Deber de sangre

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Sinopsis: Frente a la línea de fuego como inspector, Gustabo derriba a varios de los asaltantes durante el tiroteo, cayendo muertos. Las consecuencias son inevitables.

O un traumatizado Gustabo García que se ve en una lucha contra sí mismo.

Advertencias:

》Gortabo.

》Muerte de personaje secundario.

Su jornada laboral se desenvuelve como de costumbre, patrullando la ciudad y estableciendo el orden, aún cuando el caos parece acechar en busca de profanar esa paz que tanto se esfuerzan por mantener. Está por decir lo menos, desgastado, parece que su tiempo en el cuerpo se ha extendido a varios años y no a los pocos meses que lleva fuera del centro psiquiátrico donde permaneció interno. Parece ser que los ciudadanos se ciernen a ser lo más irritables y persistentes posible para poner en tela de juicio la inestabilidad mental del rubio, quien muy a su pesar debe aguantar con los mejores modales para no terminar escupiendo improperios sin control, tal y como hace el superintendente. Tras efectuar la resolución de varios robos e instruir al alumno que se le ha sido asignado, una alerta de secuestros masivos se extiende por la comunicación de la policía. Al recibir la ubicación, se dirige de inmediato y al llegar es recibido por una docena de policías controlando el trafico y regulando con los asaltantes, siendo Gustabo un inspector se ve obligado a tomar el control de la situación e intenta intermediar. Sin embargo, el hombre de nacionalidad china no parece muy dispuesto a colaborar, y junto a Gordon y varios agentes cuyo nombre es incapaz de recordar, alborotan sus planes para disminuir la cuantía del dinero con el que se efectuará la liberación de los catorce rehenes retenidos. El tiempo sigue corriendo y el inspector García pierde la noción del mismo con las absurdeces de unos secuestrados que no parecen tener la intención de cooperar en lo más mínimo con los agentes, hasta que aparece el comisario Trucazo, quien toma el mando junto al rubio y prosiguen en la posibilidad de alcanzar un acuerdo. No obstante, antes de si quiera percatarse de la situación y la rotura de las negociaciones, escucha un disparo al que inevitablemente le siguen muchos más. Gustabo le devuelve el fuego al enemigo y corre hacia un callejón en busca de los delincuentes, quienes tratan huir a toda costa.

Con la adrenalina del momento, no es consciente de las consecuencias de sus propias acciones, se limita a seguir con su trabajo, derriba a uno y minutos después su pistola hace caer a otro. Una vez inmovilizado a todos ellos, Gustabo jadea por aire y se deja palmear el hombro por sus compañeros, quiénes le halagan por su destreza tras derribar a dos de los secuestradores. Es inevitable la felicidad que le recorre por el cuerpo cuando ve su trabajo reconocido, pero todo ello no vale nada cuando el garrafal error se escucha a través de la radio policial.

-Hay algunos inconscientes, pero hay uno que ha caído, debemos llevarlos al hospital de inmediato -no sabe quién es el informante porque sus tímpanos empiezan a pitar.

Su sonrisa se borra al instante, porque a quien hacen mención es al hombre que él mismo ha disparado hasta verlo ceder en el suelo, aparentemente inconsciente pero que ahora ya no respira. Su mente se queda en blanco y está bastante seguro que su rostro también, aún así nadie parece percatarse del enjambre de pensamientos que esa declaración le han producido. No puede pensar, no puede respirar y sin ninguna duda no se siente el héroe que todos parecen creer, porque hay un hombre inmóvil en sus pies y sangre deslizándose por la palma de sus manos; nadie la ve, pero él siempre sabrá que está ahí.

Está seguro que no es la primera vez que alguien cae por su mano, pero aquello fue antes de retomar su vida, antes de los cuatro años ingresado y antes de decidir ser un hombre mejor.

Alma voraz; GortaboWhere stories live. Discover now