Necesidad

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Como necesitaba a los actores fuertes, sabiendo que se exponían a temperaturas muy bajas, Bayona prefirió no exigirlos y darles el fin de semana de descanso. Bastante merecido lo tenían, venían trabajando ya más de dos semanas sin parar, de lunes a lunes, en donde iban y venían por todos lados, amaneciendo o madrugando para después volver a altas horas de la tarde.

Como le había sugerido Blas, Matías fue hablar con su director con respecto a su estado, y este en respuesta le había sugerido de que si no se recomponía en ese fin de semana, le daría reposo unos días más hasta que se recupere, asegurándose que el castaño no se sienta culpable por atrasar el rodaje a causa de su condición, ya que mientras Recalt se recuperaba ellos podían grabar otras de las escenas en donde no era necesario que él aparezca.

"Che, con los chicos tenía pensado ir a comer, ¿decís que estás un poquito mejor para sumarte?" Comentó el ruloso viendo como su compañero ladeaba su cabeza no muy convencido.

"Mmh, no sé la verdad, estoy medio cansado aún, quizás me recueste un rato." Caminó hasta su cama, destendiendo las sábanas que la cubrían. "Me duelen las piernas, ja. Igual te aviso."

"Bueno, entonces dormí y recuperate así volves al set pronto, yo voy al cuarto de los chicos y después me voy." Lo rodeó con sus brazos en forma de despedida y sonrió, cosa que el contrario le devolvió.
Polidori se retiró dejando a Matías solo en la pieza, cabe mencionar que ninguno de los dos se había percatado que la puerta había quedado semi abierta.

Matías por más de estar un poco cansado, estaba aburrido, no tenía ganas de buscar algo en su celular tampoco. Tomó el control sobre el mueble y prendió el aire para que el ambiente se volviera más acogedor, dándose también la comodidad de taparse hasta los hombros una vez estuvo sobre el colchón.

La habitación estaba colmada en absoluto silencio, tanto que llegaba a abrumarlo.
Cansado de mirar hacia el techo, de puro desgano acarició su abdomen bajo, llevó su mano hasta allí y rascó la zona, aguardó unos segundos con su mano reposando encima de su panza, y lentamente fue bajando hasta entrar en su ropa interior.
Curoseó bajo ella para luego tomar el dormido genital y comenzar a masajearlo, consiguiendo que este de a poco vaya ganando dureza y tamaño.

La estimulación intencional le daba pequeñas contracciones a medida que subía la velocidad. Cerró los ojos y suspiró, apretando los labios con fuerza para retener los jadeos que se acumulaban en su garganta.
Llevó dudosamente su mano libre hasta uno de sus pezones y lo pellizcó, soltando un pequeño quejido inevitable, siguiendo con la constancia de sus maniobras.

Enzo caminaba hasta la habitación por una de sus camperas, la temperatura había bajado por lo que prefería quedarse en vez de ir a recorrer la zona con los demás jóvenes, refregó sus manos generando fricción con la intención de causar calor.
Estando a unos pasos de su habitación, notó que la puerta no estaba cerrada por completo, permitiendo ver por un pequeño rabillo lo que sucedía dentro. Escuchó el bajo rechinar de la cama.

Matías ahora era calor. Desinteresado por lo que sucedía a su alrededor, centrado en sus pensamientos y en el placer que le brindaba la autoestimulación.

En su cabeza sonaba la voz de Enzo, el recuerdo candente de cuando le ordenó que se sentara en sus piernas, con esa voz ronca y demandante que tenía. Aumentó la velocidad, subiendo y bajando por su extensión.
Las grandes y varoniles manos recorriendo su cuerpo, tomándolo de las caderas y aprentándolo contra si como si le perteneciera. Arqueó la espalda cuando estuvo por llegar a su punto máximo. La cereza del pastel fue lo embelesado que estaba ante la sensación de los suaves y dulces labios del mayor, en cómo introducía su lengua en su cavidad bucal tomando el control de la fogosa unión.

TensiónWhere stories live. Discover now