● 47: Permisos ●

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Después de una larga discusión, gracias a la intervención de Lisandro, los seis amigos se quedaron charlando hasta las dos de la mañana sobre las posibles vacaciones que podrían hacer. El ambiente se había relajado, y cada uno empezó a ilusionarse con la idea de escapar de la rutina y disfrutar del verano como corresponde.

Rodrigo pensó que tal vez, si seguía al pie de la letra las indicaciones del médico, podría ir sin problemas. No le importaba no poder tocar el mar, con tal de estar con sus ellos y divertirse. Julián, por su parte, confiaba en su as bajo la manga: su madre. Ella siempre lo consentía y lo apoyaba en todo, así que seguro que lo dejaría ir si se lo pedía con cariño.

Tenían muchos días aún para planear algo, algo que les viniera bien a los seis, y que no fuera muy caro. Obviamente, el destino principal al que aspiraban era Mar Del Plata, la ciudad balnearia más famosa y concurrida de la costa argentina. No estaba muy lejos, serían entre cuatro o cinco horas de viaje en auto y en micro, en donde se tendrían que repartir. Pero también podían considerar otras opciones, más tranquilas o más económicas.

—¿Y a Mar de las Pompas? —preguntó Enzo.

—De las Pampas, pelotudo —lo corrigió Lisandro.

—¿Cómo se llamaba ese lugar al que fuiste el verano pasado, Lean? —le preguntó Rodrigo a Leandro, recordando que había viajado con su familia.

—Punta del Este, pero es en Uruguay eso —respondió Leandro, sin darle mucha importancia.

Acto seguido, todos se burlaron de él, tachándolo de "cheto". Leandro se encogió de hombros, acostumbrado a ese tipo de bromas.

—Eh, yo también fui ahí —agregó Julián, ofendido. Viniendo de otra familia acomodada, también había viajado varias veces al exterior.

Pero en realidad, no era tanto el lugar lo que importaba, sino el hospedaje. Siendo seis pibes de alrededor de 18 años, el dinero no era algo que abundara mucho. La mayoría dependía de lo que les dieran sus padres, y otros dependían de sus trabajos ocasionales o de medio tiempo y de sus ahorros, pero nada que les permitiera costearse unas vacaciones por su cuenta. Por eso, necesitaban encontrar un lugar barato, o mejor aún, gratis, donde quedarse.

—¿Dónde tiene la cabaña tu viejo, Lean? —preguntó Lisandro, con una sonrisa maliciosa.

—Tiene una en Monte Hermoso y la otra en... —Leandro se detuvo al notar la mirada cómplice de sus amigos. Sabía lo que le estaban proponiendo. —No, ni a gancho —dijo, negando con la cabeza.

—Pero si no te dijimos nada —se hizo el inocente Enzo.

—Sí, háganse los boludos. No va a querer —insistió Leandro, refiriéndose a su padre.

—Pero con preguntarle no perdés nada —comentó Julián, tratando de convencerlo.

Leandro sabía que pedirle algo así a su padre no iba a ser fácil. Siendo el mismísimo intendente de la ciudad, estaba muy ocupado con su trabajo y su campaña política de a cara a las elecciones de ese año. No tenía tiempo para nadie, ni siquiera para su propio hijo. 

Como todo "buen" político, había aprovechado la época menemista para comprar departamentos en la costa, y luego los había alquilado a precios exorbitantes durante la crisis del 2001. Leandro sentía mucha culpa por esto, sobre todo después de conocer a Lisandro y a Enzo. Ellos le habían contado que la habían pasado muy mal durante esa época, que sus familias habían perdido sus ahorros y sus trabajos. Que habían tenido que salir a la calle a protestar, a cacerolear, a resistir. Que habían visto cómo la policía reprimía, cómo la gente era detenida, cómo el país se desangraba.

Verano del '06 | ( cutilicha )/( julienzo )/( rodrilean )Where stories live. Discover now