No sufrió

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—Pero si es la pequeña Rogers, qué sorpresa— el rubio miraba a la chica con un temple tan tranquilo que llegaba a ser algo sospechoso o incluso tétrico— Fue una total desgracia lo ocurrido, aunque un par de supersoldados no hará la diferencia en el mundo— Le dio un sorbo al trago que sostenía en su mano.

Frente a ella, a unos pocos metros, se encontraba su objetivo, el Barón, a quien parecía no importarle en absoluto todos los agentes muertos que había esparcido fuera de la habitación.

—Veo que eres la digna hija del soldado del invierno.— Comentó mientras se levantaba de su lugar.

La tranquilidad con la cual se encontraba hablando el alfa le enfermaba a la chica, pero se recordó a sí misma que pronto acabaría. Su mano se aferró más al arma mientras observaba al rubio avanzaba en su dirección.

El sonido de pistola hizo que Zemo fijará su vista directamente en los ojos de la chica— ¿En serio crees ser capaz de— un disparo impacto en su rodilla y el dolor se expandió por su cuerpo antes de que terminara de hablar.

Seguido del sonido de su disparo, se escuchó el vaso de cristal quebrándose en el piso. Mismo en dónde terminó el Barón.

—Lo que más odio es la arrogancia— dijo mientras se acercaba a paso lento a su “presa”.

Helmut aún después del disparo seguía con cierta calma. No era tonto, por supuesto que hace tiempo sabía que era vigilado, aunque creyó que era alguno de los vengadores buscando llevarlo ante Shield. Pero tras un tiempo notó lo raro que era, pues no iban directamente a atraparlo, eso despertó su curiosidad y quiso ver a donde llevaba el asunto.

—Si ese es el caso, debes odiar a los vengadores. La arrogancia parece ser una característica elemental entre ellos. Zemo debía admitir que en su brillante mente jamás cruzo la idea de que fuera a la cachorra Rogers quien se había infiltrado hoy, porque era eso, una pequeña cría que estaba lejos de ser un adulto.

—¿Vas a enviarme a la cárcel?— Pregunto mientras miraba la sangre manchando su pantalón— ¿Ahora llegarán los vengadores de verdad para encerrarme en la balsa?, ¿te mandaron de distracción?, porque déjame decirte que eso es bajo hasta para ellos.

—No tendrás tanta suerte— Sarah sabía lo inútil que sería, pues tarde o temprano el alfa se escaparía, convirtiendo esto en un juego eterno del gato y el ratón.

—¿Entonces?— Si lo hubiera querido muerto ya le abría disparado en un mejor lugar, uno letal.

—Te voy a hacer sufrir— respondió mentalmente para luego hablar— ¿Sabes lo desgarrador que es escuchar a un alfa llamar a su omega muerto mientras agoniza?, él lo llamó hasta caer inconsciente por el dolor.—Piso fuertemente la herida del castaño haciendo que se retorciera un poco en el piso— Obviamente no lo sabes, jamás has tenido familia. Y ahora yo tampoco.

Desde el suelo vio como los ojos azules sobre él se tornaban cada vez más obscuros —Quieres venganza— Concluyó el alfa— Mátame, haz lo que Steve Rogers no se atrevió a hacer. Don perfecto, jamás marcharía su escudo.

—No te atrevas a nombrarlo, ni él ni a mi otro padre, ellos eran respetables, así que saca sus nombres de tu sucia boca— Gruño.

—¿Por qué?, los dos son especiales para mí o lo eran, los recordaba siempre, sobre todo el soldado del invierno era una gran arma a pesar de ser omega, pero además de arma él fue mi juguete preferido.

“Ignóralo, solo quiere que lo mate rápido”, Se dijo a sí misma.

Apuntó nuevamente el arma, esta vez la bala atravesó la mano del alfa. Se sabía de memoria los puntos no letales, y cada uno tendría una bala, ya que con eso esperaba que sufriera una lenta y dolorosa muerte. Quería verlo retorcerse y rogar por su vida.

Hasta el último ZemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora