apegándose un poco más al omega, sintiéndose reconfortado y a la vez evitando que lo viera llorar.

-Nos conocemos de toda la vida, Hazz, no pienses por un solo segundo que estás solo, porque yo no me iré a ningún lado y no me permitiré dejarte caer jamás.- Subiendo un poco su mano, el omega limpia con su pulgar las lágrimas del alfa, dejando después un suave apretón a la mejilla de este. Permanecieron allí un rato en silencio luego del bajo agradecimiento del ojiverde.

El chico de los pastelitosWhere stories live. Discover now