CAPÍTULO 8 - BIENVENIDA

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Jimin se colocó bien la mochila en los hombros y se dirigió hacia las escaleras que subían al primer piso. Cada escalón se hacía más alto, tanto que cuando llegó al último y vio el largo pasillo que le esperaba hasta encontrar su clase, hizo que jadeara. O eso creía él, pero su falta de aire no era más que producto de su nerviosismo. Las manos le sudaban y las piernas le temblaban.

Iba a ser un día difícil. Como pudo, anduvo hasta el final del pasillo, tal y como le había indicado su tío y se plantó delante de la puerta de la clase. No quería entrar y encontrarse con un montón de caras vueltas hacia él con curiosidad. No sabía si era peor enfrentarse a las burlas o a las miradas inquisitivas de los de su edad.

Cogió aire y extendió una mano hacia el pomo pero la retiró rápidamente. No se sentía preparado. Había conseguido que lo dejaran en paz y que nadie se fijara demasiado en él en sus anteriores clases. Pero en el instante en el que cruzara el umbral de esa puerta, estaría en el punto de mira durante no sabía cuánto tiempo y eso no le gustaba. Lo único que hizo que pegara tres veces en la madera fue pensar en el esfuerzo que había hecho su tío para que pudiera estar allí por un mero caprichoso suyo, por no haber sido lo suficientemente valiente como para enfrentarse al recuerdo de aquel ser.

-Adelante -dijo una voz ronca desde dentro.

Jimin abrió la puerta con lentitud, aguantando la respiración y entró con la cabeza gacha, intentando no reparar en todas las miradas que sabía que estaban puestas sobre él.

-Tú debes de ser Jimin -habló el profesor, observándolo por encima del cristal de sus gafas.

Era alto y fino como un fideo, tenía el pelo blanco aunque abundante. Vestía con un grueso chaleco de punto con rombos rojos y unos pantalones de vestir de color canela. Como había intuido, toda la clase lo miraba, haciéndole sentir incómodo.

-Hola -dijo haciendo acopio de todas sus fuerzas para que la voz le saliera de la garganta mientras se acercaba al profesor y se retorcía las manos, sin saber qué debía hacer a continuación.

Él asintió y señaló la única silla libre que estaba pegada a la pared, justo frente a la del profesor. Sin mirar a ningún lado, se sentó tan rápido como pudo. Escuchó murmullos a su alrededor, lo que hizo que sus mejillas enrojecieran levemente. Quería salir de allí y cuanto antes; pero el día no había hecho más que empezar.

-Bien, como ya habéis oído, él es Jimin y se incorporará ahora a nuestras clases -la voz del profesor retumbó en las paredes blancas de la clase-. Espero que lo ayudéis en todo lo que podáis ya que ahora tendrá que ponerse al día con las asignaturas. Portaos bien -terminó diciendo con tono de advertencia-. Yo soy el profesor Agustín y doy historia del arte. No sé si sabes algo sobre el tema.

-Sí, sí -contestó Jimin con un hilo de voz-. Algo sé.

Y no mentía. Aunque se había decidido por Medicina, siempre le había gustado dibujar y no se le daba mal, por ese motivo no había puesto demasiadas pegas al cambio de facultad. Sabía que le costaría coger el ritmo, pero su cabeza no estaba para pensar en eso, solo quería olvidar aquel día.

-Bien, eso me alegra -Agustín intentó dedicarle una sonrisa sin mucho éxito-. Bien, pues saca tu libreta y tus bolígrafos para coger apuntes.

Jimin asintió una sola vez y abrió la cremallera de su mochila. El ruido que hizo al sacar la libreta y los bolígrafos parecía enmudecer cualquier otro. Hizo un gran esfuerzo por concentrarse en colocar las cosas bien sobre su mesa. Con los nervios temía que se le cayera algo al suelo y no quería que pensaran que era un torpe. Soltó todo el aire que contenían sus pulmones cuando tuvo todo ordenado sin ningún contratiempo.

BTS - ALMAS PERDIDASWhere stories live. Discover now