025: White flower.

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— Supongo que no era el único que deseaba que esta escena llegara a su fin — mostró una botella de vino con una enorme sonrisa —. ¿Puedo unirme? —.

Do-gyeong lo examinó de arriba a abajo sin emitir palabra alguna.

— ¿Quién eres? — preguntó después de evaluarlo con la mirada.

— Oh, ah — comenzó para luego señalar a la pelinegra —. Soy alguien que no puede separarse de la señorita Seo-ri — sonrió —. Pero no malinterpretes, no me gusta ni soy su novio, y mucho menos su exnovio —.

— ¿Eres su guardaespaldas? — indagó mirándolo.

— No — retiró su audífono —. Ya terminé — mostró la botella de vino —. ¿Quieres? —.

Él asintió.
— Dicen que Dios los cría y ellos se juntan — miró a Seo-ri y luego a Gu-won —. Se complementan —.

— Imbécil — susurró la pelinegra enojada.

Jeong Gu-won tomó el brazo de Seo-ri, ella lo miró desconcertada ante la repentina acción, pero el pelinegro solo mantenía una mirada seria hacia Noh Do-gyeong.

Al abrir la puerta, esta se volvió hacia él, golpeando su rostro, el pelinegro se quejó al sentir el dolor.

— ¿Pero qué...? — preguntó mientras se alejaba —. Diablos —.

Seo-ri rió y miró al demonio.
— ¿Lo hiciste tú? — preguntó con una sonrisa —. Me alegra que lo hayas hecho, gracias —.

Do Do-hee, sintiéndose como el tercero en discordia, solo sonrió un poco y comenzó a retroceder para salir del lugar mientras ellos se miraban.

— Dios, lo que uno hace por la familia — susurró mientras se alejaba.

— ¿Quieres? — preguntó Jeong mostrando la botella de vino —. Es lo mejor que probarás en tu vida —.

— Claro — aceptó ella, mirándolo.

Caminaron un poco hasta el piso de madera del mismo invernadero. Ella se sentó a un lado del pelinegro y suspiró, mirando a la nada. En su mente, todavía recorría la última imagen que había visto de la señora Joo, y eso le dolía tanto.

— ¿Quieres hablar sobre eso? — susurró él, sabiendo que si no le decía aquello, ella no hablaría de nada —. Estoy aquí para escucharte —.

— Gracias — susurró, pero después negó —. La muerte es algo natural, me duele mucho que se haya ido, pero no quiero ponerme sentimental —.

— Aunque estás en todo tu derecho — informó Gu-won —. Una cosa que aprendí de los humanos es que su odio hacia la muerte es igual que su temor — suspiró —. Y entonces buscan un culpable, algo para evitar deprimirse por algo tan natural —.

MY PERSONAL DEMON | Jeong Gu-won Donde viven las historias. Descúbrelo ahora