Capítulo 49

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((PENÉLOPE))

La espera me mataba porque estaba segura de que Pedro llegaría en cualquier momento a hacerme preguntas que yo no sabría cómo responder por la simple razón de que yo tenía las mismas dudas. Solo de una cosa estaba segura y era lo único que diría en cuanto el llegase.

Anocheció y cuando estaba por encender el quinto cigarrillo, la puerta sonó. Ansiosa y aliviada al mismo tiempo, corrí a abrir con la certeza de que Pedro había llegado, pero estaba equivocada.

—¡Penny!— no podía decir que extrañase su voz, pero su forma de llamarme era nauseabundamente inolvidable.

—¿Que diablos estás haciendo aquí?— intenté mantener la puerta entreabierta estancando el pie por detrás.

—Vine a decirte lo que tienes que hacer y lo que no— Jesse dió un empujón dejándose pasar. Caminó hasta llegar a la sala de estar, dió un vistazo al lugar y cuando notó que me había quedado parada en el recibidor, añadió: —Penny, cambia esa cara y ofreceme algo de beber.

—No perdamos el tiempo y dime de una buena vez que es lo que quieres.— crucé los brazos cuando me encontraba frente a él.

Jesse ni se molestó en mi falsa posición de mujer ruda porque la verdad era que estaba temblando. El rubio, sin cortar el contacto visual, tomó asiento en el largo sofá cruzando una pierna sobre la otra y extendiendo sus brazos en el respaldar de éste con esa arrogancia muy suya.

—Sientate, Penélope.— Dudé por varios segundos, pero mis piernas temblaban tanto que sentía que caería en cualquier momento, por lo que me acomode en el sillón frente a él.

Jesse parecía una estatua en su sitio. Sus ojos me analizaban de pies a cabeza en la distancia y debía admitir que me sentía amenazada.

—No pensé que volverías para correr tras él. Quiero decir, si imaginé que volverías a Madrid, pero vamos... ¿Por un hombre casado?.

—Se está divorciando.— contesté segura —No la quiere y cuando...

—¿Y a ti si?— interrumpió burlón —¿Te lo ha dicho?, ¿Te ha dicho que te quiere alguna vez?

—Eso no es de tu incumbencia.— logré hablar cuando recordaba que en efecto, nunca me lo había dicho. Solo lo dábamos por hecho porque hacíamos cosas por el otro, pero como disco rayado, las palabras de Nina volvieron a mi mente.

Odiaba que Jesse me conociera más de lo debido para lograr descifrar mis gestos. Divertido empezó a reír como si me leyera la mente.

—¡Joder, Penny!— más risas —Enamorada de un hombre que no siente lo mismo por ti.— suspiró negando con la cabeza —No has aprendido nada.

—Si has venido hasta aquí para pedirme que no le diga a Pedro la verdad sobre el niño, estás muy equivocado.— Ignoré sus palabras tratando de cambiar el tema y así las ganas de llorar podían desaparecer.

—No tienes más opción que hacerlo.

—¿Que quieres decir?

—¡Ay, Penélope!— se levantó del sofá y caminó la pequeño bar que Aidan había insistido en llenar cuando vivíamos ahí. Buscó entre las botellas y sacó un whisky que iba por la mitad. —Sigues siendo tan tonta.— se sirvió un poco en un pequeño vaso y lo tragó de un solo golpe —Lo único que harás es decirle al cocinero ese que conociste a Olivia en una fiesta de mi trabajo y ya. No mencionarás al niño y desaparecerás del mapa. ¿Quedó claro?

Claramente no. No estaba entendiendo absolutamente nada.

—Estás loco si crees que voy a obedecerte.— Caminé hasta la isla de la cocina para beber un poco de agua y en el segundo que terminé de tragar, un estallido reventó a pocos pasos de mí haciéndome saltar.

Entre Fogones (Pedro Pascal) - TERMINADAWhere stories live. Discover now