una apasionada venganza

UNA MIRADA DE AMOR, UN AMIGO Y UN PLAN

-Nos vamos ahora mismo-, dijo Jimin muy alterado, entrando en la habitación donde se encontraba Ronald. Este último, al ver lo alterado que estaba Jimin, se puso de pie.

- ¿Por qué? - Ronald contestó y miró a Jimin. -¿Qué te pasa, Jimin?-

-Nada, no quiero estar aquí... No me gusta este lugar.-

-Está bien, lo que tú digas, pero primero cálmate... Te ves enojado, ¿pasó algo?- Tan pronto como la frase abandonó la boca de Ronald, este vio a Jungkook ingresar a la habitación de al lado. Jungkook solamente se quedó en la puerta mirando fijamente a Jimin. Su cara se veía muy triste, como si hubiese renunciado a vivir.

-Vámonos, por favor, Ronald, vámonos-, dijo casi en un susurro Jimin, y sus hermosos ojos se posaron en los ojos esmeralda de Ronald.

-Ok, vámonos-, habló Ronald sorprendido.

El rubio y el pelirrosa abandonaron el local bajo la atenta mirada de Jungkook. Luego, la pareja subió al auto y arrancaron en dirección desconocida para ambos. Jimin solo quería salir de ahí. Ronald condujo por unos 20 minutos sin rumbo claro, solo perdiéndose entre las calles y tratando de disipar sus sentimientos. Jimin no estaba nada bien, pero el ojiverde tampoco lo estaba. Tenía miles de sentimientos encontrados después de apreciar la mirada de Jimin en el restaurante, esos ojos lo desarmaron totalmente, pero no de buena manera.

Pasó un rato más y Ronald frenó el auto de golpe. Jimin pareció volver a la realidad.

-Ronald... ¿Por qué frenas de esa manera? Es peligroso-, dijo Jimin.

-No lo es, estamos en medio de la nada-, dijo Ronald serio señalando lo obvio, el auto estaba estacionado en un descampado alejado de la ciudad de Seúl.

-No me había dado cuenta, creo que es mejor ir a casa, no me siento bien-, dijo Jimin.

-Yo tampoco me siento bien, pero hay algo que tengo que contarte, Jimin-, dijo Ronald. Jimin solo guardó silencio y Ronald tomó esto como un sí.

-Verás, antes de conocerte, yo me sentía como un simple cero a la izquierda en esta sociedad. Para que no me afectara tanto estar solo, construí un muro de hielo seco a mi alrededor, tan fuerte y seguro que no dejaba pasar a nadie. Pero tú, Jimin, con esa mirada tuya, con esa sonrisa, lo derretiste todo...-

-Gracias, Ronald... Yo...-

-Déjame terminar, Jimin-, Ronald posó su dedo en los labios de Jimin haciendo que este guardara silencio. -Tu mirada fue lo primero que me atrajo de ti, tan bonita, tan pura y cristalina, tan transparente que podía ver cada cosa que sentías y pensabas. Luego, amé tu forma de ser, tan libre y tan sincero. Tú, a diferencia de mí, decías lo que pensabas y sentías, y si alguien te molestaba, eras lo suficientemente valiente para no quedarte callado y atacar. Tu fuerza me sorprendió, golpeabas a los matones que me molestaban sin ningún esfuerzo, además de que nunca te rendías, si cometías un error, aprendías de él y dabas más la próxima vez.

Fuimos amigos y te acompañé en las aventuras más locas de mi vida. ¿Crees que después de todo lo que vi en ti no me enamoraría locamente de ti?-

-Ronald...-

-Sí, Jimin, te amé en ese entonces y te amo ahora. Aquel día, cuando me iba a declarar a ti, estaba tan nervioso que te juro que por primera vez quería llorar de alegría y también de miedo. Pero algo pasó. Jimin, me contaste que Jungkook se te había declarado y que lo rechazaste. Me sentí alegre en principio porque si lo rechazaste tenía una oportunidad, pero...- hizo una pausa -pero cuando te miré a los ojos, lo vi, lo vi todo. Esa mirada, esa mirada que hubiese deseado hubiese sido dedicada a mí, tu tenías esa mirada cuando me hablaste de que Jungkook era un mujeriego. No era desprecio o disgusto, era amor, Jimin, era amor genuino. Tú lo amabas y aunque estabas triste por cómo era Jungkook, tú querias estar a su lado. Ese día me rendí, supe que no podía competir con esa mirada, le dejé el camino libre a Jungkook y dejé que te conquistara porque sabía que mi perfecto Jimin-shi no se equivocaría en la elección de su compañero de vida.