Capitulo 9

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Dylan Scott

—Buenas noches, quisiera una habitación para una persona—le habla a la mujer que se encuentras tras el mostrador, la cual ve algo en su computadora para luego hablarle a Grace.

—Lo siento señorita, pero en este momento no tenemos habitaciones disponibles.

—¿No tiene ninguna?, no me importa cual sea, solo quiero una para pasar la noche.—No ha terminado de hablar y ya la mujer está negando con la cabeza.

—Lo siento señorita, pero todas las habitaciones que estaban libres, fueron apartadas por un...Señor Harrison hace unos minutos.

Sonrió complacido.

Hago nota mental de agradecerle a Fran más tarde.

Resopla resignada, girándose a mi dirección nuevamente.

—Esta bien, aceptaré dormir en tu habitación esta noche, pero no dormiremos juntos, yo dormiré con Eloy en la cama y tu dormirás en el sillón.

¿Pero quien se ha creído para decirme donde dormir?

No digo nada y asiento, dirigiéndome al ascensor que va directamente a nuestra suite, con ella siguiéndome los pasos.

Entramos en la habitación y Grace pasa directo a la cama ha acostar a Eloy.

La sigo con la mirada mientras busca en su maleta ropa para dormir y cambiarlo lentamente sin despertarlo.

Al percatarse de mi mirada, siguiéndola por toda la habitación, se gira a verme con los brazos cruzados y el ceño fruncido, enfadada.

—¿Puedes dejar de verme, como si fuera la octava maravilla del mundo, e irte a afuera?.

Se ve linda cuando se enoja y me corre de mi habitación.

¡¿PERO QUE ESTOY PENSANDO?!.

Niego con la cabeza viéndola seriamente.

—No eres la octava maravilla del mundo, eres la segunda maravilla de mi mundo—me cruzo de brazos apoyado en la pared—además, la habitación también es mía, no me puedes correr.

Levanta sus cejas indignada y dispuesta a ganar esta guerra, pero no lo ara, soy el mejor guerrero enviado por dios.

—¿así? ¿Y quien es la primera maravilla de tu mundo Dylan?—extiende las manos a los lados, invitándome a contestar.

—Mi madre, obvio, sin ella no existiría—me encojo de hombros.

La mención de mi madre causa una emoción en ella que oculta bien, ante los ojos de los demás, pero no de los míos.

—Felicidades por ti, pero si no sales de esta habitación ahora mismo, salgo yo y no regreso nunca más, ¿te quedo claro?.

Carajo.

No puedo permitir que se valla, si lo hace se que cumplirá su palabra y no hay ser humano en el mundo que la haga desistir de ello.

Sabe que me jóde su terquedad y se aprovecha de ello.

Suspiro

No me queda otra opción que aceptar la derrota.

Lo siento dios, tu mejor guerrero perdió esta guerra.

Levanto las manos en son de paz.

—Me quedo claro, saldré a esperarte afuera para hablar.

Su cara no se relaja para nada.

—Me alegra que te allá quedado claro, pero parece que todavía no te queda claro que no quiero, ni tengo nada que hablar contigo.

Suelta fuertemente, intentando ocultar su enojo.

Cosa que no logra ni tantito.

—No seas terca por una vez en la vida Grace, hablemos civilizadamente.

Me paso la mano por el cabello, desordenándolo.

Frunce los labios indecisa, luego de unos minutos párese que ya se decidió.

—Ok, hablemos civilizadamente. Ahora largo.

Me empuja hasta la salida y me cierra la puerta en la cara.

Por el rabillo del ojo veo como Fran intenta aguantar la sonrisa si éxito, en la sala.

Me giro en su dirección apuntándolo con mi dedo.

—Ni se te ocurra reírte en mi cara.

Asiente ocultando su satisfacción.

Me siento en su enfrente, sirviendo una copa de whisky.

—¿Que sucedió adentro?—habla más tranquilo, bebiendo de su copa.

—Nada que te importe.

Hablo cabreado, estoy cabreado.

Nunca nadie me había cerrado la puerta en la cara.

Y eso me fastidia, más que lo vio Fran que es un maldito burlesco.

—Créeme Dylan, que todo lo que te pase me importa— tiene razón pero no se la doy.

—Pues esta no.

Le dirijo mi mejor cara seria, para que entienda que hablo en serio.

Y parece que lo entiende por que se dedica ha asentir y tomar otro trago de su copa de whisky.

Habré la boca para decir algo más, pero la puerta de la habitación siendo abierta lo interrumpe.

De ella sale una enojada Grace, con solo un pijama de pantalón y camisa manga larga, que tiene como estampado a chimuelo y se planta en frente de ambos enojada.

Ve a Fran y lo saluda amablemente y a mi me fulmina con la mirada.

-Buenas noches Señor Fran. ¿Que quieres Dylan?.

Me tomo un trago de whisky antes de levantarme del sillón y planteándome frete a ella.

Que levanta la miraba para poder verme al rostro.

—Quiero aclara las cosas sobre Melissa.

Inicio.

—No quiero saber nada que tengo que ver contigo y esa mujer juntos.

Me interrumpe.

—Déjame hablar carajo.

—adelante habla—me tiende la mano para que siga.

—Lo que tuve con Melissa acabo hace un mes.

—¿Entonces que hacia en tu oficina, en tu encima, tu con su labial en el cachete y ella casi besándote en un sillón?—las cejas de Fran se disparan para arriba de sorpresa, al escuchar lo que dice Grace.

—No es lo que piensas, te lo puedo aclarar todo.

—¡Entonces acláramelo Dylan, por que no estoy entendiendo nada de lo que esta pasando!, ¡Y no solo hablo de esa mujer, hablo de todo lo demás!.

Levanta la voz.

—¡Eso trato, es lo que he tratado toda la noche y no me has dejado hablar!.

La levanto igual, asustando a los demás guardias que se encuentran dentro de la casa.

—¡Porque no quería que lo discutiremos frente de Eloy!, ¡Te dije que no dejaría que lo lastimaras y si el escuchaba nuestra discusión lo ibas a hacer!.

Mis hombres ven con horror los gritos que me dedica Grace y intentan acercarse, pero son devueltos a sus lugares por Fran, que asiente de acuerdo con ella.

Cuando el muy cabron trabaja para mi.

—¡Esta bien!, ¡No pensé en Eloy en ese momento, solo estaba desesperado por explicarte lo que sucedía que se me olvido su existencia!.

Su mirada se torna dolida y enfadada con mis palabras.

—¡NO PUEDES HACER ESO DYLAN, NO PUEDES OLVIDAR LA EXISTENCIA DE TU HIJO POR MI, NI POR NADIE!—grita más alto.

Tiene razón y me odio por eso.

—¡LO SIENTO ¿OK?, TODAVÍA NO ME ACOSTUMBRO DEL TODO CON LO QUE ESTA PASANDO EN MI VIDA.

—PUES TIENES QUE—suspira bajando la mirada al piso—yo también estoy confundía con tus actitudes, no se que pasa contigo y esa mujer, tampoco el como es que sabes tanto de mi vida, y lo que digo Ximena, hace que me explote la cabeza—habla bajo sin levantar la mirada del piso.

Mierda.

No estoy preparado para decirle lo que sucede en mi vida, ni lo que soy.

No se lo he dicho a Marco por lo mismo, nadie más que mis hombres lo saben.

Veo como mis hombres se tensan de pies a cabeza con lo que sale de sus labios.

Fran se mantiene tranquilo, viendo todo sin intervenir y asegurándose que ningún hombre se acerque a nosotros por que soy capas de sacar mi arma y matarlo aquí mismo si se entromete.

—Escucha Grace, Melissa y yo nunca fuimos nada y...

—¿Te acostaste con ella?—levanta la mirada del piso, con lágrimas rodando por sus mejillas.

No se que contestar.

No se si decirle la verdad o mejor mentirle.

Pero no quiero mentirle.

Bajo la mirada al piso y susurro:

—si

No puedo ver su expresión, pero no dice nada por un momento.

—¿solo fue con ella o también te acostaste con otras?

Levanto la mirada sorprendido por su pregunta.

—Grace no..

—¿Estuviste con otras?—me quedo en silencio, viendo el café de sus ojos—¡Se un puto hombre y dime la verdad!—levanta la voz, pero no soy capas de decir ninguna palabra—Tu silencio lo dice todo.

Me da la espalda regresando a la habitación, pero parece recordar algo ya que se queda en medio de la puerta, sin voltear a verme.

—¿Cuantas?—fruncí el ceño sin saber de qué habla.

No se como interpreta mi silencio pero vuelve a hablar, girándose a verme.

—¿Con cuantas estuviste durante estos 5 años?

Dudo en contestar, pero al final lo hago apartando la mirada.

—No se.

Bufa.

—¿No sabes?.

Mi mirada conecta con la suya.

—Fueron muchas, que no recuerdo la cantidad, la mayoría pasaron cuando estaba borracho y me es imposible acordarme de ellas.

Asiente lentamente.

—Fui una tonta al esperar que llegaras, y me sacaras del infierno en el que estaba metida, mientras tu disfrutabas tu libertad, pasando por las camas de cada mujer que se te atravesaba en el camino—sus palabras duelen debo admitir. Me da la espalda nuevamente—No voy a estar contigo, sin embargo no te alegare de Eloy, eres su padre y no puedo quitarte ese derecho. Buenas noches.

Sin decir más entra en la habitación sin darme oportunidad para hablar.

Se que no tiene casi ir e intentar hablar con ella estado ambos enojados, terminaríamos discutiendo en la habitación y despertaríamos a Eloy, por lo que me giro en mis propios pies en dirección a la salida.

—Dylan..—Fran se me atraviesa en el camino, pero lo ignoro pasando a su lado.

—Preparen a los prisioneros de las jaulas, hoy habrá lucha.

Hablo y mis hombres asistes cumpliendo mi orden

—Quiero a tus hombres vigilando que no les pase nada a ellos—le ordenó a Fran que asiente largándose a ordenar lo que le dije.

Dejo a todos mis hombres atrás adentrándose en mi Lamborghini, en dirección a las jaulas que se encuentran al final de la ciudad.

20 minutos me toma llegar al lugar, 20 minutos de camino que pase escuchando ha QUEEN.

Aparco el coche entrando al lugar, que a simple vista parece una mansión abandonada, pero nadie se imagina lo que pasa dentro.

Hay carceleros siendo escoltados por mis hombres hasta la jaula mayor, donde se realizan las peleas y apuestas.

Pero esta pelea no tendrá apuestas ni espectadores más que mis hombres.

Esta pelea la realizo solo para bajar mi enojo, asesinando a las ratas.

Entro en la jaula mayor sin cambiarme la ropa, solamente me quito el saco, me arremango las mangas hasta el codo.

Hay como 30 hombres dentro esperando mi llegada, saben lo que pasará, pero igualmente se los aclaro.

—Solo uno de todos nosotros saldrá vivo, y el que lo haga y me venza será liberado.

Todos asienten.

Nunca nadie me ha vencido y si algún día sucede cumpliré mi palabra y lo dejare libre, porque nunca fallo mis promesas.

Uno de mis hombres, tira el balazo en el cielo, anunciando el inicio de la pelea.

El primer hombre se acerca dispuesto a todo, sin embargo soy más rápidos al esquivar el puñetazo que se dirigía a mi estómago, y le asesto yo uno en la mandíbula fuertemente.

Esquivo los demás golpes que se aproximan y se los regreso el doble de fuerte.

Estoy tan concentrado en acabar con todos, que no me percato del que me ataca por la espalda, me doy la vuelta recibiendo un puñetazo en la mandíbula que me hace sangran.

Se lo regreso igual de fuerte, arrinconándolo contra los barrotes, pero me da un rodillazo en el estómago que me deja sin aire.

Se sube encima mío golpeándome el rostro sin parar.

Con todas mis fuerzas me doy la vuelta, quedando ahora yo encima suyo, golpeándolo hasta que queda inconsciente.

Los demás se abalanzan sobre mi, pero los empujó apartándolos a todos.

Me voy contra el que tengo más cerca, ensartándole mi codo en las costillas obligando lo a doblarse, es entonces que aprovecho y le doy un codazo en la yugular, cayendo muerto a mis pies.

Pasan minutos dando y recibiendo golpes sin cesar, hasta que al final acabó con todos.

Quedo en el centro, viendo todos los cuerpos que están ahora inerte en el suelo.

Algunos aún respiran, y me encuentro dispuesto a acabar con sus vidas cuando unos de mis hombres se acerca con un celular en mano.

Normalmente no lo hacen, por lo que debe ser importante.

—Señor, es el hacker.

Asiento recibiendo el dispositivo.

—Habla—ordenó respirando pesadamente.

Me duelen las costillas por los golpes que recibí, tengo algunos moretones por el cuerpo, la boca y nariz me sangran.

—Se dio a conocer sobre la existencia del heredero de su clan, entre los hombres más importantes de la mafia, el camaleón se contacto conmigo, dice que los italianos no descansarán hasta verlo muerto a él y a su mujer, por lo que les hizo a su familia, quieren ver sangre, por eso iniciaron la caza por la cabeza del niño—habla tan rápido que por un momento no entiendo lo que dice.

Mierda.

Este día no podía ser peor.

—Investiga la localización de Andrés y sus hombres, y mándalas a mi celular, yo mismo me desharé de ellos y de todos.

—Estoy en eso Señor.

Sin decir más cuelgo la llamada saliendo de ese lugar.

No voy a permitir que toquen a mi mujer y hijo.

Primero muerto antes de que eso pase.

Puedo bombardear el maldito país si se me apetece.


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Un cambio (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora