1:- La Mano Derecha del Emperador

291 30 11
                                    

Por los pasillos del Palacio Imperial caminaba un joven alto, pelinegro de ojos color oliva.

Geto Suguru era su nombre.

Muy pocos nobles aristócratas lo conocían, el pelinegro apenas y se estaba abriendo paso entre toda esa bola de monos sin cerebro. Geto era muy inteligente y calculador y sabía cómo mover sus piezas para obtener lo que quería.

En este caso era poder, quería el poder para intimidar a uno de esos estúpidos aristócratas, quería poder dar miedo no solo por su atractiva apariencia intimidante, sino por que era alguien de mucho poder con el que había que tener sumo cuidado.

Y que otra manera de conseguir el poder que quería que siendo la mano derecha del próximo futuro emperador, Gojo Satoru.

Que más que mano derecha, parecía ser más un niñero para el albino.

Geto hizo una mueca de solo pensar en él dolor de cabeza que era cuidar a Gojo, sobre todo cuando el portador de los seis ojos se encaprichaba con ir al pueblo y llevarlos a él ya Shoko a arrastras.

Geto sabía que el actual Emperador no le pagaba lo suficiente para soportar a la explosión llamativa que era Satoru.

— ¡Aquí estás Suguru! Te estuve buscando – y alli volvía el dolor de cabeza.

— ¿Para que me buscabas Satoru? – detuvo su andar y se giro a ver al próximo emperador, quien se acercó a él colocando un brazo detrás de su cuello y empezando a caminar hacia la próxima sala del palacio.

— que tal si vamos al pueblo? – propuso con una sonrisa juguetona.

— ay no, otra vez no – se quejo apretando el puente de su nariz.

Geto no quería ir, y estaba más que seguro que Shoko tampoco, después de todo, Gojo solo iba al pueblo de la capital para coquetear con cada señorita que le pasaba al frente y apostar con él para ver quién se llevaba a la cama a la primera joven noble que se apareciera.

— oh Vamos, no seas amargado, te recuerdo que tenemos una apuesta? – río maliciosamente mientras abría la puerta de uno de los salones principales del Palacio.

— mmm ya me aburrí de esas tontas apuestas, Satoru. Creo que deberíamos buscar algo más en lo que invertir nuestro tiempo – el pelinegro suspiro sabiendo que Gojo no se detendría y seguiría insistiendo hasta que el cediera.

El albino gruño, decepcionado de que su amigo no quisiera ir con él en sus buenas aventuras de Don Juanes.

Estuvo apunto de abrir la boca para refutar, dispuesto a inventarse una escusa que por más mala que fuera, seguramente lograría convencer a Geto, porque sino, utilizaría su irritante y egocéntrica personalidad para molestarlo durante todo el día por no aceptar ir con él al pueblo.

Pero Geto sabiendo que diría una pendejadas para convencerlo, lo interrumpió.

— nada de lo que digas me va lograr convencer Satoru, así que ya rindete, y vuelve a tus labores de futuro emperador – y dicho esto sonrió, porque sabía que con esas palabras el albino no podría refutar y lo dejaría en paz por unas cuantas horas, hasta que su alocada mente buscará otro método para salir fuera del palacio.

Satoru soltó unas maldiciones por lo bajo, sabía que las apuesta de acostarse con señoritas nobles ya lo había aburrido, el albino no lo negaría, el también se había aburrido de seducir señoritas nobles que se hacían las dignas solo para a la hora de la hora, mostrarse como lo que eran.

Unas putas sin valor que solo buscaban el puesto de Emperadora.

Pero eso no pasaría, Gojo no permitiría que el anillo de compromiso imperial cayera en el dedo equivocado, solo alguien puro e inocente que se resistiera a sus encantos podría ser la Esposa Imperial.

Pero mientras... Se podría divertir con todas hasta que encontrará a la indicada. Sonrió con malicia, su mente maquinando una idea que sin duda alguna captaria toda la jodida atención del pelinegro.

— y que tal si hacemos otra apuesta, una más....Interesante – canturrio con un toque malicioso, Geto lo giro a ver, sintiendo que el pendejo de su amigo se traía algo entre manos.

Algo que sería interesante.

te escucho...









Y como de costumbre, Gojo había logrado arrastrar a Shoko y a Geto al pueblo, aunque este último si había ido de buena manera.

— ahg no sé cómo siempre logras arrastrarnos a este lugar – la castaña se quejo mientras caminaba entre Geto y Gojo, pareciendo estos sus guardaespaldas.

— no te quejes, que así no te invitemos, siempre nos sigues – se quejo Gojo pasando su brazo por el hombro de ella atrayendo la hacia él.

— te gusta ver nuestras apuestas, así que no te hagas – Geto sonrió al ver que Shoko seguía haciendo una mueca.

— callense idiotas

Murmuró ella, sin poder negar, que le era entretenido ver esas tontas apuestas para quitar su aburrimiento.

🚬


Tu eres Veneno [Suguru Geto y Tú] -Yandere-Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt