Capitulo 3

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"¡Haaaaa! ¡Joder, joder, joder!", me precipité en un descenso vertiginoso hacia el suelo, aterrizando de manera abrupta en una bolsa de basura que crujía bajo mi peso. Mi máscara, víctima del descenso, resbaló y terminó a un lado. Cuando volví a abrir los ojos, lo que vi a mi alrededor era un callejón vacío, con algunos gatos callejeros saliendo corriendo del bote de basura y desapareciendo en la esquina de la calle. Me incorporé, sacudiéndome la suciedad de mi ropa, y me di cuenta de que era de día cuando la última vez que revisé era de noche. ¿De verdad estaba sucediendo? ¿Estaba en otro mundo?

Sonriendo y buscando una dirección más animada, caminé lentamente por el callejón oscuro hacia la calle llena de sol. Al ver la calle bañada por el sol cada vez más cerca, mi corazón se excitaba cada vez más. No había sentido este tipo de luz que brinda una sensación cálida y acogedora a la gente durante un período de tiempo desconocido.

Y en mi rostro tenso, finalmente apareció una pequeña sonrisa genuina. Al escuchar los sonidos cada vez más claros de autos retozando. Finalmente, salí del callejón cerrado y sombrío hacia la calle animada y próspera.

Innumerables peatones caminaban por la calle, algunos adolescentes en patinetas avanzaban rápidamente entre la multitud y algunas mujeres vestidas con ropa de oficina corrían con café en la mano, apresurándose hacia su destino. Cada uno tenía sus propios objetivos y todo era muy natural.

No pude evitar sonreír mientras observaba esta concurrida calle. Caí de rodillas, templando lijeramente. Incluso quise gritar en voz alta para desahogar toda la ansiedad y el dolor que había experimentado.

"Ja... jaja... jajajajuasjuasjusdanfjighunjs", no pude evitarlo más y empecé a reír y llorar al mismo tiempo.

Mis emociones, una mezcla tumultuosa de alivio, asombro y liberación, se desbordaron en una risa que resonó en el bullicio de la calle. La gente me miraba de manera extraña, pero no me importaba. Estaba vivo, en un lugar diferente, lejos del apocalipsis y los horrores que dejó atrás.

Me levanté, limpiando las lágrimas de mis ojos, aún con una sonrisa en el rostro. El sol acariciaba mi piel, y la brisa de la ciudad me hacía sentir vivo de una manera que había olvidado. Observé el ajetreo a mi alrededor, la normalidad de la vida cotidiana que tanto había anhelado.

Entonces, sin pensarlo, comencé a correr y saltar por la calle. Mi risa resonaba mientras disfrutaba de la libertad y la ligereza de mis pasos. La gente me miró con sorpresa.

"¿Qué hace esa persona, mamá?"

"Aléjate, hijo, ese tipo está loco".

"Tal vez está drogado".

Mis risas y saltos continuaron mientras dejaba atrás la mirada curiosa de los transeúntes. La locura que manifestaba era simplemente la expresión pura de la liberación.

Cuando llegue a un parque, corrí hasta llegar a una fuente. Me detuve frente a ella, respirando profundamente y contemplando el agua que fluía. La risa se desvaneció, pero la alegría permanecía en mis ojos.

"Estoy aquí... realmente estoy aquí", susurré para mí mismo. La realidad de mi escape se hundió lentamente, y la gratitud inundó mi ser. Me senté en el borde de la fuente, absorto en el entorno tranquilo y en la nueva vida que se extendía ante mí.

Pero mi paz fue interrumpida cuando la voz de un oficial irrumpió en mi introspección, "Oye tú, ¿eres el loco que ha estado gritando por las calles? ¿Puedo ver tu identificación?"

Al levantar la vista, me encontré con la mirada seria de un oficial de policía que se acercaba con cautela. Mi corazón latió más rápido mientras buscaba una respuesta adecuada. Respire hondo y le respondí con calma, "No, no soy yo".

El oficial frunció el ceño, inspeccionándome con atención antes de pedir con más firmeza, "Identificación, ahora".

Rebusqué en mis bolsillos, recordando de repente que tiré esas cosas hace mucho tiempo. Mi expresión se volvió incómoda mientras intentaba buscar una salida de esto. Bueno, no queda de otra, tendré que usar mi arma secreta que me ha ayudado en muchas ocasiones.

"¡¿Mira, un negro?!", grité mientras señalaba detrás del oficial.

Como un policía de la ley en Estados Unidos, sus instintos lo llevaron a girar la cabeza de inmediato, buscando la fuente de lo que parecía ser un peligro para la sociedad. Aprovechando su distracción, di un paso atrás, listo para desaparecer en la multitud si era necesario.

"¡Alto ahí!", exclamó el oficial, dándose cuenta de mi intento de evasión. Sin embargo, aproveché la oportunidad y comencé a correr en la dirección opuesta. Miré hacia atrás y el oficial parecía seguirme el ritmo. ¿Por qué no me tocó el policía gordo come donas? Solo mi suerte.

A medida que corría, mi mente trabajaba a toda velocidad para idear un plan de escape. Pero luego, recordé que aún tenía puesta la capa del Dr. Strange. Giré bruscamente en una esquina, aprovechando el momento para activar la capa y desaparecer de su vista.

La capa de levitación respondió de inmediato, levantándome del suelo flotando sobre la multitud, fuera del alcance del oficial que miraba sorprendido la escena.

"¿Qué demonios...?", exclamó el oficial, mirando hacia arriba.

Sonreí desde las alturas y, como si estuviera bailando en el aire, me desplacé por encima de los edificios y las calles. La capa respondía a mis movimientos, permitiéndome cambiar de dirección con gracia y velocidad.

"¡Jajajajajajaja!" mi risa resonó en el aire mientras me deleitaba en la maravilla de la capa de levitación. El oficial, aún boquiabierto, se quedó atrás, incapaz de entender lo que acababa de suceder.

Volé por encima de los tejados, sintiendo la brisa fresca acariciar mi rostro. La ciudad se extendía ante mí, una mezcla de luces brillantes y sombras intrigantes. La capa respondía con elegancia a cada uno de mis movimientos, permitiéndome bailar por el cielo.

Desde mi posición elevada, observé el caos que había dejado atrás. La multitud en las calles murmuraba y señalaba, tratando de entender el misterio que acababan de presenciar. Me sentí invencible, libre como nunca antes.

Desaparecí en el cielo, dejando atrás la ciudad bulliciosa y adentrándome en el vasto lienzo azul. La luz del sol acariciaba mi rostro mientras ascendía, dejando atrás el mundo cotidiano.

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