Capítulo 36

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((PEDRO))



L

a silueta de su cuerpo se veía a través de la fina cortina que rodeaba la cama, los destellos del sol mañanero hacían brillar su piel, y el sonido de su respiración era opacado por el chocar de las olas. La suave tela de la sabana cubría parte de su cuerpo dejando muy poco a la imaginación, y yo estaba perdiendo la cabeza solo con mirarla a unos metros de distancia.

En silencio caminé hasta ella para evitar despertarla, pero fallé en la misión al notar como esos bonitos ojos se abrían paso a la mañana parpadeando poco a poco.

—¿Por qué no estás en la cama?— preguntó somnolienta.

—Estoy aquí...

—Pero no en la cama, conmigo.— Sonrió con picardía y tiró de mi mano dejándome sobre ella y aprisionar mi cintura con sus piernas —Quiero que estés conmigo, encima de mí, debajo de mi, dentro de mi...— susurraba sobre mis labios con total conocimiento de lo que me hacía sentir.

Retrocedí un poco para admirarla una vez más, grabar en mi mente cada detalle de su rostro. El color de sus ojos, sus pestañas claras, la palidez de su piel... Era un compilado de una belleza sin igual. Tal y como la recordaba.

—Follame— suplicó.

—Sabes que ni si quiera tienes que pedirlo,— me sostuve con una mano sobre la cama, mientras que con la otra retiraba la sabana que cubría sus senos y tracé con mi dedo índice un camino desde su abdomen hasta una de sus tetas para agarrarla suavemente —pero las cosas se hacen cuando yo diga.— Jadeando asintió y me prendía aún más verla así, saber que su cuerpo reaccionaba al mío de tal manera. Seguí el camino de mi mano hasta su boca, introduciendo mi dedo medio y anular —¿Sabes lo que viene, no es así?— asintió de nuevo con mis dedos en su boca, que una vez húmedos, pasaron directamente a su clítoris. —Nena, aún no he hecho nada y ya estás empapada.— Seguí mi labor creando suaves círculos sobre éste y me deleitaba viendo el ligero movimiento de sus caderas pidiendo más.

—Pedro...— gemía mi nombre y aquello era música para mis oídos. —Pedro, por favor...— introduje los dos dedos en su cavidad logrando que el más obsceno de los sonidos ahogara la pequeña cabaña a causa de la forma en que la masturbaba.

Aceleré el movimiento de mi mano hasta reconocer el pequeño temblor en su cuerpo que avisaba su orgasmo y sin pregunta ni aviso, saqué mis dedos.

—¿Que haces?— chilló confundida y agitada —Estaba por correrme.

—Lo sé, pero quiero que te corras en mi verga.— Coloqué la punta de mi miembro en su coño húmedo y resbaladizo, —Eres tan hermosa.— y entré en un solo movimiento, uno rudo y profundo causando un gemido ahogado de su parte. —Tan jodidamente mía, Penélope.

Su interior estaba a una temperatura exorbitante, parecía estar en llamas y no me molestaba en lo absoluto. La penetraba con deseo, el mismo que tuve contenido por mucho tiempo y quería hacérselo saber. Mis labios agarraron los suyos con desesperación mientras la embestía con fuerza, sus piernas aflojaron el agarre en mi cintura y rápidamente tomé una de éstas para colocarla sobre mi hombro, posición que me daba un poco más de libertad de llegar un poco más allá.

—¿Te estoy lastimando?— pregunté entre besos y jadeos.

—Sigue así.— Y así lo hice. Besaba su cuello y sentía sus uñas en mi espalda, pero no me importaba. Solo quería saciarme de ella y hacerla sentir bien, como nunca nadie lo había hecho. —Pedro...Pedro.

—Dime, nena.— Respondí como pude.

—Pedro... Pedro...— Por más que esperaba que dijera algo más, solo repetía mi nombre. —Pedro, Pedro. ¡Pedro!

Entre Fogones (Pedro Pascal) - TERMINADAWhere stories live. Discover now