Emocionado.

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Chuya apartó el rostro, molesto consigo mismo. Odiaba ser una persona sensible, pues eso siempre era un obstáculo en su vida, de una manera u otra. Pero, en este momento, en el que finalmente volvía a tener a la otra mitad de su alma frente a él después de perder la cuenta del tiempo separados... No quería llorar, y aun así las lágrimas escapaban inevitablemente de sus ojos.

Escuchó cómo Dazai se burlaba de él, con un tono ligero. Chuya no estaba molesto, a pesar de que le gritó que se callara y le dio un suave puñetazo en el pecho. Después de todo, era su extraña manera de bromear y hacerle saber que nada había cambiado después de dos años sin saber nada de él. Sus sentimientos seguían siendo los mismos, y la consciencia de esto emocionó incluso más a Chuya.

Por su parte, Dazai sentía que el corazón se le saldría del pecho en cualquier momento. Nunca había dejado de contar los días que había pasado sin poder ver a Chuya, pero así como fue doloroso, fue necesario. Sabía que su compañero no lo delataría aun si supiera dónde se había escondido todo ese tiempo, pero era mejor estar seguro. No podía confiar en los métodos de la mafia para obtener información, y tampoco quería perder a lo único que le quedaba. Haría lo necesario para proteger al preciado chico frente a él en esos momentos, y verlo de esa manera, tan vulnerable frente a sus ojos, sabiendo que no le mostraría ese lado a nadie más, hacía que valiera la pena.

Molestó un poco más a Chuya, diciéndole algo sobre cómo no le molestaría verlo llorando -ya que estaba cubriendo su cara para tratar de esconder sus emociones-, pues su rostro seguía siendo lindo aun con las lágrimas cayendo por sus mejillas. Chuya musitó algo de que era un idiota, el sonido siendo ahogado por las manos que cubrían su boca, y el castaño simplemente rio como respuesta. No podía negar ese hecho.

Pasaron unos momentos más en silencio, Dazai con sus manos escondidas en los bolsillos de su abrigo y Chuya apartando el rostro de Dazai, callando sus ya bajos sollozos, hasta que el más bajo pudo superar la sorpresa inicial y se calmó lo suficiente como para poder tener pensamientos coherentes una vez más. Bajó las manos, descubriendo su rostro, y observó con incredulidad al hombre frente a él.

Había crecido un poco, a diferencia suya. Las vendas que sabía no escondían ninguna herida desaparecieron de su rostro, pero las presentes en sus brazos y cuello le dieron un sentimiento de familiaridad. Además, ¿Qué pasaba con esa ropa? ¿En qué momento dejó de escoger el negro como su color básico para vestir? Aunque no lo negaría: se veía bien. O simplemente era su tonto corazón que seguía amando a Dazai y lo vería atractivo con cualquier cosa que se pusiera.

Después de analizarlo en silencio unos segundos, Chuya abrió los brazos. Dazai de inmediato se acercó a él y envolvió a Chuya en un abrazo, correspondido instantáneamente. Odiaba la diferencia entre sus estaturas, porque ahora era Chuya quien escondía el rostro en su pecho y no al revés, cuando a Dazai le encantaba escuchar los latidos del corazón de Chuya.

Sin embargo, por esa vez lo dejaría pasar. Envolvió a Chuya con fuerza, sabiendo que no lo lastimaría ni aunque así lo deseara. Aunque Chuya sí lo estaba apretando con una fuerza que era un poco incómoda, pero no dijo nada. Chuya tenía el derecho de disfrutar del reencuentro, y el momento de las bromas ya había terminado. Incluso un idiota como él era capaz de leer el ambiente.

Pasó una mano por el cabello pelirrojo, permitiéndose disfrutar de los pequeños detalles de Chuya, mientras depositaba un suave beso sobre su cabeza. Dazai supo que las cosas habían cambiado cuando Chuya siguió con su rostro escondido contra su pecho y simplemente apretó un poco su agarre como respuesta al beso. En otro momento de sus vidas, Chuya lo habría besado lentamente, para demostrarle cómo se daba un buen beso, en lugar de las tímidas y cortas caricias que los labios de Dazai siempre robaban. Pero así estaba bien. No todos los cambios eran malos.

—Chuya —Lo llamó con suavidad, y sintió las mariposas en su estómago cuando el pelirrojo alzó el rostro y pudo ver nuevamente esa preciosa mirada azul que tanto había extrañado, cristalina por las recientes lágrimas que había derramado. Probablemente era la primera vez que se declaraba en serio, así que la voz le salió con emoción cuando enunció—: Creo que estoy enamorado de ti.

—¿En serio? —Dijo Chuya, con una amplia sonrisa. Por su expresión, sabía que la respuesta del pelirrojo tampoco estaba llena del sarcasmo usual, lo que rompió un poco su corazón. ¿De verdad Chuya dudaba que lo amaba? Aunque no podía culparlo. Lo abandonó durante dos años. Pero ahora estaba una vez más a su lado, dispuesto a compensar todo el tiempo que habían perdido—. Qué sorpresa.

Answer. (Soukoku)Where stories live. Discover now