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A Luna la derivaron a una psiquiatra experta en depresión postparto y a una psicóloga. Los primeros días Nico acompañaba a Luna a sus sesiones, esperándola afuera con el teléfono en mano, y en cada sesión Luna salía llorando.

Nico no sabía qué es lo que ella hablaba ahí dentro, pero evidentemente no podía ser bueno si siempre salía mal.

Empezaron a recuperar algo de normalidad, por las noches Luna buscaba el cuerpo de Nico casi que desesperadamente. Sobre todo cuando tenía pesadillas. También había empezado a despertarse con el llanto de Sol, por lo que Luna se levantaba en medio de la noche y se acercaba a su hija.

La miraba con atención, la acurrucaba entre sus brazos y le daba la mamadera, mirándola con miedo y amor. ¿Cómo podía lastimar a su hija así? La estaba dejando sola, sin su mamá. 

A veces Luna se ponía a llorar en silencio, sola, no quería que Nico la viera así.

No quería que nadie la viera así.

El día era más llevadero, con la constante compañía de Laura. De vez en cuando venían amigos de Nico o Luna a visitarlos, pero sabían de la condición de ella, por lo que decidieron dejarlos, dentro de todos, tranquilos. Era un tema que debían solucionar en familia.

A medida que iban pasando los meses, y Sol crecía, Luna se mostraba más alegre. La medicación la había hecho sentir un zombie las primeras semanas, pero tenía esperanzas. Quería recuperarse, quería ser una mamá para Sol, una novia para Nico, una amiga para Camila y una hija para su mamá.

— De a poco, Luna, tenes que ir a de a poco —le dijo la psicóloga— No tenes que sentir presión, no le debes nada a nadie.

— Pero mi hija me necesita...

— Sí, pero de a poco, vos estás con ella, es lo que importa, pero date tiempo, no te presiones.

La psicóloga de Luna también era experta en depresión postparto, por lo que la acompañaba y ayudaba en las sesiones terapéuticas hablando de los motivos que la habían llevado a estar así.

Primero había toda una cuestión hormonal, genética y distintos factores que se fueron evidenciando durante el embarazo. La incomodidad de Luna por su cuerpo, el miedo a engordar, el miedo a ser madre, el miedo a todo. Cuando tuvo a Sol de repente se sintió de nuevo una niña, que necesitaba que su mamá la salvara de todo el dolor y miedo que le provocaba esta nueva situación en su vida.

No era fácil, después de todo debía cuidar de una personita para siempre.

Pero las cosas lentamente iban mejorando.

Una tarde, Luna le dijo a Nico que quería empezar el gimnasio. Junto con él.

— ¿Estás segura? —preguntó él, un poco feliz de que ella tuviera la iniciativa.

— Sí, quiero recuperar mi cuerpo —contestó Luna.

Nico esperaba otra respuesta, como que ir al gimnasio era para estar mejor anímicamente, para mejorar su actividad física o lo que sea, pero era algo superficial. Sin embargo, aceptó con una sonrisa. Después de todo, por algo se empieza a estar bien.

Así que una tarde, luego del entrenamiento de él, dejaron a Sol con Laura y los dos se dirigieron al gimnasio que iba siempre Nico. Era algo externo que él hacía el club, solo porque le gustaba ejercitarse, pero desde que su hija había nacido que no asistía.

— Bienvenido papá —lo felicito el dueño del gimnasio al verlo.

— Gracias —agradeció Nico, chocando las manos con el dueño— Ella es Luna, mi novia.

𝒰𝓃𝒶 𝒷𝒶𝓁𝒶 | ɴɪᴄᴏ ꜰɪɢᴀʟ | 𝙲𝙰𝙱𝙹 | +18Where stories live. Discover now