Capítulo 24: Lo que una vez fuimos

46 6 8
                                    

Pose mi brazo derecho sobre tus hombros, con mi mano izquierda tome las tuyas, besando tu cien, susurrando una canción de cuna que mamá me cantaba cuando era pequeño, guiándonos a tu habitación, en donde nos sentamos y volvimos a unir nuestros cuerpos en un abrazo, corazón con corazón, sincronizando nuestros latidos, los míos calmando los tuyos, respirando al compás, uniendo nuestras frentes mientras pequeñas lágrimas salían de nuestros ojos, jurando amor eterno, haciendo un pacto, uniendo nuestras almas en un “para siempre”

Los disparos dieron comienzo, solo se escuchaban los gritos y los cartuchos de las armas caer, el olor a plomo inundó nuestro hogar, estaba oscureciendo, la luna entraba por aquel enorme ventanal, alumbrando nuestros cuerpos, dejando nuestras almas expuestas a su merced, uniendo nuestros labios húmedos de aquella agua salada que brotaba.

Las ráfagas se hicieron menos a la lejanía, dando lugar a la cercanía de nuestra ubicación, dándonos a entender que logro entrar, solo era cuestión de tiempo encontrar la habitación.

Y así fue, la encontró, tirando la puerta de una patada, apuntando con su arma a nuestra existencia, mirándonos con odio y alegría de encontrarte, gritando que te alejes de mi, tu aferrándote a mi cuerpo, con tus dedos enredados a mi largo cabello, haciendo caso omiso a sus demandas te mire a los ojos, cuánto amo esas hermosas ventanas, dios, el ruido es silenciado, solo existimos nosotros; bese de nueva cuenta tu frente y me separé, alejándome de ti, sacando una navaja que se encontraba oculta en mis ropajes, haciendo frente a aquel lince hambriento.

Era difícil hacerle frente pero por ti lo hago cariño... Era fácil saber que yo no saldría victorioso en aquel enfrentamiento, así fue, logro desarmarme en cuestión de segundos, lanzando el arma blanca lejos de mi, cayendo cerca de tus piernitas, apuntando de nueva cuenta a mi dirección, balbuceando palabras me negué, primero muerto a que regreses a ese infierno, me lo concedió, disparo tras otro, logro herirme, me lastimó ante tus ojitos, volteé a como pude para ir a ti, deseando que me abrazaras una vez más, faltando centímetros mi cuerpo cayó, tengo frío, tómame en tu brazos cariño, acuna mi alma y tranquiliza mi corazón, por favor.

Mirando el techo de aquella habitación en donde nos amamos más de una vez, aquella habitación en donde me declaraste tu amor, aquella habitación fue testigo de lo nuestro, contiene recuerdos valiosos.

Mi cuerpo está cansado, perdoname, cariño, no pude protegerte de aquella bestia.

Pide sentir tu calor de nuevo sobre mi cuerpo, tus lágrimas caen sobre mi rostro, haciendo que abra de nuevo mis ojos, encontrándose con los tuyos, llevando mi mano a tu mejilla y sonreír con las fuerzas que quedan en mi cuerpo, soltando aquellas palabras que tanto te gusta escuchar Te amo, mi sol y soltando un suspiro, junto a el, mi vida.

Se había acabado, Yut estaba muerto, murió en los brazos de su amado, justo como quería, Eiji destrozado y derrotado, tomo el arma blanca de Yut, aquella que voló hasta sus piernas, quedando cerca de su alcance, apuntando su fila a la persona frente él, Ash Lynx, con lágrimas en los ojos, con labios temblorosos soltó aquellas palabras que jamás creyó decirle al rubio que una vez amo.

Te odio, Aslan Callerense— soltó con odio.

Apunto ahora el arma a él para así poder apuñalar su estómago y hacer una herida profunda, arrastrando el arma a un costado logrando así que su cuerpo comience a sangrar, el harakiri, un acto de honor.

Sonriendo de forma dulce y cálida al cuerpo de Yut acercándose mientras su estómago brota sangre, susurrando dulces palabras al cadáver junto a aquello que tanto amaba decir Te amo, mi luna, recostandose a su lado, posando su brazo sobre el pecho del chico y acomodando su cabeza en el hombro contrario, cerrando sus ojos por última vez.

Dejando a un rubio devastado, perdiendo a la persona que más amaba, por tercera vez, viendo lo que su odio y obsesión causo, enloqueció, mato a todo aquel que se acercara, haciendo una masacre en aquella pequeña casa, sangre por todas partes, en los pisos, en las paredes, inundando el lugar de aquel líquido carmesí.

Al desatar toda su irá, miro al suelo con la expresión en blanco, tomando su arma y posicionandola en su cien, con la mirada perdida, jalo el gatillo, no sin antes ver aquella escena de los amantes, tan tranquilos y sonrientes, tan pacíficos.

Se perdieron tres vidas en esa habitación, dos murieron siendo amadas, la otra... Murió por el dolor que le causó.

-Fin-


Bueno... Se terminó, acabo, me siento un poco vacío... A sabiendas que terminaría así, me dolió que su amor quedará ahí.

Tal vez tengan algo que decir, por favor comenten, quiero saber de qué o como manera les afectó, me hace feliz ver sus comentarios a esta historia, ¿Creen que Yut y Eiji debieron huir a otra parte del mundo? Yo sí, pero ellos decidieron quedarse en Quella casita, junto a sus recuerdos.

Los leo ♡

Porque te amo.Where stories live. Discover now