La mejor opción

52 3 0
                                    

Nicolas.

Esteban en clases, no dejaba de moverse, estaba nervioso. O por lo menos eso creí.

—¿Estas bien bebé?— le pregunté, que estaba detrás de él.

—Si... solo no sé por qué... no paro de moverme.

—Si necesitas salir a respirar o algo, me dices... y salimos.

Asintió— Gracias... amor— dijo, la voz le temblaba.

Afortunadamente era la última clase del día. Tendría que haberme quedado para los entrenamientos del partido que sería para la próxima semana, si no lo hubiera abandonado hace casi 8 meses. Lo hice por mi bien, esos últimamente no eran mis amigos, después de que comencé a salir con mi Esteban, y por el bien de mi relación con Esteban.

Él me había dicho que no era necesario, ya que él me veía muy feliz cuando lo jugaba, pero no me importó, al fin y al cabo, lo que me había hecho feliz en el equipo era la unión que había entre nosotros, y eso cambió.

soportaba que mi bebé estuviera tan inquieto y tal vez nervioso. Al sonar la campana no dijo ninguna palabra, solo camino detrás de mi, y yo tampoco lo hice.

Salimos del salón, y al ver que el pasillo estaba repleto de personas, espere a mi Esteban, para que no se perdiera entre tantas personas, lo tomé del brazo, él me sonrió al ver que lo hice. Al tomarlo, sentí su mano sudada, y temblorosa.

Al salir del mar de gente, caminamos hacia el carro, llegamos a el, le abrí la puerta a mi chiquito — Amor... necesito que me digas ¿que pasa?, te noto demasiado nervioso— le dije, después de sentarme.

Suspiro— Amor, no tengo nada...

— ¿De verdad?

— Está bien... mi madre me dijo que me quiere ver, quiere ver como estoy.

Me sorprendí. Creo que esperaba de todo menos eso, y la verdad se me hacía el cinismo de la señora. Jamás la conocí, pero a juzgar de cómo trató a mi bebé y él como lo engañó, enfurecí, pero me tranquilicé— Creo que yo no puedo meterme en eso.

— Cariño, se que te molestaste... no sabes disimular tu cara de enojado.

Suspire— Claro que me moleste. Perdóname lo que voy a decir pero... el cinismo de tú madre es asombroso, después de engañarte con que había muerto tu padre, solo para robarte dinero, y correrte de la casa— ¿quiere verte?— dije, intentando no gritar, para que no se asustara. Creo que el solo me ha visto molesto una vez, pero jamás con el, no tengo el valor para hacerlo.

Esteban estaba con la mirada baja— Lo se... pero... quiero hablar con ella.

Pase saliva— Lo se bebe, pero no quiero que te pongas triste otra vez.

— ¿Dime que hacer?

— Yo te diría que no fueras... pero es una decisión que no me corresponde.

Esteban miró por la ventana, aun que seguíamos en el estacionamiento. Tomo un gran respiro.

— Has lo que tú quieras.— dije— Aparte de todo eso, ¿Vamos a nuestro primer día en la cafetería? Entramos en una hora.

Sonrió— Vamos.

Encendí el carro. En el trayecto, no dijo nada, solo estaba pensativo, no quise decir nada. Sentí como puso su mano sobre mi pierna.

Al llegar a casa, fui corriendo para abrirle la puerta del carro a mi bebé.
—No hace falta que hagas eso amor.— dijo.

—Aprecia mis esfuerzos por demostrarte cuanto te amo— dije, acercándome a él.

— Amor... Eso lo tengo demasiado claro.— se acercó a mi, para besarme.

Entramos en la casa, Esteban corrió hacia el baño, yo moría del hambre y Revise el refrigerador, no había ni un tomate.

—¡Amor! No tenemos nada de comer. Tenemos que ir al supermercado.

— ¡Bajo enseguida!— grito.

Después de cinco minutos bajo— No escuché muy bien lo que dijiste, amor.

— Tengo hambre y...

— ¿Que quieres que prepare?— me interrumpió.

— Ese es el problema... no hay nada, ni una sopa instantánea hay.

—¡Que! Imposible... hicimos el súper hace una semana, y tampoco comemos tanto.

Recordé todos mis antojos de media noche, cuando bajaba para prepararme algo mientras mi chiquito duerme.
— Tengo antojos de medianoche— dije apenado.

— Ay amor... no te preocupes... vamos ahora mismo— dijo pacíficamente.

— Vamos entonces— dije.

— ¿Y si vamos caminando? Igual el supermercado está a dos calles— propuso.

— Vamos— dije con voz cansada.

—¿No quieres ir caminando?— dijo bromista.— ¿El que se despierta a las 5 de la mañana a hacer ejercicio, no quiere caminar dos calles?

—Déjame en paz— dije.

Y si, fuimos caminando, compramos lo suficiente para por lo menos traer semanas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Y si, fuimos caminando, compramos lo suficiente para por lo menos traer semanas. El pescado que Esteban odia, pero a mi me encanta, el helado de chocolate que Esteban adora con su alma.
Y papas fritas y galletas de chocolate, amadas por ambos.

Descuida, yo te cuidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora