Capítulo 12

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    Entramos en su habitación y me senté en su cama. No entendía que hacíamos ahí si Oliver nos había invitado a ver una película, pero no me quejé.

-¿Querías ver la película?- preguntó sentándose a mi lado.

-No- mentí.

-Bueno...- empezó y miró a su alrededor- ¿Qué quieres hacer?

-No sé, pensé que vos querías hacer algo.

-No tenía nada en mente, solo quería pasar el rato.

-Perfecto, vamos a pasar el rato.

Estuvimos hablando de todo un poco y haciéndonos bromas. Miré la hora en mi celular y vi que ya eran las nueve y media.

-Ya me tengo que ir- avisé incorporándome.

-Bueno, te acompaño.

Salimos de la habitación y vi a Oliver cenando.

- La próxima vemos la película- le aseguré con una sonrisa.

-Yo creo que eso va a ser muy pronto, ya me estoy empezando a acostumbrar a verte por acá.

-Y yo me estoy acostumbrando a venir.

Nos despedimos y Jake me acompañó a mi apartamento.

-Buenas noches, adicto al té.

-Buenas noches, mi lectora favorita.

Apenas cerré la puerta escuché un chillido proveniente de mi querida compañera. Me giré en redondo hacia ella, quien me miraba con una gran sonrisa.

-Buenas noches, mi lectora favorita- imitó su voz haciendo énfasis en el apodo.

-No empieces- le advertí.

-Sabía que iban a terminar juntos.

-No estamos juntos- le aclaré sentándome a su lado.

-Pero te gustaría.

-No, claro que no. Solo somos amigos.

-Eso son las parejas antes de dar el paso.

Puse los ojos en blanco y me levanté, tenía más cosas que hacer.

Me di una ducha y me fui a mi habitación a leerme el libro que Jake me había regalado. Estuve toda la noche leyendo y no me di cuenta que hora era hasta que sonó mi despertador. Tan solo me faltaban diez páginas así que seguí leyendo un rato más.

Una vez que terminé el libro me cambié y me fui a clase.

-¿Ya te empezaste el libro?- me preguntó Jake mientras esperábamos que entre el profesor.

-Ya lo terminé.

Al instante se giró completamente hacia mí.

-¡¿Ya te lo terminaste?!- exclamó, sorprendido.

-Sí...-dije algo avergonzada- Te dije que era mi saga favorita.

-¿Dormiste algo?- preguntó con una ceja enarcada. Aunque ya sabía la respuesta.

Negué con la cabeza.

-Mejor que no te duermas en clase- me advirtió.

-Lo voy a intentar, pero te aseguró que valió la pena.

En ese momento entró el profesor y la clase empezó. Se suponía que por el resto de la semana no habría clases, pero lograron arreglar los baños más rápido.

Las dos horas de matemática se me hicieron interminables. La cabeza no me daba para hacer cuentas.

-Como odio las matemáticas- me quejé hundiendo la cara entre mis manos.

La decisión que nos rompióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora