Capítulo 7

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        Me había dirigido al apartamento rodeando todo el campus para tener un poco de tiempo para pensar y caminar un poco. Cuando llegué a la puerta del edificio saqué las llaves de mi bolsillo y las introduje en la cerradura, pero la puerta no se abría. Empecé a forcejear una y otra vez sin obtener resultados y después de cinco minutos me rendí. Estaba tan molesta que tenía ganas de tirar la puerta abajo de una patada, pero eso iba a traerme muchos problemas, así que respiré hondo un par de veces para tranquilizarme y saqué mi celular del bolsillo para llamar a Kate, pero recordé que la habían ido a buscar sus padres para tener una cena familiar y no conocía a nadie más en el edificio aparte de...

No. No iba a llamarlo a él.

Pensé en Oliver, pero él estaba haciendo un trabajo en la biblioteca y no podía ir a buscarlo para que me abriera la puerta. Suspiré al darme cuenta de que no tenía otra opción y lo llamé.

Primer tono.

Segundo tono.

Tercer tono.

-¿Chloe?

-Jake, estoy en la entrada del edificio y no puedo abrir, no sé qué mierda le pasa a esta llave.

-Ya voy.

Colgó.

Dos minutos después el vestíbulo se iluminó y apareció Jake con una remera blanca manga corta y un pantalón gris. Se acercó, introdujo su llave y la puerta se abrió al instante.

-¿No aprendiste a abrir una puerta?- preguntó sonriendo con una ceja levantada.

-Sí, aprendí, pero esta maldita puerta no se abría.

-Sí que se abría, solo que no sabías como hacerlo. Está bien no saber hacerlo, Chloe, pero a tu edad me parece que ya es un retraso mental.

Soltó una gran carcajada y le puse mala cara.

-Sos un idiota- le solté arrepintiéndome de haberlo llamado.

-Al menos yo sí sé abrir una puerta.

Suspiré y negué con la cabeza.

-Bueno, ya te abrí, ahora dame mi recompensa.

-¿Tu recompensa?

-Sí, nada es gratis en esta vida- se encogió de hombros.

-¿Es en serio?- pregunté incrédula.

-Si quieres por mí no hay problema.

-No voy a pagarte por abrirme la puerta- me crucé de brazos mirándolo fijamente.

-Al menos me podrías dar las gracias- demandó frunciendo el ceño.

-Gracias- le dediqué la sonrisa más falsa de mi vida y me di la vuelta.

-¿Ya te vas?

-Sí. ¿O querés que me quede en el vestíbulo?

Se me acercó y me pasó por al lado.

-Si querés podes venir conmigo al apartamento, total Oliver no está y no tengo nada para hacer-se encogió de hombros.

Lo dudé un momento, pero pensándolo bien yo tampoco tenía muchas cosas interesantes para hacer y no tenía sueño. No podría ser tan malo ¿Verdad?, Excepto que quisiera estamparme contra la pared y amenazarme, pero en ese caso ya tomaría otras medidas.

-Acepto- accedí- Pero más le vale a tu puerta por el bien común que se abra a la primera.

-Por eso no te preocupes.

La decisión que nos rompióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora