Parte 9. Corazón valiente

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Capítulo 9. Corazón valiente

No sabía qué hacer. Tsutey me miraba con temor y me acariciaba suavemente la frente que estaba perlada por el sudor del esfuerzo. Llevaba una hora con contracciones y sentía que iba a desfallecer.

- Tranquila, mi atokirina – me murmuraba palabras de amor y afecto que en otro momento me derretirían mientras intentaba aguantar el dolor – Eres fuerte y nuestro hijo también.

- Tsutey...yo...no sé qué hacer – comencé a llorar presa del pánico. Este me dio un suave apretón y me apartó el pelo de la frente.

- Calentaré un fuego, mi atokirina, espérame – y sin más salió raudo por la entrada.

- No...me dejes sola – sollocé mirando a la entrada.

Me intenté tranquilizar y dar respiraciones pausadas. El dolor iba y venía. Debía ser fuerte. En poco tiempo llegó Tsutey y prendió un fuego. Puso a calentar agua. Un dolor punzante casi me dobló y supe que ya iba a salir.

- ¡Tsutey! – rápido como el rayo se colocó a mi lado. Al ver mi cara asintió y se posicionó entre mis piernas. Con total seriedad miraba entre ellas y las abría.

- ¡Ey! – le dije avergonzada. Este me miró con reproche.

- Mi atokirina, no hay nada que no haya visto ya – me dijo serio. – No pienso dejarte sola en esto.

- De acuerdo... - supe que tenía razón. Otra punzada. Grité.

- Abre las piernas – entre gritos y dolor lo hice y sentí como mi interior me pedía pujar. – Mi atokirina, ¡empuja!

Lo siguiente que recuerdo fueron gritos y más gritos. Empujaba como si la vida me fuera en ello. Había momentos en los que sentía que me desmayaría, pero Tsutey me agarraba con fuerza la mano y me pedía que siguiera. Recuerdo clavar mis uñas, y gritarle de todo. Él tan solo asentía en silencio y se dejaba hacer, mientras me daba ánimos.

- ¡Eso es mi atokirina! – me alentó con entusiasmo Tsutey. Yo apenas podía seguir – Ya estoy viendo al cabeza de nuestro hijo. Un empujón más, mi amor.

Cuando creía que ya no podría más, escuché un llanto. Fuerte, que resonó en la cueva. Sentí que mi cuerpo se volvía laxo y vi de forma borrosa a Tsutey agarrar con cuidado algo pequeño y azul. Era una imagen hermosa. Las lágrimas cayeron por mis ojos y poco a poco sentí que el sueño me invadía.

- ¡Lucy! – fue lo último que pude escuchar antes de que todo se volviera negro.


- Si sigues así no podremos continuar – me dijo un Tsutey animado mientras preparaba el arco con nuevas flechas.

- No sé de qué estás hablando – le respondí inocentemente mientras le miraba desde atrás. Este soltó un bufido y se colocó el arco en el hombro.

- No me has dejado cazar nada, mujer – me dijo con reproche mientras se encaminaba de nuevo hacia la aldea. – No sé qué pretendes al dejarme en ridículo ante mis hombres al llegar ahora sin nada.

- Oh vamos – le dije con pena haciendo pucheros. – Era muy pequeño.

- Era una presa débil que morirá en poco tiempo. Le estaba haciendo un favor – replicó mientras avanzaba, un poco más lento de lo que seguramente podía ir por mí.

- Igual, he conseguido que pueda vivir un poco más – sentí su rodamiento de ojos desde detrás, donde tenía una gran panorámica de sus partes traseras, muy bien posicionadas, por cierto.

- Siento tu mirada atravesarme, humana – dijo con la lentitud del cazador que era. Se dio la vuelta con su típica sonrisa de galán.

- No sé de qué estás hablando – dije sonriendo mientras pasaba por delante suya. Sus brazos rápidamente me atraparon.

- Creo que al final si cacé algo para comer hoy – mi risa no tardó en llegar mientras me daba pequeños besos en el cuello que me hacían cosquillas.

- ¿Y quién te ha dicho que sea yo la presa? – le pregunté retándole. Sus besos se detuvieron y me dio una mirada juguetona. – Tal vez sea yo quien te atrape.

- Tienes razón – murmuró con lujuria mordiéndose el labio – Aunque seas una pésima cazadora, me dejaría atrapar por ti.

- Eres un tonto – le respondí aguantándome la sonrisa que quería surgir. Sabía cómo camelarme, eso seguro.


Desperté del sueño y abrí los ojos de golpe. Vi el techo de la cueva. Sentía algo húmedo en la cabeza y pronto me di cuenta de que tenía un paño húmedo colocado encima de la frente. Intenté incorporarme, pero estaba adolorida y completamente cansada. Miré alrededor y vi que a mi costado había un pequeño bulto envuelto en muchas pieles. Pequeños quejidos salían de este.

Era mi bebé. Una pequeña bolita azul con una cola que tenía el largo de mi dedo. Era completamente hermoso y no pude evitar que las lágrimas surgieran. Lo agarré y lo coloqué en mi pecho. Este se removió y volvió a emitir balbuceos. Le intenté dar un poco de leche y empezó a succionar. Al instante de terminar, se quedó dormido. Le estaba acariciando la frente cuando vi que alguien llegaba. Tsutey.

- ¡Lucy! – se acercó corriendo a mí y me tocó la frente - ¿Estás bien?

- Sí – le dije con una sonrisa – Estoy bien, tranquilo.

- Me diste un susto de muerte – se sentó a mi lado mirando al bebé y luego a mí – No reaccionabas. Tuve que comprobar tu respiración varias veces. Menos mal que le pregunté a la Tsahik qué hacer en estos casos.

- ¿Ya te preparaste de antemano? – le pregunté. Este asintió con expresión seria.

- Te lo dije, iba a encargarme de protegeros a ambos – Tsutey nos miraba con ternura y pude ver como meneaba la cola de un lado al otro, cosa que solo hacía cuando estaba conmigo. Sabía que indicaba que estaba contento. – He traído alimento para ti, debes de reponerte.

- Muchas gracias – le susurré acariciándole con la mano que tenía disponible su mejilla. Este me miró sorprendido, pero se dejó hacer.

- Es un placer para mí cuidarte – me respondió.


Durante todo el día se dedicó a atendernos con suma dedicación. No me dejaba moverme y de vez en cuando sostenía al bebé para dejarme descansar. Me derretía al verle, tan grande y fuerte, sostenerlo con esa delicadeza.

- Algún día serás un gran guerrero – escuché que le decía al bebé – mi pequeño Sohek.

- ¿Sohek? – le pregunté mientras me frotaba los ojos. Había tenido un gran sueño reparador y no había podido evitar escucharlos.

- Significa Corazón valiente – me explicó – He pensado que podría ser un buen nombre para un futuro líder.

- Me gusta – le respondí con una sonrisa. Este me la devolvió. Le hice un gesto y me tendió al bebé. Comencé a darle de amamantar. No pude evitar seguir sintiendo vergüenza al ser consciente de la fija mirada de Tsutey. Sabía que él había visto más de mí, el parto había sido un ejemplo, pero no podía evitar sentirme cada vez más y más nerviosa ante su presencia. Él no era consciente de lo que me hacía sentir. O tal vez sí, pues ese vínculo del que me habló Mo'at podía sentirlo cada vez más dentro de mí. Así como iban volviendo los recuerdos. – Oye, ¿cuándo podremos ponernos en camino? ¿No volverán los soldados?

- Se han marchado – me aseguró – Y partiremos una vez estés más recuperada.

- De acuerdo... 



AtokirinaWhere stories live. Discover now