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Uruguay.
( 𝟐𝟎𝟏𝟓,𝐀𝐠𝐨𝐬𝐭𝐨. )
Todo había ido regular, habían momentos buenos al igual que malos; A mi padre le diagnosticaron cancer. Pero me enoja que se lo tome con normalidad y no se preocupe por eso. Hemos intentado animarlo a hacer sus quimioterapias pero es en vano. No quiere. Y me pone mal saber que es frágil, no como pluma. Como una bomba, que puede explotar en cada segundo y que lo puedo perder.
Por otro lado, la próxima semana viajo a Uruguay. Mi papá tenía una casa allá, y por alguna extraña razón Enzo quería ir. Creí que sería por el deseo de ver a su familia, y me alegró que pudiese ganar algo él también. Pero luego me explicó que quería mostrarme sus lugares favoritos de su ciudad. Y acepté.
Las cosas con Enzo estaban siendo tensas, nuestra cercanía nos jugaba en contra. Y en situaciones cuando nos preguntaban como nos conocimos es bastante difícil de explicar. Y cuando lo decíamos, hacía lo imposible por ponerme nerviosa.
Y peleábamos bastante últimamente, por razones realmente extrañas. Era complicado, nunca antes peleaba con Enzo hasta hace unos días. Y está de mal humor.
Hoy me encontraba caminando por las calles sola. Era de noche. Tenía planeado una cena en un restaurante con un amigo. Bueno, un viejo amigo. Uno que había mencionado antes, de Italia. Mis pensamientos fueron interrumpidos al momento en el que choqué con una persona.
—Attento a dove cammini, idiota. —Exclamó una voz ajena. Al momento de girarse,su mirada me encontró con la mía.
Era el. Lo miré con el ceño fruncido. Estaba distinto y casi irreconocible. Miré la foto que tenía de él en mis manos. Y luego lo miré a él. —¿Vos sos...Elio? —Lo miré de arriba a abajo.
Asintió. — Yo...no hablar español. —Dijo apenas. Con un acento extraño. Suspiré.
Me apunté con la mano hacia mi rostro. — Gigi. —El abrió los ojos. Y luego me abrazó con fuerza. Reí y acaricié su espalda. — ¿Todo bien?
Sentí como asintió con la cabeza. Estaba cambiado; Su pelo café ahora estaba transformado en uno rubio. Y le quedaba bien, pero se veía extremadamente diferente. Tenía varias cicatrices en sus brazos y líneas que parecían rasguños.
—Estoy embarazado por llamarte así.
Lo miré raro. Hasta que recordé que él no sabía hablar español. — No, no. Es "Avergonzado". —Expliqué. — Creo que tú,aprender español. —Trate de ser lo más fácil de entender posible,cosa que funcionó.
