El torneo

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Hola a todos! Acá un nuevo capítulo y más drama jeje

Rhaenyra despertó aquella mañana y se dio cuenta que su esposo ya estaba vestido y mirando por la ventana.

El torneo comenzaría esa misma mañana, con las primeras justas y las primeras celebraciones por la noche.

El rey debía estar en el torneo, y toda la familia real con él.

Ese día Daemon estaría temprano atendiendo a los grandes señores que se sentarían en el palco real, pues entre ellos estaría el nuevo señor del Mar de Braavos, y otros importantes señores con los que la corona deseaba negociar y unir fuerzas. Era solo ese el motivo por el que Daemon no participaba el mismo del torneo.

Cuando ella miró su rostro, notó que él aún seguía molesto, y el asunto de la noche anterior seguiría vivo en su mente como era obvio.

Ella sabía que si no fuera por el torneo y porque él tenía que cumplir sus responsabilidades como rey por más que en ese minuto lo odiara, él estaría investigando lo ocurrido hasta dar con la verdad, y la verdad en esos minutos no era algo que se iba a tomar bien.

Alicent y Rhaenyra tenían un problema similar. Alicent no quería decir la verdad porque quedaría como una hipócrita luego de haber predicado por tantos años sobre la fe de los siete y sobre la pureza que debían tener las mujeres.

Y Rhaenyra se sentía la peor de las hipócritas, porque ella había tenido amantes, tuvo a Ser Erryk, tuvo encuentros con Criston Cole, y luego de su matrimonio besó a esos guardias reales.

Su esposo lo habría dejado pasar, por supuesto, el problema es que él no iba a creerle.

No tenía razones para creerle. Ella sabía que la gran mayoría de los problemas se solucionaban con la verdad por delante, y asumiendo consecuencias.

El problema es que ella sabía perfectamente bien, que luego de su nada pequeño historial de mentiras y manipulaciones, él no iba a creerle absolutamente nada. Sería un idiota si lo hiciera, y su tío no era un idiota.

A veces sentía deseo de burlarse de todas esas septas, doncellas y hasta septones que predicaban sobre la verdad.

La verdad era relativa a la persona que la dijera, y en este caso era ella, así que la verdad solo funcionaba para ella como una daga en su cuello.

- No quiero que uses ninguno de tus trucos infantiles para manipularme- dijo Daemon de pronto haciendo que su esposa lo mirara- Quiero verte en el palco real, al inicio del torneo a mi lado, con mis hijos, iré por ellos ahora, te conviene estar allí y no haces ninguno de tus malditos desprecios para dejarme en ridículo frente al reino- advirtió él y ella asintió intentando no parecer tan obediente, porque él sospecharía que su comportamiento tranquilo era para apaciguarlo.

Ella contuvo sus lágrimas por su tono frío, porque sabía que él la acusaría de estarlo manipulando.

La gran parte de las veces era cierto, ella lo admitía. Pero cuando él estaba tan molesto, sus lágrimas solo servían para desesperarlo y eso no le convenía en absoluto.

Las lágrimas cayeron de sus ojos cuando él salió de allí y la rabia y la frustración ardieron en su corazón nuevamente.

10 años de paz. 10 años de un matrimonio feliz y libre de problemas...bueno, de tantos problemas.

No culpaba a Ser Erryk, porque haberlo ilusionado era absolutamente su culpa. Ella lo había hecho prometerle que siempre la amaría, y jamás pensó que se lo tomaría tan literal. Era una adolescente, sinceramente, él era iluso, pero no podía culparlo tampoco, él también era un adolescente en ese entonces.

Un corazón consumido por la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora