Mis ambiciones

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Harry estaba apenado, Draco lo hacía parecer como una mujer muggle indefensa siendo atacada por un vil mago oscuro, se encontraba en una total sumisión ante la persona la cual odiaba desde que su vida fuera del barrio muggle había comenzado, el moreno se encontraba apresado contra la puerta de esa habitación casi oscura, jadeante y ridículamente excitado.
Draco había perdido la poca cordura que aún le quedaba, solo se encargaba de besar y en algunas ocasiones, morder el cuello de Harry, mientras que sus manos estaban explorando la cintura descubierta de Harry, y, poco a poco iba desabotonando botón por botón la camisa de Harry.

- Detente, Malfoy. - Harry hablaba entre jadeos entrecortados, ignorando que, cada vez que la piel de Draco tocaba la suya, parecían salir chispas llenas de magia al rededor de ambos, haciendo el momento increíblemente mágico, ambos lo sentían tan bien, les encantaba el calor que los invadía cuando sus magias parecían juntarse en cada toque.
Draco ignoró la petición de Harry, pues ya estaba demasiado extasiado con las sensaciones nuevas que estaban explorando ambos, que, no le importaría hasta donde llegarían esa noche, sabía que ambos lo disfrutarían.

- Draco, detente, por favor... - Harry seguía rogando entre jadeos, el moreno temía lo que podría causar el que sus magias se unieran de esa manera, ¿aquello era malo?, ninguno sabía si lo que estaban haciendo era correcto pero les parecía tan difícil retroceder, alejarse, simplemente querían estar unidos, no sabían el por qué, solo deseaban aquello con todo su ser, ambos sabían que esa rivalidad que siempre había existido entre ellos de alguna manera parecía reforzar el cruce de sus magias, creando olas inmensas de placer en cada toque de ambos cuerpos.

Draco, tenía las manos frías, y, el cuerpo de Harry parecía hervir, las manos de Draco sobre el torso descubierto del moreno guiaban escalofríos por el cuerpo de Harry, haciéndolo perderse en el toque placentero que aquellas tan singulares corrientes eléctricas le causaban, cada vez, sus jadeos iban aumentando, tanto de tono como placer.
Draco simplemente seguía acariciando cada vez más el torso desnudo de Harry, pronto, empezaría a bajar, besando ahora su pecho, y por supuesto sus pezones, Harry no sabía cómo reaccionar a aquellos toques provocativos, su boca y pensamientos tampoco parecían saberlo, pues al instante su mente se tornó blanca, y sus crecientes gemidos parecían incrementar.
El rubio se deleitaba con cada dulce sonido que salía de la boca de Harry, sonaba aún más hermoso de lo que se había imaginado en sus sueños más íntimos, simplemente lo volvían loco, y lo hacían desear más, desear escuchar esos dulces y hermosos sonidos por el resto de su vida.

- Potter, nunca dije que podías llamarme por mi nombre, ¿o sí? - preguntó de manera arrogante y ronca el rubio, antes de morder su cuello y extasiarse de nuevo con el sonido que el moreno soltó en un grito ahogado

- Ya, detente... - Harry seguía con la inútil idea de lograr que Draco retrocediera, lo cuál, claramente no pasaría, pues Draco, subió a sus labios y lo besó con desespero, mientras desabrochaba cuidadosa y tortuosamente el cinturón del contrario, rozando por sobre las telas el miembro de Harry, haciéndolo gemir contra su boca.

- Cuando quieras, me detendré... - Draco tenía la voz ronca, Harry se estremeció, pues el más alto tenía su cabeza pegada a su hombro, el moreno podía escuchar la más mínima respiración proveniente de Draco, y en especial su voz ronca hacía que éste se estremeciera aún más, jadeando cada vez más, ambos estaban necesitados del calor, olor y sabor del cuerpo del contrario, simplemente se necesitaban entre sí.

- No harás caso, idiota... - burló Harry, ninguno estaba en posición de hacer aquellas bromas, pero nada les impedía hacerlo, Draco soltó una risa pequeña, casi inaudible y sin mucha duración, Harry simplemente sonrió.
Draco levantó su cabeza y miró a Harry a los ojos, ambos tenían un brillo en ellos, demostraba el amor y la lujuria que sus cuerpos estaban sintiendo en esos instantes, ambos se sonrieron, y, de nuevo volvieron a besarse, ahora con menos intensidad, era un beso lleno de amor, lujuria del momento y necesidad, el beso se fué volviendo intenso, haciendo que Draco acorralara aún más al moreno, obligando a éste a rodear la cadera de Draco con sus piernas, acercándose entre sí aún más, pues ahora podían sentir perfectamente ambos miembros rozarse entre sí por entre las telas, haciendo gemir a ambos.

- Merlín... - jadeó Draco, ambos ya tenían la voz ronca, las pupilas dilatadas, y por supuesto, los uniformes totalmente desordenados, parecían colegiales muggles que llevaban tiempo siendo pareja y se morían por tener sexo, lo cual les parecía absurdo, y más, por que ambos sabían perfectamente con quien estaban atorados en ese momento íntimo e irreal, solo se miraban y parecían salir más chispas que mandaban escalofríos por los cuerpos de ambos, haciendo que el placer en ellos aumentara drásticamente.

- Malfoy... detente, aún no pasa nada... - dijo el moreno jadeante, necesitaba saber que no llegarían hacer más que aquello, lo cuál solo eran besos y frotarse entre sí, claro, Harry lo aceptaba, quería más, pero no estaba seguro de si quería hacerlo con Draco, simplemente estaba en contra, pues Draco, desde siempre había sido su enemigo, por simples y obvias razones, Harry no creía conveniente el acostarse con su mayor enemigo, estaba claro que pronto Draco lo haría público, dejando el ridículo a Harry, solo por ser el elegido.

Draco, por otro lado, deseaba eso con el alma, no sabía desde cuándo había empezado a atraerle Harry, simplemente quería tenerlo para sí y, dejarle en claro a todos, que el elegido era suyo, sí, eso era demasiado egoísta y por supuesto posesivo, pero a Draco no le importaba, simplemente sabía lo que quería y, no se detendría hasta lograr lo que deseaba, lo que anhelaba, no detendría sus ambiciones por estupideces que dirían los demás.

Mis ambiciones se resumen en tíWhere stories live. Discover now