Canción de Durin

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El mundo era joven y las montañas verdes, y aún no se veían manchas en la luna, y los ríos y piedras no tenían nombre, cuando Durin despertó y echó a caminar.
Nombró las colinas y los valles sin nombre; bebió de fuentes ignoradas; se inclinó y se miró en el Lago Espejo, y sobre la sombra de la cabeza de Durin
apareció una corona de estrellas como joyas engarzadas en un hilo de plata.
El mundo era hermoso en los días de Durin, en los Días Antiguos antes de la caída de reyes poderosos en Nargothrond y Gondolin que desaparecieron más allá de los mares.
El mundo era hermoso y las montañas altas.
Fue rey en un trono tallado y en salas de piedra de muchos pilares, y runas poderosas en la puerta, de bóvedas de oro y de suelo de plata.
La luz del sol, la luna y las estrellas en centelleantes lámparas de vidrio que las nubes y la noche jamás  oscurecían para siempre brillaban.
Allí el martillo golpeaba el yunque, el cincel esculpía y el buril escribía, se forjaba la hoja de la espada, y se fijaban las empuñaduras; cavaba el cavador, el albañil edificaba.
Allí se acumulaban el berilo, la perla y el pálido ópalo y el metal en escamas, y la espada y la lanza brillantes, el escudo, la malla y el hacha.
Incansable era entonces la gente de Durin; bajo las montañas despertaba la música; los arpistas tocaban, cantaban los cantantes, y en la puerta las trompetas sonaban.
El mundo es gris ahora y vieja la montaña; el fuego de la forja es sólo unas cenizas; el arpa ya no suena, el martillo no cae; la sombra habita en las salas de Durin, y la oscuridad ha cubierto la tumba en Moria, en Khazad-dûm.
Pero todavía aparecen las estrellas ahogadas en la oscuridad y el silencio del Lago Espejo, y hasta que Durin despierte de nuevo en el agua profunda la corona descansa.

LA COMUNIDAD DEL ANILLO (Book)

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