Polvos de estrella

1.4K 111 15
                                    

Sinopsis: como todo en su vida, sucede de imprevisto. No sabe cómo proceder, pero Gordon no desiste y sus encuentros siguen sucediendo.

Advertencias:

》Gortabo.

》AU! Sad and soft.

Retomar su puesto de trabajo no es difícil, se desliza en sus funciones con tanta facilidad como alguien que ha estado ejerciendo durante toda una vida. Gustabo nunca ha sido un apasionado en sus labores, pero siempre ha sido trabajador, todo el esfuerzo invertido se refleja en su buena retoma de sus responsabilidades, por mucho que Conway objete lo contrario e incite a la crítica de todo aquello que hace. No le gusta trabajar, es un hecho, pero lo intenta para mantener su cuerpo y mente ocupada. Acompañado de Isidoro todo se hace ameno, más aún cuando este accede a realizar todas aquellas payasadas que el rubio le instiga a hacer, si a eso se le añade Conway la tarde de Gustabo termina a carcajadas; burlarse del mayor es uno de sus pasatiempos favoritos, además, su relación parece más tranquila cuando hay un alumno torpe de por medio, por una vez están de acuerdo.

-Contesta a Conway por la radio y dile "enhorabuena".

Isidoro no le devuelve la mirada ni contesta la propuesta que ha sido lanzada al aire, se limita a extender su mano hacia la radio y presionar el botón correspondiente para responder.

-Enhorabuena, Conwi.

Gustabo se atraganta con su risa contenida y ahoga el repentino deseo de frenar el patrulla para carcajear sin parar.

-¿Cuándo vas a echar a este del cuerpo, Gustabo? -este parpadea sorprendido ante la pregunta dirigida a él, sin esperar una interacción directa con el hombre y, como añadido, producida por él mismo.

-Mañana.

El superintendente no responde y para el rubio, eso significa aprobación. Un tintineo ruge en sus entrañas de puro placer y comodidad, hoy es un buen día, no parece que las reprimendas mordaces que comparten con regularidad se manifiesten, su trabajo es muy llevadero cuando no está involucrado Jack Conway para ser el principal detonador de su paz tan difícilmente lograda. Horas después, resolviendo robos, persecuciones y denuncias banales, Isidoro se retira del servicio y se queda solo durante unos minutos hasta cruzarse con el inspector.

-Buenas noches, García -le sonríe una vez que cruzan miradas y reconocen la presencia del otro en la sala.

-Ah, inspector, ¿hoy estás trabajando? -acusa juguetón-. No te he visto en todo el día, eso de laburar... no te la sabes, ¿no?

Hay un respeto y amor entre ellos que a Gustabo le debería haber aterrorizado, recuerda una vez, hace años, que sintió algo similar, con un hombre años mayor que él cuyos sentimientos no eran correspondidos y con un carácter pulido por la crueldad de la vida. Sin embargo, ahora es diferente, con Gordon siente comodidad, paz. Ya no debe ponerse a la defensiva, esperar a que el mundo caiga en pedazos para que ambos reconozcan lo mucho que se aprecian.

-Quizá deberías revisar mi trabajo más a fondo, señor García -murmura con pupilas dilatadas, el subinspector se siente misteriosamente consumido y el agujero en su estómago se intensifica, le ruge descubrir, rebuscar en el secreto, ir más allá.

-¿No es una propuesta un poco indecente? -se acerca con un paso hasta quedar a pocos centímetros.

Tatareando con suavidad deja caer sus labios sobre los del rubio y durante unos segundos, se compenetran con movimientos aterciopelados, pronto toman un ritmo más intenso y en un completo silencio, expresan lo que sienten por el otro, completamente solos en los vestuarios de la comisaría. Este tipo de encuentros furtivos se han vuelto habitual sin importar la hora ni el día, mas si es al terminar su turno y si advierten la presencia del otro, es muy probable que terminen en la casa de alguno de ellos. Nadie lo sabe, no es necesario, y aunque reconozcan sus sentimientos, ninguno quiere cambiar aquello que están viviendo; tan perfecto como es, andan descalzados temerosos sobre cristales rotos, con la angustia de cuál será el movimiento que descompondrá ese cuento.

Alma voraz; GortaboWhere stories live. Discover now