CAPÍTULO 36

962 60 3
                                    

—En mi adolescencia, conocí a un chico encantador. Él era 3 años mayor. Yo tenía 14.

—Al principio, salíamos a escondidas por miedo a mis papás, pero cuando él cumplió 18 años le dije que hablemos con ellos para que no nos tengamos que esconder más. Él se negó en un principio, pero después de insistirle terminó aceptando.

—A mis padres no les agradaba que esté con alguien mayor, por lo que siempre trataban evitar que lo vea, lo que provocaba que él se enoje y me deje de hablar por días, haciendo que me sienta culpable de ello.

—Si no lo iba a buscar rogándole, no me perdonaba. Yo creía que eso era el amor, ya que cuando nos arreglábamos él era el chico más bueno de todos. Pero ante un mínimo problema se volvía agresivo, primero verbalmente, creándome inseguridades de todo tipo.

—Una vez que estábamos peleados, salí a bailar porque una amiga me lo pidió y lo encontré en la misma fiesta besándose a otra chica. Salí corriendo del lugar, llorando desconsoladamente, y al otro día me escribió para decirme que era mi culpa, y que le tenía que pedir perdón. No lo hice, pero lo terminé perdonando.

—Cada día me deprimía más y me arreglaba menos, me veía mucho más mayor de la edad que tenía y a el ya no le gustaba.

—Me chantajeaba con contarle a mis papás nuestras intimidades si no hacía lo que él quería.

—Hasta que la gente que me rodeaba comenzó a notar lo mal que estaba me prohibieron volver a verlo, pero yo había generado una dependencia emocional. Podía aguantar todo solo por tenerlo conmigo.

—Normalicé sus agresiones verbales y las peores, las físicas, ya que él las justificaba diciendo que era su forma de demostrar amor.

—Hasta que una vez, después de una pelea, me citó para "hablar". Yo, totalmente ciega, me escapé de mi casa a la madrugada y al llegar, lo único que quería era que tengamos relaciones, a lo que me negué, entonces se empezó a enojar demasiado, a gritarme e insultarme de arriba a abajo. Yo ya no podía más, me arrepentía de haber ido, así que al intentar irme, me empujó tan fuerte que hizo que me cayera sobre la esquina de la cama.

—Después del golpe ya no recordé nada hasta que abrí los ojos y estaba en el hospital.

—Mis papás le habían hecho una denuncia.

—Denuncia que nunca llegó a ninguna parte porque jamás fui a testificar. No quería volver a verlo jamás.

—Después de esa última vez, no me lo volví a cruzar.

—Fueron meses y años para recuperarme y entender que nada había sido mi culpa. Él me había estado manipulando desde el primer momento.

—Pasé mucho tiempo sin salir de mi casa, no tenía ganas de nada, dejé incluso el liceo.

—Luego de comenzar terapia, por obligación, me recomendaron hacer un viaje y despejar mi mente de los traumas.

—Cuando salía a la calle, sentía que en cualquier comento él iba a aparecer. Pero no, ya nunca lo volví a ver por suerte.

—Así fue que después de estar un poco más estable, viajé a Argentina, pero necesitaba más que solo un viaje. Necesitaba rehacer mi vida y recuperar el tiempo perdido. Es por eso que cuando tenía 19 tenía actitudes de alguien de 14.

—Aunque mis padres no querían que me vaya a vivir sola, entendieron y después de una larga charla partí hacia el comienzo de mi nueva vida.

—Una vez al año venía solo un par de días a visitar a mi familia, con el terror de encontrármelo. Y fue hace 1 año que mi hermana me contó que él se había mudado de acá, provocándome una paz total.

—Te cuento todo esto porque es algo difícil para mí, que todavía a día de hoy sufro las secuelas.

—Te amo, y trato de confiar plenamente en vos, pero por si alguna vez no puedo, siempre recordá todo lo que te acabo de contar. Es por eso que después de él me costó muchísimo relacionarme o volver a confiar. Mucho más volver a amar.

Con lágrimas en los ojos, responde
—Luz, lamento muchísimo que hayas pasado por eso. No tengo palabras. Sos una persona muy fuerte y estoy orgulloso de vos. Ya te lo dije muchas veces, pero es que es en serio, me siento el hombre más afortunado estando contigo. Yo te amo y jamás te lastimaría, jamás vas a volver a pasar algo así, no lo voy a permitir. Gracias por contarme esto.

Al día siguiente de esa charla, liberada, por haberle contado mi historia, Enzo parte a España por unos días.

—Gracias por entenderme mi amor, confío en vos— le digo mientras nos sumergimos en besos y abrazos desesperados.

—Te amo, mi Luz. Nos vemos en unos días, voy a estar hablándote todo el tiempo amor— dice mientras se aleja.

Me contuve las lágrimas y no lloré frente a él, pero cuando llegué a la casa, rompí en un llanto desconsolado mientras me pregunto ¿por qué esta sensación de soledad vuelve a aparecer?

Pobre Luz, está traumada :(
Voten para más capítulossss 🙏🏻😽

𝐂𝐎𝐍𝐓𝐈𝐆𝐎 | 𝔼ℕℤ𝕆 𝕍𝕆𝔾ℝ𝕀ℕℂ𝕀ℂDonde viven las historias. Descúbrelo ahora