CAPÍTULO XXI

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Las discusiones sobre el ofrecimiento de Chanyeol Park tocaban a su fin; Jimin ya no tenía que soportar más que esa sensación incómoda, que inevitablemente se deriva de tales situaciones, y, de vez en cuando algunas alusiones puntillosas de su madre. En cuanto al caballero, no demostraba estar turbado, ni abatido, ni trataba de evitar a Jimin, sino que expresaba sus sentimientos con una actitud de rigidez y con un resentido silencio. Casi no le hablaba; y aquellas asiduas atenciones tan de apreciar por su parte, las dedicó todo el día a el señorito Byun que le escuchaba amablemente, proporcionando a todos y en especial a su amigo Jimin un gran alivio.
A la mañana siguiente, el mal humor y el mal estado de salud de la señora Park no habían amainado. El señor Chanyeol Park también sufría la herida de su orgullo. Jimin creyó que su resentimiento acortaría su visita; pero los planes del señor Chanyeol Park no parecieron alterarse en lo más mínimo. Había pensado desde un principio marcharse el sábado y hasta el sábado pensaba quedarse.
Después del almuerzo los muchachos fueron a Meryton para averiguar si Jeon había regresado, y lamentar su ausencia en el baile de Netherfield. Le encontraron al entrar en el pueblo y los acompañó a casa de su tía, donde se charló largo y tendido sobre su ausencia y su desgracia y la consternación que a todos había producido. Pero ante Jimin reconoció voluntariamente que su ausencia había sido premeditada.
—Al acercarse el momento —dijo— me pareció que haría mejor en no encontrarme con Min, pues el estar juntos en un salón durante tantas horas hubiera sido superior a mis fuerzas y la situación podía haberse hecho desagradable, además, a otras personas.
Jimin aprobó por completo la conducta de Jeon y ambos la discutieron ampliamente haciéndose elogios mutuos mientras iban hacia Longbourn, adonde Jeon y otro oficial acompañaron a los muchachos. Durante el paseo Jeon se dedicó por entero a Jimin, y le proporcionó una doble satisfacción: recibir sus cumplidos y tener la ocasión de presentárselo a sus padres.
Al poco rato de haber llegado, trajeron una carta para Jin. Venía de Netherfield y el joven la abrió inmediatamente. El sobre contenía una hojita de papel muy elegante y satinado, cubierta por la escritura de una hermosa y ágil mano de mujer. Jimin notó que el semblante de su hermano cambiaba al leer y que se detenía fijamente en determinados párrafos. Jin se sobrepuso en seguida; dejó la carta y trató de intervenir con su alegría de siempre en la conversación de todos; pero Jimin sentía tanta curiosidad que incluso dejó de prestar atención a Jeon. Y en cuanto él y su compañero se fueron, Jin lo invitó con una mirada a que lo acompañase al piso de arriba. Una vez en su cuarto, Jin le mostró la carta y le dijo:
—Es de Namsoon Kim; su contenido me ha sorprendido muchísimo. Todos los de la casa han abandonado Netherfield y a estas horas están de camino a la capital, de donde no piensan regresar. Oye lo que dice.
Jin leyó en voz alta el primer párrafo donde se manifestaba que habían decidido ir con su hermano a Londres y que tenían la intención de comer aquel mismo día en la calle Grosvenor, donde el señor Wang tenía su casa. Lo siguiente estaba redactado de la siguiente forma: « No siento dejar Hertfordshire más que por ti, queridísimo amigo; pero espero volver a disfrutar más adelante de los deliciosos momentos que pasamos juntos y entre tanto podemos aminorar la pena de la separación con cartas muy frecuentes y efusivas. Cuento con tu correspondencia.» Jimin escuchó todas estas soberbias expresiones con impasibilidad por la desconfianza que le merecían. Le sorprendía la precipitación con la que se habían marchado, pero en realidad no veía por qué lamentarlo. No podía suponerse que el hecho de que ellos no estuviesen en Netherfield impidiese venir a Kim; y en cuanto a la ausencia de las damas, estaba seguro de que Jin se consolaría con la presencia del hermano.
