One Piece - El Viaje de un Supernova ✔️

5 - Donde Arlong se come la nariz

Descargo de responsabilidad: No soy dueño de One Piece

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Capítulo 5

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"Chichichi... Soy el Capitán Nezumi de la Rama de Marines Número Dieciséis." El hombre en cuestión estaba de pie, flanqueado por marineros de la Marina regular. Todos tenían los brazos cruzados a la espalda. Nezumi era de estatura media y vestía un abrigo largo abotonado de color gris azulado. Estaba claro que el hombre había sido bien bautizado, porque era una verdadera rata en todos los sentidos de la palabra. Incluso tenía bigotes, y su abrigo tenía una capa con orejas de ratón. "Me gustaría hablar con Genzo de Cocoyashi". Su voz tenía algo de arrogante, y los hasta entonces esperanzados aldeanos de Cocoyashi sintieron escalofríos.

"Ese soy yo." Genzo se adelantó. Era un hombre con muchas cicatrices que vestía un uniforme de policía granate de manga corta y unos pantalones cortos a juego. Su sombrero también hacía juego, pero llevaba un molinete largo en un palo, por alguna razón. "¿Qué quiere, capitán?"

Nezumi tenía una sonrisa sórdida en la cara: "Me gustaría hablar con una joven llamada Nami. Creo que vive en esta aldea, ¿no?".

Inmediatamente, los habitantes del pueblo se pusieron rígidos. El rostro curtido y lleno de cicatrices de Genzo se ensombreció: "Me temo que Nami no está aquí. Lleva varios meses de viaje, sin fecha prevista para volver a casa. Igual que ha hecho en los últimos años, en realidad".

"Chichichi... eso no es un problema". Nezumi había visto el efecto que sus palabras causaban en el pueblo, y eso le daba una sensación tan confusa. "Su hermana servirá. Nojiko es su nombre, ¿verdad?"

"Así es." dijo Genzo, esforzándose por no apretar visiblemente la mandíbula y mantener la cordialidad.

"Entonces guíenos, señor Genzo". Nezumi vio cómo Genzo se daba la vuelta y empezaba a caminar desde los muelles hasta la isla interior. Le siguió a paso tranquilo, disfrutando de las vistas y de las miradas desconfiadas de los habitantes de Cocoyashi. Llegaron a una casa pequeña y anodina. Lo único que tenía de especial eran los huertos de mandarinas.

Genzo llamó a la puerta y les abrió una hermosa joven. Tenía el pelo azul hielo y los ojos azul oscuro, así como el brazo derecho decentemente tatuado. Estaba cubierto de diseños arremolinados, que se cruzaban sobre su pecho haciendo una estilizada forma de corazón. Llevaba una sencilla camiseta blanca de tirantes y pantalones verdes. "Genzo, ¿qué está pasando?". Miró a los marines con desconfianza.

"Me llamo capitán Nezumi". Nezumi dio un paso al frente y se presentó de nuevo, mirando a la mujer con aprecio. Su sonrisa se ensanchó cuando ella se estremeció bajo su mirada: "He venido a hablar con tu hermana Nami, pero como está ausente tendrás que hacerlo tú".

"¿Sobre qué, capitán?" Dijo Nojiko con cuidado.

"Me temo que no será una conversación agradable". Declaró Nezumi con una sonrisa cada vez más burlona. "Recientemente hemos recibido docenas de quejas e informes sobre los robos de tu hermana."

Nojiko se puso rígida y se puso en guardia: "Me temo que no sé de qué me está hablando".

"Oh, pero yo creo que sí lo sabes. Tu rigidez dice más que tus palabras". Nezumi dijo alegremente: "No tienes por qué preocuparte. Aquí no se va a hacer daño a nadie. Después de todo, los objetivos de tu hermana eran todos piratas. Nadie que no mereciera que le despojaran de todo lo que poseía". Su sonrisa se ensanchó en señal de victoria: "Así que no presentaremos cargos contra ella". Pero un ladrón sigue siendo un ladrón y un crimen sigue siendo un crimen. ¿Ves a dónde quiero llegar?". Casi se relamió ante la mirada de horror desesperado que se arraigaba en los ojos de Nojiko: "Es natural que los bienes robados sean confiscados por el gobierno. Así nos aseguramos de que vuelvan a sus legítimos dueños".