Parte 3. El na'vi de mis sueños

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Capítulo 3. El na'vi de mis sueños

Los días avanzaron y los enfrentamientos con el pueblo na'vi parecían aumentar, así como la tensión dentro de la base.

El grupo de científicos parecía ponerse cada vez más nervioso por las presiones del coronel Quaritch para obtener resultados de la investigación. Al parecer, querían comprobar a partir de nosotros, los sujetos de prueba, que se podía habitar este planeta modificando nuestro ADN. Algo que no era tan sencillo según decía Max.

- Hey chicas, ¿habéis escuchado? - Norm se acercó al habitáculo mío y de Trudy. Nos habíamos hecho amigos en el tiempo que llevábamos ahí. Mientras que Norm y yo estábamos en el área médica como sujetos de pruebas, Trudy formaba parte del área militar. Una vez nos llevó a ver a su "bebé", o más bien, su helicóptero. - El coronel quiere intervenir en el área médica. Según he oído a otros guardias la doctora Grace no está de acuerdo en su intromisión y hubo una pelea monumental en la dirección.

- ¿Y cómo va a intervenir? - le pregunté.

- No lo sé, pero parece que los de arriba también se están impacientando y a la doctora no le queda mucho tiempo - respondió Norm con gesto preocupado.

- Dios mío, ¿qué será de nosotros? Apenas sabemos si esto funcionará. - exclamé.

- Tranquilos, chicos - nos tranquilizó Trudy - seguro que Grace le corta los huevos a Quaritch antes que permitir que intervenga en sus asuntos. Ya la he visto en acción cuando la enfadan y no es agradable.

- Esperemos que sea así - suspiré.

- Claro que sí pequeña - me aseguró Trudy. - Y tú también, hombretón.

- Gracias... - se volvió tímido de pronto mi amigo. Vi cómo se dedicaban miradas furtivas y me di cuenta de que era hora de irme. Algo me decía que estos dos se traían algo. Me despedí de ellos dando la excusa de que debía dar mi paseo de prueba diaria y se quedaron conversando.


Llegué al área de pruebas médicas, pasando los monitores y las camillas y salí al exterior. Ahí me recibieron médicos con sus mascarillas de oxígeno. Yo no las necesitaba, pues hasta ahora podía aguantar casi una hora en el exterior sin sentir la falta de oxígeno. Las continuas inyecciones y paseos diarios de entrenamiento ayudaban a mejorar la resistencia. Y a día de hoy, podía decir que era de las que mejor llevaban este.

Me dirigí hacia la zona que estaba más cercana al bosque, donde había una serie de luces que te guiaban y marcaban el camino. No podías avanzar demasiado, pues el bosque era bastante peligroso para un humano.

Me seguía maravillando la naturaleza de este lugar. Todo era tan colorido. Casi llevaba media hora andando, cuando me di cuenta de que me había alejado demasiado.

Sentí algo extraño en el pecho mientras observaba el lugar, como un tirón. Fue entonces cuando escuché un ruido en lo alto de los árboles. Miré asustada hacia arriba y fue cuando vi algo azul oculto tras las ramas. Era un na'vi. Me quedé en shock. Espera, no era solo un na'vi. Era mi na'vi, Tsutey. Este me miraba en silencio acuclillado desde la rama, con un gesto serio. En un momento, se levantó y con un salto grácil se alzó ante mí. Imponente en toda su altura. Yo apenas le llegaba al pecho.

- No puede ser... - dije en un susurro. Vi sus ojos dorados, duros y fríos. Su porte orgulloso, sus adornos y taparrabos, así como su enorme cuerpo y esos brazos tan fuertes. - Eres tú...

- Te estaba esperando - dijo con voz profunda en mi idioma. Se acercó aún más y pude sentir su aroma. Olía a algo que no podía identificar, pero que me resultaba muy atrayente. - Mi humana...

- Yo...no esperaba conocerte - le dije. Su cola se movía de un lado a otro. Quise acercar mi mano para poder tocarle y este me lo permitió. Él hizo lo mismo conmigo. - No pensaba que fueras real. ¿Tú también has soñado conmigo?

- Sí - me respondió. Su mano abarcó mi mejilla, acariciándola. Sentí cómo temblaba, o tal vez era yo. - Nunca pensé que mi atokirina fuera una persona del cielo.

- ¿Tú qué? - pregunté extrañada. - ¿Qué es eso?

- Ya te lo explicaré. Ahora debemos ir con el pueblo - y así quiso arrastrarme con él a quien sabe dónde. Yo me detuve en seco y este me miró extrañado.

- Espera, Tsutey, no puedo ir contigo - sus orejas se inclinaron al escucharme - Si me voy así sin más se extrañarán y querrán ir a buscarme.

- ¿No quieres venir conmigo? - su rostro de decepción me conmovió.

- Primero debo asegurarme de que no irán tras de ti ni tu pueblo, debemos ser pacientes. Además, no podría ir muy lejos sin una mascarilla de oxígeno.

- ¿Esos aparatos que tapan las caras de los demonios?

- Sí - me reí - todavía no puedo respirar del todo tu aire, es tóxico para mí. - Hice una pausa- ¿En serio crees que son demonios?

- Sí - afirmó con rotundidad. Su rostro hizo una mueca de enfado - La gente del cielo solo sabe destruir.

- Pero...yo soy una persona del cielo.

- Tu eres diferente, eres mi atokirina - afirmó. Me acarició los brazos suavemente. No sabía que me pasaba con él, pero me sentía como en casa. No podía dejar que esto avanzara sin saber que estaba pasando. Me alejé un poco de él.

- Otra vez con lo mismo, ¿qué es eso? ¿y por qué soñamos el uno con el otro? - este se rio de mi cara de frustración al no saber a qué se refería y no me respondió - Si no vas a darme respuestas me iré.

- Si sigues viniendo aquí te diré el por qué - se alejó dando dos pasos y adentrándose en el bosque - te veré mañana, mi humana.

- Eso es si decido venir - tan solo obtuve una risa de su parte, totalmente masculina, que hizo que mi corazón latiera un tanto de prisa. Volví corriendo a la base, sabiendo que unos ojos alienígenas me vigilaban desde la espesura del bosque.

AtokirinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora