Ya regresé

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El día había marchado como de costumbre, tantas personas entraban y salían a la vez, muchas se volvían a quejar y otros simplemente llevaban sus materiales para no tenerlos arrumbados en casa.

Vaya que parecían en ocasiones acumuladores compulsivos, ya que se llegaban a encontrar archivos de dos, tres, cinco, diez años atrás.

Pero realmente ese no era problema de ellos ni algo que les incumba, ya que al fin y al cabo era una ganancia más.

Hannibal solo iba de un lado a otro, veía como era que trabajan los demás, a veces se cuestionaba si era prioridad tener abierto este lugar, si era mejor acabar con todo y regresar a estar sentado de nuevo por horas en un sofá escuchando una y otra vez los mismos problemas de sus pacientes; muchas veces necios y con la estúpida idea de dejar en manos de un Dios sus problemas, cuando era cuestión de ellos en realidad, la aspiración de querer mejorar.

En un parpadear de ojos se dió cuenta que de manera inconsciente había llegado a su oficina; iba a molestar a su secretaria para que le preparara su café como de costumbre, pero está vez se levantó, encendió la cafetera, esperando a que se llenará en cuanto el agua estaba caliente la sirvió en su taza preferida de esa semana, dos cucharadas de café y la mitad de una de azúcar.

Revolvió aquella mezcla ahora homogénea, dejaba la cuchara y olfateaba el aroma de aquel café instantáneo, relamio un poco sus labios para poderle dar un trago, pero antes de que pudiera beber aunque sea un poco, un sorbo, un grito se escuchó.

–¡¡Patrón!!

Hannibal dió un suspiro pesado, pero no iba a Salir ya que los encargados de las compras estaban en su puesto.

–Hola buenas tardes, ¿Y el patrón? Le dije que le iba a traer un poco de material, solo que se me hizo tarde.

–El está un poco ocupado, pero no se preocupe yo le pensaré.

Empezaron a bajar el material, PET, cartón y un poco de fierro. La báscula empezaba a marcar la cantidad de cada material, le dieron su recibo para pasar a cobrar a la caja, en cuanto lo tomó, comenzó a observar, hasta que empezó a checar y encontró un precio erróneo.

–Disculpe, a mi en la mañana me dijeron que el cartón estaba a $1, no en ¢80. Ustedes me quieren robar.

–Sentimos decirle que lo tenemos en ese precio, la verdad es que está a la baja, así que lo dudo mucho.

–Así que me quiere decir que soy un mentiroso, no señor. A mí me dijo eso el mero, mero en la mañana, no pueden hacer ese cambio de precio de unas horas a otras.

–Así lleva por días.

–Señor, le estoy diciendo que eso fue en la mañana, si quiere pregúntele.

La discusión era repetitiva, el vendedor empezaba a alzar la voz, causando que Hannibal se disgustara y una vez más botara su café, saliendo molesto de la oficina, cerraba la puerta y caminó hasta la báscula que estaba a escasos 3 - 4 metros de donde el estaba.

–A ver, ¿qué está pasando aquí? – Comentaba Hannibal con un estrés bastante notable en su semblante.

–Lo que pasa, es que me están tomando de mentiroso y me quieren robar, usted me dijo que estaba en la mañana a $1 el cartón, ¿Verdad que sí papasito? Dígales. –Aquel le veía y en cuanto mencionó lo último, dió una pequeña palmada en su espalda.

–Si, es verdad. Yo le dí ese precio, por ¢20 no nos vamos a estar peleando. Por favor corrige el ticket – Inhaló y exhaló suavemente – ¿Algo más en lo que pueda ayudarle?

–No, no, eso es todo.

–Me alegra que sea así. Permiso.

Se alejaba de allí, dió un par de pasos y dió media vuelta.

–Le pido un favor... Señor... Señor...

–Will...

–Señor Will, que este lugar no es para estar gritando ni tampoco para estar armando pleitos. Linda tarde – Dedicó una tenue sonrisa, para seguir con su camino.

Will, recibió el ticket de compra corregido, fue a caja y cobro el respectivo monto, en cuanto recibió miro el dinero, sonrió y su rostro reflejaba un poco de alivió.

–Está vez si te podré comprar un pastel...

Susurró para si mismo y salió con calma de ese lugar.

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⏰ Last updated: Feb 05 ⏰

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20 CentavosWhere stories live. Discover now