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El viaje de vuelta a la casa de Nico fue en completo silencio. No era tenso, no era triste, no era nada. Era solo silencio.

Luna no podía ni siquiera pensar y Nico, de repente, la veía como algo frágil y fácil de romper. Pero también venían a su cabeza demasiados pensamientos negativos. Ella era joven, otra vez pensó que le estaba quitando algo, su juventud, que le había arruinado la vida.

Los dos entraron a la casa, nuevamente en silencio, y se fueron a la cama, sin decir nada. Nico estaba lejos de Luna, no quería ni tocarla. Ambos miraban hacia el techo en plena oscuridad. Si escuchabas muy atentamente, podías escuchar el murmullo de los pensamientos de los dos.

— Nico —susurró Luna, después de varios minutos sin hablar— Tengo que hacerme un test.

Nico asintió, pero Luna no lo vio, por lo que ella empezó a asustarse. No sabía cómo reaccionaría él ante esta situación, si estaría feliz, enojado, triste, decepcionado. Quería llorar.

— Nico —volvió a decir Luna— Tengo que hacerme un test de embarazo.

La palabra «embarazo» sacudió a Nico, sacándolo de su ensimismamiento.

— Luna... ¿Qué vamos a hacer si sale positivo?

— Va a salir negativo —dijo ella, no muy segura.

— Pero, ¿y si sale positivo? —insistió Nico.

Luna estaba muy asustada por la reacción de Nico, pero él tenía razón. ¿Y si salía positivo? ¿Qué iban a hacer? La idea de un bebé la asustaba, cargar dentro de su cuerpo una persona, todo el proceso de un parto, el dolor, se sintió muy insegura y asustada, pero Nico no estaba acompañándola y eso se sentía peor.

Se quedaron en silencio, aun sin tocarse, sin decir nada, pensando.

Nico quería tranquilizarla, pero no podía. Solo pensaba en que esto era su culpa, ¿por qué no se había cuidado? ¿Acaso Luna no se cuidaba también? ¿Qué había pasado?

— Nico, por favor, decime algo —pidió Luna, empezando a llorar.

Sin pensarlo, se acercó a ella y la abrazo. Pero este era frío, distante, no sabía por qué se estaba comportando así con ella.

Luna sentía un dolor que no podía explicar. Entendía que Nico no estuviera feliz, pero no podía entender por qué tenía que agarrarse con ella. Luna también pensaba en qué se había equivocado. Tomaba las pastillas religiosamente... ¿Quizás había sido la mezcla de clonazepam y alcohol? ¿La había olvidado alguna vez?

Ella empezó lentamente a ahogarse con su llanto, como solía hacer, y Nico comenzó a preocuparse. Ya no podía tomar clonazepam como antes, ahora todo había cambiado.

— Mi amor, intenta tranquilizarte —le pidió él, acariciándole el pelo.

— No puedo, tengo miedo.

— Yo también tengo miedo mi amor, pero estas cosas pueden pasar, tenemos que esperar el resultado del test y después vemos qué hacemos —Nico intentaba calmarla, pensar en un posible negativo.

— Nico —Luna no se calmaba— Yo lo siento en mí, yo lo siento... estoy embarazada. ¿Y qué voy a hacer? ¡Me aterra abortar! Pero un bebé Nico... es un bebé, no puedo, no puedo...

Luna lloraba y lloraba, entonces Nico no pudo seguir siendo fuerte. La abrazó y se dejó llevar por su tristeza, por su miedo y empezó a llorar en silencio.

— Por favor, ya está —pidió él, completamente destruido.

Ella notó que Nico lloraba, pero no podía controlarse ni tranquilizarlo. Se aferró a sus brazos, sin parar de sollozar, ahogándose cada tanto. Los dos lloraban y se tenían el uno al otro, intentando comprender el miedo que ahora sentían.

— ¿Qué vamos a hacer? —sollozó Nico, sin soltar a Luna.

— No sé, tengo miedo, mucho miedo, no sé si estoy lista...

— Pero tenemos que estarlo, yo... yo te amo Luna, voy a estar a tu lado, decidas lo que decidas —a Nico le temblaba la voz.

El aborto es legal en Argentina, por lo cual esto era una opción para Luna. Pero había algo en su interior que, además de decirle que estaba embarazada, no podía permitirse la idea de someterse a semejante tratamiento invasivo.

— Nico —murmuró Luna— Yo no quiero abortar.

Nico no pensó en nada, ni bueno ni malo, solo se quedó llorando. Alguien lo llamaría papá, alguien lo pondría de ejemplo y de un día para otro sería responsable de otra persona, sí o sí.

Pero miro a Luna y se la imagino con un pequeño bebé en brazos, sonriéndole, esperándolo luego de cada partido. Algo en su corazón le decía que esto no podía ser del todo una mala noticia.

— No entiendo qué pasó, vos te cuidas y yo soy un pelotudo.

— No, Nico, algo pasó, no sé, quizás con el clonazepam se me ha pasado o no sé, perdón, es mi culpa.

— No me costaba nada usar un preservativo de mierda —sollozó Nico, llevándose las manos a la cara.

Luna lo sostuvo como un bebé, literalmente, mientras él apoyaba su cabeza en el pecho de ella, escuchando su corazón.

— Si es positivo, me voy a hacer cargo —dijo Nico, un poco más calmado, aun en los brazos de ella— Yo quiero estar con vos, para siempre.

Ella le acarició el pelo, pensando en la posibilidad de que fuera así. Quizás no sería tan malo si no estaba sola, si lo tenía a él... quizás podría funcionar. Luna se había imaginado en algún momento una familia con Changuito, ¿por qué no podía hacerlo con Nico?

— Está bien, nos hacemos cargo de esto, juntos —dijo Luna, dándole una mano a Nico.

Nico se acomodó por detrás de Luna, rodeándola con las piernas y los brazos. Ella se apretujó contra su cuerpo, llorando solo un poco.

— Vamos a estar bien, mi amor, todo va a estar bien —le dijo Luna.

— Si yo estoy con vos, puedo contra todo.

Luna asintió, dejando escapar una leve sonrisa en medio de las lágrimas.

A los dos les costó mucho dormir, daban vueltas en la cama, buscando tenerse cerca, pero nada era suficiente. Cada tanto intercambiaban palabras y besos, pero después se mantenían en silencio, encerrados en sus propios pensamientos.

La mañana siguiente Luna amaneció con náuseas. Despertó a Nico al salir disparada de la cama para vomitar. Pero cuando llegó al baño, nada salía. Empezó a llorar de la rabia.

Nico apareció por la puerta, restregándose los ojos, atento a lo que ella pudiera necesitar.

Luna lo miró enojada y él se asustó un poco.

— Compremos ese test de mierda —le pidió Luna, llevándose una mano a la parte baja del vientre.

Se vistieron rápidamente y se dirigieron a la farmacia más cercana. Nico fue el encargado de pedir el test, ya que Luna se sentía muy mal como para bajar del auto.

Volvieron a la casa de él y Luna se encerró en el baño. Hizo lo que había que hacer para el test y salió, dejando el pequeño detector de bebés dentro.

— ¿Y ahora esperamos? —preguntó Nico, inquieto.

Luna asintió, estaba ansiosa. Era la primera vez que le pasaba algo así, era su primer test de embarazo, por lo que no estaba segura de cómo funcionaban las cosas.

Con Nico leyeron tres veces las indicaciones de uso y posibles respuestas.

No había falsos positivos, si era sí, era un sí.

Los minutos pasaron, algunos más de los necesarios, cuando Luna y Nico entraron juntos a ver el resultado. Ella había dejado el test boca abajo, no quería verlo.

— A la cuenta de tres —dijo él.

Tomó el test y contó. Uno... dos...

Positivo.

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