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Sofía

Numa estaba mal, estaba en huesos, la vida se le escapaba.

Comida ya no nos quedaba, solo un poco.

Cada día era difícil, el frío ya no era molesto, nos habiamos acostumbrado.

Roberto y Gustavo cuidaban de mí, junto con mi hermano y mis primos. Desde que les dije sobre mi herida me habían estado procurado de más.
Y lo agradecía.

Cada uno de los que quedaban tenía un lugar en mi corazón, se habían convertido en mi familia, la mayoría me había adoptado como su hermanita.

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Sofía

La noche llegó y como ya era costumbre, Roberto curaba a Numa.

Con trabajos Numa pudo enderezarse para que después lo acostaran sobre mi pecho, comenzé a acariciar su cabello.

Numa estiró su brazo y paso su dedo por la frente de Canessa y después tomó una de mis manos debilmente.

-Gracias - susurró

Roberto se le quedó mirando a Numa, pensando en algo.

Yo volteé mi mirada a Nando y con un movimiento de cabeza le afirmé lo que estabamos pensando, Roberto finalmente se animaría a ir con Nando montaña abajo.

Todos se fueron a dormir, yo ya no he podido y eso me ha desgastado demasiado, pero me la juego por los demás, se que yo les doy esperanza y no los quiero defraudar.

El agarre de Numa se intensifico por lo que me gire a verlo.

-Me voy tranquilo, gracias - una lágrima salió de mis ojos al escuchar sus palabras.

-Descansá, Numa, mañana ya estarás mejor, saludamé a todos porfavor.

La noche siguió su curso y después de unas horas sentí que el agarre de Numa se desvaneciá y un suspiró salió de su boca.

Finalmente Numa había encontrado la paz por la que tanto había esperado.

Numa desde un inició había velado por el equipo, cuidó de los enfermos y protegió esa parte que nos hacía humanos.

Se sacrificó por nosotros y nunca se rindió.

Su muerte no sería en vano, nuestro líder debía de partir para que otro surgiera.

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Sofía

La mañana llegó y la luz del sol me despertó, apenas había dormido unas cuantas horas.

Me quedé mirando al cuerpo de Numa que llacía en mis brazos

De poco a poco los demás se fueron levantando y así se le quedarón viendo hasta que cerré los ojos de Numa con delicadeza, para que finalmente pudiera descansar en paz.

Me llamo Numa.

Morí el 11 de diciembre de 1972.

Mientras dormía.

El silenció abundaba, nadie decía nada solo veían el cuerpo de Numa.

Gustavo, tomó un papel de las manos de Numa y lo abrió, leí lo que decía:

"No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos"

Mis ojos se llenarón de lágrimas y solo me permití sacar unas cuantas.

I will survive -- LSDLNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora