Capítulo II

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Domingo 3, Marzo.
Miami, Florida.

Nikki Norwood.

La pastelería estaba sumergida en un frenesí de actividad. Iandra, Lia y yo nos sumergíamos en el mundo de la repostería, creando una obra maestra de dulces para el baby shower de Esme. La atmósfera estaba cargada de risas y el olor tentador de pasteles y cupcakes.

Con la mesa de dulces casi lista, decidimos trasladar todo hacia la ubicación del baby shower. Alex, siempre efervescente, cargaba con cajas de decoraciones mientras Lia cuidaba de los delicados pasteles. El sol brillaba en el cielo, y la promesa de una celebración encantadora se extendía ante nosotros.

Mientras nos dirigíamos al lugar del evento, mi teléfono vibró en mi bolsillo. Al ver el nombre de Ickel parpadeando en la pantalla, una extraña sensación se apoderó de mí. Dudé antes de contestar, pero la curiosidad me llevó a deslizar el dedo y acercar el teléfono a mi oído.

—¿Hola? —dije con cautela.

La voz de Ickel, con su tono cargado de familiaridad y desdén, llenó mi oído. Sus palabras hirientes resurgieron de su boca, y aunque traté de mantener la compostura, algo en su tono me preocupó. Una amenaza vaga, pero lo suficientemente inquietante como para generar un escalofrío por mi espina dorsal.

—Nena, deberías tener cuidado. No sabes lo que puedes perder si sigues con este juego. Las cosas no siempre salen bien para las chicas como tú.

La llamada se cortó abruptamente, dejándome con una sensación de inquietud. Iandra notó mi expresión preocupada y preguntó qué pasaba, pero decidí restarle importancia. Después de todo, ¿qué podría hacer Ickel?

Llegamos al lugar del baby shower, una hermosa casa con jardines cuidados y la risa de los invitados flotando en el aire. La atmósfera era festiva, y nos sumergimos en la tarea de montar la mesa de dulces en medio de la celebración.

Mientras organizábamos los últimos detalles, una pelota de béisbol vino volando desde el patio y se estrelló contra la mesa de dulces. Glaseado, confites y risas se dispersaron en el aire, creando una escena caótica y divertida.

—Lo siento, de verdad.— se excusó, pero su sonrisa dejaba claro que disfrutaba de la situación.
Miré hacia arriba, encontrándome con unos ojos profundos y una sonrisa tan deslumbrante que por un momento olvidé que estaba trabajando.

—Emmanuel —se presentó, extendiendo la mano con una mezcla de confianza y disculpa.

—Nikki —respondí, aceptando su mano mientras notaba el efecto magnético de su presencia.

Iandra, siempre rápida para las conexiones, se acercó con una expresión de admiración.

—¡Oh, mi Dios! Eres Emmanuel. ¿Puedo conseguir una foto contigo?

Emmanuel asintió con una sonrisa amable, y mientras posaban para la foto, la tensión inicial se disolvió en risas y complicidad.

Un hombre alto, llega a mi campo de visión, tiene características similares al coqueto que tengo en frente, Era evidente que compartía la altura y genética de su hermano, aunque su expresión fría daba la impresión de que podía ser más distante. Su mirada se posó en el desastre y, aunque no dijo nada, sus ojos revelaban un rastro de molestia.

Emmanuel se le acercó con una sonrisa nerviosa.

—Lo siento, Albert. No pensé que causaría tanto revuelo.

El hombre suspiró, pero la expresión dura se suavizó cuando sus ojos se encontraron con Esme. La complicidad y el cariño eran evidentes entre ellos, aunque su exterior serio pudiera sugerir lo contrario.
Esme, la futura madre, observaba con diversión la escena, aunque no parecía contenta por el desastre que había causado su cuñado.

Me acerqué a Esme con una sonrisa apenada.

—Lo siento mucho por el desastre. Déjame hacer algo para arreglarlo.

Ella asintió con indulgencia, y con la ayuda de Iandra y Alex, improvisamos una solución para presentar los dulces de una manera encantadora a pesar del contratiempo. La creatividad y la risa se convirtieron en la herramienta perfecta para transformar el desastre inicial en una anécdota memorable.

Albert, el hermano de Emmanuel, se mantenía en segundo plano, observando la escena con una mirada más seria y evaluativa. Mis disculpas murmuradas no llamaron su atención, pero algo en sus ojos reveló un atisbo de aprobación.

La tarde caía suavemente sobre el patio de la lujosa residencia donde se celebraba el baby shower de Esme. Después de haber solucionado el peculiar incidente con la pelota de béisbol y haber transformado el desastre en una obra maestra de creatividad y dulzura, mi equipo y yo nos preparábamos para partir.

Emmanuel, con una expresión juguetona en sus ojos, se acercó a mí mientras terminábamos de empacar nuestras cosas.

—Nikki, antes de que te vayas, ¿te gustaría tomar algo? Conozco un lugar no muy lejos que tiene los mejores postres de la ciudad. —Su sonrisa sugerente hacía que la oferta fuera tentadora.
Mis labios se curvaron en una sonrisa, y aunque mi orgullo intentaba mantener el control, no pude evitar sentir una corriente de emoción ante su invitación.

—Esa suena como una oferta que no puedo rechazar. Pero solo si puedes manejar la compañía de una pastelera que sabe cómo darles un giro delicioso a las cosas —respondí, desafiante.

Emmanuel rió, y asintió con entusiasmo. —Será un placer. Debo decir que estoy intrigado por descubrir cómo conviertes el caos en algo delicioso.
Mientras intercambiábamos sonrisas cómplices, fue él quien tomó la iniciativa de intercambiar información.

—¿Puedo tenerte en mi lista de contactos, Nikki? —preguntó, extendiendo su teléfono.
Asentí con una inclinación de cabeza, permitiendo que intercambiáramos números. Su gesto de tomar la delantera agregó un toque de coquetería a la conexión que se estaba desarrollando entre nosotros.
—Estoy deseando que llegue ese momento. —Su mirada intensa dejaba entrever un juego emocionante por venir.

Después de intercambiar algunas palabras más, mi equipo y yo nos despedimos del animado evento.

***

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¡Nos leemos pronto!

Dulce Strike (PAUSADO)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