III

5 0 0
                                    

Quiero estar drogada todo el tiempo. Solo quiero que este sentimiento desolador me abandone, a la vez que mi consciencia. Dejar de sentir toda esta mierda tan intensamente. Quiero, deseo , necesito, sumergirme en la oscuridad, en la calma, en el silencio más absoluto. Estoy cansada del estremecimiento constante que recorre mi cuerpo, de los estímulos constantes, de la multitud. Nunca habría querido tanto como ahora escapar, respirar, alejada de todo. Ser asocialmente incomprendida y excluida pero sin presiones. Estar tan fuera que no importe. Que mi independencia me libere de que cualquier relación que me limite. Pasar de buscar la sensación más potente, el pinchazo mas eléctrico a la quietud inabarcable. Todo es hilarante. Tumbarme en la hierba mojada, dejar que el humo recorra mi garganta, que mi mente se eleve, que mis pulmones rechacen la nicotina, a la vez que mi sinapsis rechaza mis ordenes. Las emociones son tan intangibles y tan inmensas que me dejo llevar. Mi espalda mojada tiembla, a la vez que el resto de mi organismo. Hace mucho que deje de diferenciar si es por el frío o por las sensaciones. Tanto ten. La falacia patética de creer que las gotas de lluvia que empiezan a resbalarse se equiparan a la decadencia que siento. De que el estruendo del trueno es el grito que necesitaba bramar. Que ilusa. Me levanto, aunque a mis piernas no les apetece sostenerme. No debo quedarme más aquí. A pesar de necesitarlo. En cualquier momento alguien reclamara mi presencia. O alguien descubrirá mi escondite, lo cual podría ser infinitamente peor. La hierba silva por el efecto del viento, como despidiéndose de mí.

(...)

Cuando vuelvo a mi casa mi padre me saluda. ¿Me considerarías extremadamente cruel si os admito que no recuerdo en que momento mis sentidos se han vuelto tan receptivos como para que hasta su mera respiración me moleste? La desazón aparece traidora. Me encierro en mi habitación colapsada. Los ruidos aletargados siguen alcanzándome. Que puto desasosiego joder. Rebusco en mi cajón desesperadamente hasta que el cable de mis cascos deja de resistirse. La música sepulta todo lo demás.

Mi tendencia a hundirme en productos artísticos es contraproducente. Porque me evado de mi mundo para conectar con sensaciones ajenas que son tan potentes como las propias. Como mucho llega la empatía como factor reconfortante, al ver la desesperación en obras que no son la mía. ¿Qué sádica , no? 

La empatía, que cosa mas curiosa. La fantasía de identificarte con alguien. Realmente es un concepto tan abstracto. Creer poder rozar lo que siente otra persona, casi como un gesto telepático. Y no solo eso, sino que lo que sienta esa persona sea equiparable a lo que tu sientas. Parece increíble e insólito. Sin embargo todo el mundo esgrime la empatía como una realidad indispensable. Supongo que por estas incongruencias necias soy una marginada amargada.


(...)


La meta para cualquier adolescente que no quiera ser considerado un fracaso actualmente es la universidad por desgracia. Eso ya lo conocía desde hace tiempo, pero no repare en la rapidez con la que me veo obligada a abandonar mi hogar de siempre. Seguir en un sistema de educación público que intenta con todas sus fuerzas aparentar ser decente.

Realmente, no soy muy consciente de que me voy hasta que me encuentro haciendo las maletas, doblando sudadera por sudadera y haciendo un Tetris en la maleta. Me pasa así con todo, el tiempo se dilata y se contrae sin hacer mucho caso a mis protestas

Este verano ha sido un vaivén de fiesta en fiesta con el propósito de ignorar las lágrimas que me recorren cuando me quedo sola en la oscuridad de mi habitación. Tanto, que me cuesta parar y reorganizar mi vida de nuevo. Pero no queda otra. 

Si lo pienso fríamente,  tampoco dejo tanto atrás. Nunca he tenido demasiados amigos, por no decir que han sido prácticamente inexistentes. Ya dije que soy una especie de marginada amargada que usa demasiado los adverbios acabados en mente. Pero anhelo las relaciones personales duraderas. Por mucho que me joda admitirlo, los humanos somos seres sociales y basamos nuestra existencia en los lazos que creamos con nuestro entorno. Pues dentro de este análisis yo no soy capaz de hacer muchos lazos, que se le va a hacer. 

Recuerdo muchos momentos de crueldad en mi niñez: cuando te dice la rubia popu de clase que te prohíbe jugar con su grupito sin motivo aparente, poco me quedaba por hacer. Supongo que aprendiendo sobre hegemonías de poder desde bien pequeña. En mi colegio el único sitio donde podía refugiarme era en la biblioteca. Donde el olor a libros viejos y el silencio me protegía. Vagaba entre estanterías altísimas y entre historias infinitas que me absorbían. Era el único sitio en el que me sentía a gusto, y con los años nada de eso ha cambiado. Mi fascinación por los libros sigue intacta. 

Con posterioridad he reflexionado mucho sobre que si hubiese encajado, igual nunca habría entrado en la biblioteca por primera vez. Nunca habría cogido un libro y nunca me habría quedado embelesada con su textura y sus ilustraciones. Era un libro infantil, con muchas imágenes y pocas letras, pero con una historia que contar.  Quizás nunca se habría acercado a mí una vieja bibliotecaria con una piel de pergamino que tenía la misma textura y olor que los libros que custodiaba y nunca me habría dicho bajito que si quería me lo podía llevar a casa. No me lleve uno, me lleve dos, y ahí  empezó todo.















You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Feb 26 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

IncomprendidaWhere stories live. Discover now