—Es una lástima —le dijo después de una breve pausa— que no hayas podido ver a tus amigas antes de que se fueran. Pero ¿no podemos tener la esperanza de que ese «más adelante» de futura felicidad que tu amiga tanto desea llegue antes de lo que ella cree y que esa estupenda relación que habéis tenido como amigas se renueve con mayor satisfacción como hermanas? Ellas no van a detener al señor Kim en Londres.
—Namsoon dice que decididamente ninguno volverá a Hertfordshire este invierno. Te lo leeré: «Cuando mi hermano nos dejó ayer, se imaginaba que los asuntos que le llamaban a Londres podrían despacharse en tres o cuatro días; pero como sabemos que no será así y convencidas, al mismo tiempo, de que cuando Namjoon va a la capital no tiene prisa por volver, hemos determinado irnos con él para que no tenga que pasarse las horas que le quedan libres en un hotel, sin ninguna comodidad. Muchas de nuestras relaciones están ya allí para pasar el invierno; me gustaría saber si usted, queridísimo amigo, piensa hacer lo mismo; pero no lo creo posible. Deseo sinceramente que las navidades en Hertfordshire sean pródigas en las alegrías propias de esas festividades, y que sus galanes sean tan numerosos que les impidan sentir la pérdida de los tres caballeros que les arrebatamos.»
—Por lo tanto, es evidente —añadió Jin— que el señor Kim no va a volver este invierno.
—Lo único que es evidente es que la señorita Kim es la que dice que él no va a volver.
—¿Por qué lo crees así? Debe de ser cosa del señor Kim: No depende de nadie. Pero no lo sabes todo aún. Voy a leerte el pasaje que más me hiere. No quiero ocultarte nada. «El señor Min está impaciente por ver a su hermana, y la verdad es que nosotras no estamos menos deseosas de verla. Creo que Yoonji Min no tiene igual por su belleza, elegancia y talento, y el afecto que nos inspira a Nami y a mí aumenta con la esperanza que abrigamos de que sea en el futuro nuestra hermana. No sé si alguna vez le he manifestado a usted mi sentir sobre este particular; pero no quiero irme sin confiárselo, y me figuro que lo encontrará muy razonable. Mi hermano ya siente gran admiración por ella, y ahora tendrá frecuentes ocasiones de verla con la mayor intimidad. La familia de Yoonji desea esta unión tanto como nosotras, y no creo que me ciegue la pasión de hermana al pensar que Namjoon es muy capaz de conquistar el corazón de cualquier mujer u doncel. Con todas estas circunstancias en favor de esta relación y sin nada que la impida, no puedo equivocarme, queridísimo Jin, si tengo la esperanza de que se realice el acontecimiento que traería la felicidad a tantos seres.»
—¿Qué opinas de este párrafo, Minnie? —preguntó Jin al terminar de leer—. ¿No está bastante claro? ¿No expresa claramente que Namsoon ni espera ni desea que yo sea su hermano, que está completamente convencida de la indiferencia de su hermano, y que, si sospecha la naturaleza de mis sentimientos hacia él, se propone, con toda amabilidad, eso sí, ponerme en guardia? ¿Puede darse otra interpretación a este asunto?
—Sí se puede. Yo lo interpreto de modo muy distinto. ¿Quieres saber cómo?
—Claro que sí.
—Te lo diré en pocas palabras. La señorita Kim se ha dado cuenta de que su hermano está enamorado de ti y ella quiere que se case con la señorita Min. Se ha ido a la capital detrás de él, con la esperanza de retenerlo allí, y trata de convencerte de que a Kim no le importas nada.
Jin lo negó con la cabeza.
—Así es, Jin; debes creerme. Nadie que os haya visto juntos puede dudar del cariño de Kim. Su hermana no lo duda tampoco, no es tan tonta. Si hubiese visto en Min la mitad de ese afecto hacia ella, ya habría encargado el traje de novia. Pero lo que pasa es lo siguiente: que no somos lo bastante ricos ni lo bastante distinguidos para ellos. Si la señorita Kim tiene tal afán en casar a la señorita Min con su hermano, es porque de este modo le sería a ella menos difícil casarse con el propio Min; lo que me parece un poco ingenuo por su parte. Pero me atrevería a creer que lograría sus anhelos si no estuviese de por medio la señorita de Lee. Sin embargo, tú no puedes pensar en serio que por el hecho de que la señorita Kim te diga que a su hermano le gusta la señorita Min, él esté menos enamorado de ti de lo que estaba el jueves al despedirse; ni que le sea posible a su hermana convencerle de que en vez de quererte a ti quiera a la señorita Min.
—Si nuestra opinión sobre la señorita Kim fuese la misma —repuso Jin
—, tu explicación me tranquilizaría. Pero me consta que eres injusto con ella. Namsoon es incapaz de engañar a nadie; lo único que puedo esperar en este caso es que se esté engañando a sí misma.
—Eso es. No podía habérsete ocurrido una idea mejor, ya que la mía no te consuela. Supón que se engaña. Así quedarás bien con ella y verás que no tienes por qué preocuparte.
—Pero Minnie, ¿puedo ser feliz, aun suponiendo lo mejor, al aceptar a un hombre cuyas hermanas y amigos desean que se case con otra?
—Eso debes decidirlo tú mismo —dijo Jimin—, si después de una madura reflexión encuentras que la desgracia de disgustar a sus hermanas es más que equivalente a la felicidad de ser su hombre, te aconsejo, desde luego, que rechaces a Kim.
—¡Qué cosas tienes! —dijo Jin con una leve sonrisa—. Debes saber que aunque me apenaría mucho su desaprobación, no vacilaría.
—Ya me lo figuraba, y siendo así, no creo que pueda compadecerme de tu situación.
—Pero si no vuelve en todo el invierno, mi elección no servirá de nada. ¡Pueden pasar tantas cosas en seis meses!
Jimin rechazaba la idea de que Kim no volviese; le parecía sencillamente una sugerencia de los interesados deseos de Namsoon, y no podía suponer ni por un momento que semejantes deseos, tanto si los manifestaba clara o encubiertamente, influyesen en el ánimo de un hombre tan independiente.
Expuso a su hermano lo más elocuentemente que pudo su modo de ver, y no tardó en observar el buen efecto de sus palabras. Jin era por naturaleza optimista, lo que lo fue llevando gradualmente a la esperanza de que Kim volvería a Netherfield y llenaría todos los anhelos de su corazón, aunque la duda la asaltase de vez en cuando.
Acordaron que no informarían a la señora Park más que de la partida de la familia, para que no se alarmase demasiado; pero se alarmó de todos modos bastante; y lamentó la tremenda desgracia de que las damas se hubiesen marchado precisamente cuando habían intimado tanto. Se dolió mucho de ello, pero se consoló pensando que Kim no tardaría en volver para comer en Longbourn, y acabó declarando que a pesar de que le habían invitado a comer sólo en familia, tendría buen cuidado de preparar para aquel día dos platos de primera.
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¡¡Hola!!, ¿como están?, lamento no haberles traído en mucho tiempo actualización pero en forma de compensación vengo a traerles un mínimo maratón de 5 partes muchas gracias a quienes guardan leen y votan en la historia me agrada saber que les gusta esta historia y que la leen muchas gracias me  gustaría deberás también leer comentarios de ustedes donde expresen lo que sienten por los personajes de esta historia si tienen dudas sobre lo que sucede como les ha parecido la historia hasta el momento, muchas gracias por la atención y amor que le dan a la historia
-Marcela🌌

Orgullo Y Prejuicio (YM)Where stories live. Discover now