Capítulo 26

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Habían pasado dos días después del secuestro, habían dejado a Conway tirado en ese lugar y a juzgar por la intranquilidad de la ciudad y las noticias, había logrado sobrevivir a la paliza que le habían dado, continuaba sin dormir, se sentía agotado por momentos, pero a escondidas de los demás consumía al menos dos veces al día algo de cocaína, lo mantenía despierto y activo, no había hablado con Horacio y este no dejaba de llamar, pero tenía miedo, si está mafia se daban cuenta de que tenía un amigo policía, seguramente no se lo perdonarían y quisieran hacerle daño, era mejor ocultarlo o visitarlo cuando todo se haya calmado.

Aquel día era especial, estaba repitiendo el mismo momento que hace años, pero de diferente manera, no podía creerlo, aquello no le hacía ilusión, le lastimaba en el fondo de su corazón, pero por supuesto que no iba a ponerse a llorar, había jurado dejar atrás a Gustabo para convertirse en lo que ahora era, pero no podía evitarlo, nunca se cansaría de repetirlo, ¿Cómo olvidas al amor de tu vida? No se podía, al menos no tan fácil y menos aún cuando le había entregado tanto y había vivido para él, y no importaba que ahora mismo portará un traje blanco, se miraba al espejo y detrás de él no aparecía Horacio y que el aroma de las flores frescas volvía a ser el aroma participe de ese día, tampoco importaba que ese día se casaría con otro, Gustabo siempre iba a entrañar a Jack.

Cerro los ojos y nublo su mente, intento apagar todo recuerdo de Conway y luego los volvió a abrir, sintiéndose al borde del llanto, sacudió su cabeza y se dio la vuelta para salir de allí y dirigirse hacia la planta baja, no se espero encontrarse con Yun, quien lo miro con los brazos cruzados y portando un traje negro.

-¿Tu me llevarás? Puedo ir por mi cuenta.

-Yo te llevo, antes debo decil algo; hace años te hicieron mielda y hace unos días, alguien más ocupó tu lugar. Quiero que sepas que estás haciendo lo mismo, acabas de quitalme mi lugar y aunque no iré a por ti, algún día lo pagarás.

Gustabo sonrió y Yun también, ambos sabían que podían joderse de todas las maneras posibles. -Tu piensas que hago esto porque me importa Armando, pero es que me importa una puta mierda, te lo digo en serio, pero si que es verdad que prefirió a alguien que apenas conoció y eso, no es asunto mío.

-Madle mía, eres un asco de persona. Si intentas algo contla mi o mis muchachos, te plometo que haré que Armando te asesine.-Yun soltó una suave risilla, se estaba divirtiendo con esa charla.

-Yo no creo en promesas. Pero si que te puedo asegurar que no haré nada contra vosotros, no tengo esas intenciones y en cuanto a Armando, debiste apresurarte antes de que un pringado como yo le pusiera el ojo, pero no te preocupes. . . Es todo tuyo.-Gustabo sonrió y le palmeó el hombro.

Yun soltó un suspiro y se dio la vuelta para subirse a un coche de color negro, Gustabo subió de copiloto y ambos se dirigieron al lugar de la ceremonia, ambos charlaron un poco, era verdad que Yun sentía algo de enfado por toda esa situación, podría acabar con Gustabo si quería, pero ambos tenían mucho en común; Jack Conway, la cabeza echa mierda y el gusto por joderse mutuamente. A Gustabo no le daba mucha importancia Kalahari y tampoco lo que sintiera por Armando, pero si que tenía que ser cuidadoso, porque sabía que era un peligro con un poco de plomo y un auto.

Ambos llegaron a la iglesia, no había gente fuera, todos estaban dentro, miro a Kalahari y el simplemente salió del auto para entrar y dejarlo solo, no tardó mucho en salir y detenerse en la entrada de la iglesia, camino lentamente, está vez si lo estaban esperando en el altar y llegó siendo recibido por la mano equivocada.

La ceremonia inicio y todo iba bien, la última parte del "acepto" también había sido rápida, le había costado decir que si al momento de la pregunta, de hecho nunca imaginó que lo diría algún día, de solo pensarlo se le retorcían las entrañas de disgusto. Todo finalizó y se retiraron festejando el nuevo matrimonio, Gustabo observó a su alrededor, su mente intento proyectar imágenes para hacer más llevadera la situación, sus cercanos y Horacio habían aparecido para felicitarlo y el solo sonrió mientras decía en susurros "gracias".

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