CACERÍA

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SATORU POV

- ¿En serio te mordió? - Suguru esta fuera del auto recargado en la puerta del conductor. El muy idiota se está riendo.

El lindo omega se fue huyendo, y yo me quedé ahí, preguntándome si debería seguirlo de nuevo. Pero ya lo hice una vez hoy, y eso fue ir mucho más allá de mis propios límites. Aunque debo decir que este juego del gato y el ratón es excitante.

Nunca persigo a la gente a menos que sea para ponerle una bala entre los ojos, pero con este lindo tigrecito, la sensación es diferente.

- ¿Estabas viendo? - pregunto y escucho como vuelve a reír. Le dije que se quedara en el auto, pero obviamente, no lo hizo. - Suguru - advierto con un breve gruñido.

- Por supuesto. Espera a que se entere Megumi. - Se carcajea mientras regreso al auto. - Por cierto, Gumi, aun quiere ver a Yūji. Así que déjalo ir.

- Megumi puede esperar. - le dijo. No es de extrañar que el idiota de mi hermano sea un mocoso caprichoso y mimado, sin embargo, con Suguru, lleva eso a otro nivel.

- No necesito que se meta en este asunto por ahora. - masajeo el puente de mi nariz para relajarme. - Lo va a arruinar. - suspiro.

- Lo dudo. Estás haciendo un magnífico trabajo por tu cuenta. - agrega Suguru. Quiero darle un puñetazo para que cierre la maldita boca.

Me conoce, así que antes de decir algo más, levanta ambas manos en señal de sumisión y niega rápidamente con su cabeza.

- ¿Cuánto tiempo planeas seguir viviendo aquí? Ya llevamos años aquí.

- No pienso regresar a las provincias. - le informo, y siento como me juzga.

Suguru y Megumi tienen carácteres muy similares, en algunos aspectos. Ambos son mayormente serenos y tranquilos, así que la vida en la gran ciudad luego de vivir por un largo tiempo en una provincia es abrumadora. No lo culpo. De vez en cuando extraño esa tranquilidad, pero entre lo que quiero y debo hacer, siempre cumpliré mi deber.

Mi futura esposa esta aquí en la ciudad, y aunque parezca estúpido pensarlo el lugar de cada uno es al lado del otro, y mientras nada sea oficial, estaré aquí hasta que el compromiso se concrete.

- Deberías. - agrega solo eso.

- Algún día. Tal vez. - regreso mi vista a la calle.

- Las familias... - empieza con su discurso sobre la importancia de la familia en los clanes. Y le corto el rollo.

- Tengo el poder. Lo sabes. Y si alguna de esas familias decide ir en mi contra, sabes cual es mi orden. - el tono divertido ya no está, el ambiente es tenso.

- Matarlos. - responde.

- Efectivamente.

- Estas alborotando el avispero, Satoru. - Suguru abre la puerta del auto y su sube. Por mi arte, doy la vuelta y subo del lado del copiloto. Y tomamos rumbo a nuestra residencia.

- Para eso estoy aquí. - respondo finalmente. - Algunos de ellos tienen esos importantes puestos por la influencia de sus apellidos y el poder de sus clanes. Unos ni siquiera valen la pena, así que pienso tomar esa influencia y poder por las buenas o por las malas. -

- Ya has recuperado casi todo el poder que tu clan tuvo. Es solo cuestión de tiempo

- Aún así, no es todo y no pienso conformarme con menos. - contemplo las calles solitarias y continuo. - Algunos imbéciles piensan que es inteligente desobedecerme. O intentan manipular las cosas a su favor. Debo darles crédito por eso. - hago movimientos circulares con mi cuello para liberar un poco de estrés.

VOTOS MORTALESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora