La excursión

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Después de cambiarme, revisé lo que Maira había metido en mi mochila, ya que según ella, debíamos estar preparadas. Linterna, gorras, lupa, mapa, pasamontañas, tijeras, guantes... fui nombrando uno a uno cada vez , con cara de susto.

Maira, ¿no crees que te has pasado, pasamontañas, tijeras? Parece que vamos a atracar un banco- le comenté entre risas.

Tía, tenemos que estar listas para cualquier cosa. El pasamontañas es solo para sentirnos como espías, las tijeras son para emergencias en caso de intento de asesinato- dijo riéndose por sus ocurrencias.

Y ¿ qué me dices de los guantes y la lupa?-le pregunté.

Fácil, tía. Es en caso de que encontremos alguna evidencia. Habrá que examinarla con la lupa para verla mejor y recogerla con guantes para no dejar nuestras huellas-respondió Maira con una sonrisa.

Bueno, vamos bajando que llegamos tarde- le dije, esta tia no tenía remedio seguir discutiendo con ella, total hacia lo que le daba la gana. Descendimos al salón y, como cada mañana, mi abuela ya había preparado el desayuno, y el aroma de la comida invadió mis fosas nasales.

Mmm, qué rico huele, Juliana. ¿Hiciste bizcocho de zanahoria?- comentó Maira refiriéndose a mi abuela. La abuela se encargó de mi cuidado desde la muerte de mis padres, asegurándose de que no me faltara nada desde pequeña.

Sí, hija mía. Les hice comida para llevar a la excursión- respondió mi abuela.

Vamos tarde, Maira. Tenemos que estar en el instituto a las 9.00 y son las 8.30- le dije para finalizar la charla, ya que no tenía ánimos para seguir conversando  y además, estaba nerviosa y emocionada por la locura que nos esperaba.

Llegamos a nuestro instituto cinco minutos antes. Mi instituto, el Instituto Arte Vivo, era el único en la zona, cuyo nombre resultaba un tanto cómico, ya que no tenía nada que ver con su apariencia. Sus edificaciones, desprovistas de cualquier gracia arquitectónica, parecían haber sido descuidadas deliberadamente. Paredes amarillas, pasillos laberínticos e iluminación tenue contribuían a su atmósfera lúgubre. Sin embargo, no podía quejarme de la biblioteca; era un edificio majestuoso, un refugio tranquilo con estanterías bien organizadas, mesas de estudio iluminadas por luz natural que entraba a través de las amplias ventanas, creando una atmósfera acogedora y un rincón con sillones cómodos para los amantes de la lectura.

El patio estaba lleno de jóvenes, algunos jugando al baloncesto, otros en el campo y otros esperando a que el profesor nos anunciara la excursión. Esta era dirigida por el profesor de biología, Maximiliano, quien consideraba que necesitábamos aprender más sobre la naturaleza, las plantas, árboles, setas y cosas por el estilo. Por eso íbamos al bosque del que nos asustaban cuando éramos pequeños. Aunque en este momento no me asusta en absoluto. Es como creer en los monstruos debajo de la cama o en fantasmas. Por lo tanto, no tengo razón para asustarme de tan absurda leyenda.





Buenassss buenasss,se vienen cositas en el siguiente capitulo .

Que comience la aventura yupiii!!!

EL MISTERIO DE BERLITEWhere stories live. Discover now