Escritos

El Silencio del Alma

En el abismo de mis propias palabras, me sumerjo como un náufrago sin rumbo, cargando el lastre del dolor en silencio.

Las letras se enredan en mi garganta, como hilos de espinas que se enroscan, y forman un nudo apretado, intransigente.

Quiero decirlo, liberar la tormenta, pero las palabras se desvanecen, como humo que se escapa entre los dedos.

El dolor es un lobo hambriento, que devora mis entrañas, mis suspiros, y me deja sin voz, sin aliento.

¿Cómo expresar lo que no tiene forma? ¿Cómo nombrar lo que no tiene nombre? El corazón se convierte en un pozo sin fondo,

donde las lágrimas son las únicas palabras, y el silencio, un grito ahogado en la garganta. Así, me sumerjo en mi propio naufragio,

buscando una isla de consuelo, donde las palabras fluyan como ríos, y el nudo se desate, liberando mi alma.

En el eco de mis pensamientos, encuentro refugio, como un viajero solitario en un bosque de susurros. Las hojas caídas son las memorias olvidadas,

y los árboles, testigos mudos de mi desamparo. Las palabras se despliegan como alas de mariposa, y danzan en el aire, buscando un destino.

Pero el miedo se aferra a mis labios, como cadenas, y la vulnerabilidad se esconde detrás de mis ojos. ¿Cómo decir que el alma está hecha pedazos,

sin que se quiebre aún más en el intento? Las estrellas titilan en el lienzo nocturno, y yo, pequeña y frágil, busco un verso que cure.

Quizás en la tinta de mis lágrimas encuentre la respuesta, o en el eco de un suspiro que se pierde en la bruma. Pero por ahora, me sumerjo en el silencio,

como un buzo en las profundidades del abismo, y espero que las palabras, algún día, me rescaten.