•CAPÍTULO 2•

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Alrededor de un par de semanas después, las tensiones en el grupo seguían tan vivas y crepitantes como las llamas de una hoguera

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Alrededor de un par de semanas después, las tensiones en el grupo seguían tan vivas y crepitantes como las llamas de una hoguera. Y básicamente se debía a mi no grata convivencia con Anton Relish.

Satisfactoriamente, Sasha había logrado ponerlo con Janet. Sin embargo, seguíamos compartiendo un estudio y teníamos los mismos horarios de descanso.

Mientras me servía mi regular taza de café por la mañana, pensaba en que desde luego no se lo estaba haciendo más fácil a nadie, ni siquiera a mí misma. Lo aceptaba, casi siempre era yo quién hacía que terminaramos discutiendo o mirándonos mal. No obstante, Anton tenía algo que...

Un choque me hizo retroceder varios pasos tambaleantes en mis tacones con plataforma y mi taza favorita voló fuera de mi mano, quebrandose en el suelo. Miré el desastre comenzando a sentir calientes las puntas de mis orejas. Calor que se trasladó a mis mejillas cuando vi la enorme mancha que ahora decoraba el centro de la franela blanca de Anton. Como siempre, la mirada apagada en sus bonitos ojos verdes protegidos por el cristal de sus gafas, hizo que mi ritmo cardíaco se saliera un poco de control.

Fuck.

Casualmente y en visto de que no había nadie más cerca de nosotros en la sala de descanso, comenzó a quitarse la camisa de chambray manga corta que siempre llevaba sobre sus franelas. Mi garganta se secó mientras la colgaba en el espaldar de una silla.

—¿Qué está haciendo?

Sin detenerse, se quitó las gafas también y las puso sobre el mesón, justo al lado de la cafetera. La acción invadió mi interior con burbujitas de excitación nerviosa. Verlo quitarse las gafas me recordaba a ciertas escenitas spacy de uno de mis libros preferidos. La comparación me incomodó.

—¿No es obvio, señorita Ignatieva? Me deshago del desastre que usted ocasionó.

Ahora sin ninguna barrera entre sus ojos y yo, la intensidad de estos se sentía mucho más abrumadora. Me aclaré la garganta.

—Desnudarse delante de mí me parece una falta de respeto.

Se pasó ambas manos por el cabello de forma despreocupada, aportándolo de su rostro cincelado. Las puntas le rozaron los hombros, contrastando fuertemente por el color negro, similar al de las plumas de los cuervos, contra la tela blanca. Y en conjunto con la barba frondosa y las cejas gruesas y pobladas del mismo color, a juego con el tatuaje alrededor de su cuello, ciertamente Anton Relish se veía como una tentación demasiado provocadora. La imagen de él así para nada entorpecida por la enorme mancha marrón que abarcaba gran parte de la zona central de su franela.

Contuve la respiración ligeramente cuando dio un paso, invadiendo mi espacio personal.

—¿Está segura de odiarme, señorita Ignatieva?

La pregunta fuera de contexto me persuadió ligeramente de mi extraña hipnosis.

—¿Dónde entra esa pregunta en la situación que nos acontece ahora? —Retrocedí, sonriendo burlonamente—. ¿De casualidad la mancha de café llegó a afectarle otra zona menos visible?

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⏰ Last updated: Feb 10 ⏰

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