Capítulo 13

49 3 0
                                    

Regresar el instituto luego de haber estado ausente por un accidente casi fatal fue tal y como se lo imagino.

Hera no recordaba mucho después de haberse desmayado en el bar de Dionisio, pero Calliope le había llenado los espacios que le faltaban, por lo que, no fue novedad para ella cuando los lamebotas de los humanos querían saber como estaba mientras que las Eris -que apenas la vieron poner un pie dentro del lugar- querían joderle la vida.

—Pero miren quien está de regreso —se burló una de ellas, una humana de la que no recordaba su nombre, ni le interesaba saberlo, mientras Helena la observaba desde atrás aparentemente con un rostro frío, que no compró ni por un instante— Pensamos que ya te habías ido, tú y todos los que son igual que tú —y el desprecio con lo que dijo eso último le dio risa, porque cuando dio un paso hacia ella retrocedió con rapidez— No te me acerques.

—¿Por qué? ¿Me tienes miedo?

—Yo no le temo a… a-a nadie —le respondió, pero Hera podía sentir en el aire la mentira en sus palabras.

—Ay querida, ahí es donde está tu error —le dijo llegando hasta a estar a dos centímetros de ella— Yo no soy nadie —su mirada se desplazó alrededor de ella, pero Hera la tomó por el mentón obligándola a mirarla.

Focalizando su poder, hizo que el miedo que sentía se intensificará mientras la sostenía por su rostro y se acercaba a ella lo suficiente para sentirla temblar a un palmo de distancia.

—Yo soy Hera Falconi, hija de la pareja más adinerada de Nuevo Agrigento, dueña del instituto en el que estudias, el piso sobre el que caminas y el aire que respiras —le recordó, porque ella era eso como humana—, pero también soy Hera, reina del Olimpo, reina de los cielos, la diosa griega más importante, diosa del matrimonio, la más protectora y la más vengativa, la pesadilla de muchas mujeres y maldición de otras que se cruzaron en mi camino y en el de mi marido.

La humana oficialmente empezó a temblar cuando terminó de hablar, pero ella no había terminado.

—Así que no pienses ni por un segundo, que puedes dirigirte a mí como nadie —le advirtió— Tú vivías porque así lo quería; sin embargo, jugaste con tu suerte —agregó soltandola.

La chica dio un paso atrás antes de llevar la mano a su pecho y caer al suelo dejando de respirar.

Nadie a su alrededor se atrevió a hablar, todo era silencio absoluto y el miedo crepitaba en el aire.

—Helena —llamó a lacaya de Afrodita que caminó en su dirección y se colocó detrás de ella— Esto es muy sencillo —empezó diciendo mirando a las Eris, pero sabiendo que tenía la atención de todos los que la observaban en el patio del instituto— Para todos, esta es la primera y la última vez que lo digo, hemos vuelto —avisó— Los Olímpicos estamos de regreso —dejó que las palabras se guarden en la mente de cada uno de los que la escuchaba— Estamos de vuelta y Nuevo Agrigento es la nueva cuna de nuestro poder y de nuestra guerra, así que el que no esté conmigo está contra mí, y ya vieron lo que les pasa a los que están en mi contra —les recordó mirando con indiferencia el cuerpo a unos pasos de ella antes de darse media vuelta e irse del lugar hacia el salón dejan a Helena para limpiar su desastre.

Sabía que aquello no estaba en los planes de Calliope, ni siquiera entendía porque lo había hecho, pero tampoco podía decir que se arrepentía, sentía una contradicción constante dentro suyo que no lograba ubicar, pero que como se estaba volviendo costumbre puso en segundo plano cuando llegó a su salón donde encontró a Deméter mirando hacia el patio.

—Nos delataste.

—No es que fuera un secreto quienes éramos —le recordó poniendo los ojos en blanco aún cuando no podía verla.

Hera [Olímpicos mortales #6]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang