Capítulo 02.

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Jungkook siempre ha odiado la música de elevador.

Le pone de nervios lo genérica, aburrida y tenue que es. Si el propósito de esta es poner un ambiente tranquilo y relajante, joder, ¿por qué no simplemente ponen un maldito ASMR de pájaros cantando, agua corriendo o lluvia cayendo? Preferiría hasta puto silencio en lugar de tener que escuchar la misma melodía que solían tener los teléfonos de antes para el tono de llamada.

El ascensor va lleno y eso es otra cosa que odia.

Las multitudes. Estar encerrado de forma obligatoria con idiotas que no conoce pero que seguramente terminarán trabajando para él. Sólo que ellos aún no lo saben.

Él, Jeon Jungkook, el alfa dueño y líder del buffet de mejor renombre de todo Seúl.

Y va tarde al trabajo, por cierto.

Jungkook detesta llegar tarde, la puntualidad es una virtud que no todos poseen, y es algo que todos, absolutamente todos sus empleados deben tener si es que quieren trabajar para él.

El alfa es conocido por ser un hombre estricto y disciplinado, en todo el gremio de la abogacía saben que Jungkook es alguien de carácter fuerte, capaz de liderar y pasar por encima de todos sin necesidad de usar palancas sociales ridículas o sobornos. Se propone lo que se le da la gana y lo consigue. Jamás se anda a medias tintas.

La hora en su Rolex de oro le marcan las nueve y media, maldice para sus adentros, él debía estar en la sala de juntas a las nueve en punto. Tenía que ser justo en una de las reuniones más importantes. Mierda.

¿Con qué cara puede exigirles a sus empleados que sean extremadamente puntuales si su líder es el que primero rompe esa regla?

Claro que avisó a Namjoon de su para nada elegante retraso, pero eso no quita peso a la falta de principios profesionales que está cometiendo, y que ha cometido ya en tres ocasiones.

Tres.

Y todas tienen como principal culpable a la misma persona: Jeon Bonhwa, su hijo de tres años y medio.

Las puertas del ascensor se abren, indicando que han llegado al último piso del edifico situado en Myeongdong Street, de hermosa y elegante arquitectura moderna. Su padre sí que tenía buen gusto para casi todo, supo plasmar su visión y trabajo duro para ello, por años, fundando así Jeon Union; la prestigiosa firma de abogados especializados en derecho mercantil, corporativo y empresarial.

Jungkook atraviesa la recepción a pasos largos, saludando con un asentimiento de cabeza a todo aquel que se lo encuentra y quienes, por cierto, actúan un tanto temerosos con él estando alrededor. No los culpa. Saben lo serio, estricto y a veces hasta neurótico que suele ser en el ambiente laboral. Las pláticas del radio pasillo vaya que corren rápido.

Gira a la derecha para dar con el corredor que lo lleva a la sala de juntas y se da de bruces contra Jiyoon, su encajosa pero cumplida asistente.

—Lo siento, señor Jeon —se disculpa con demasiada efusividad—. No lo vi venir, y buenos días.

La omega acompaña ese saludo con una tenue liberación de sus feromonas olor a chicle, ugh, Jungkook odia el chicle.

Si no fuese porque Jiyoon es eficiente y responsable con su trabajo, Jungkook ya la habría despedido, no solo porque le disgusta su aroma de omega sino por los notables y arduos intentos de ella por llamar su atención.

La había contratado basándose en sus logros académicos y excelentes recomendaciones, eso, aunado a su buena presentación la habían colocado como la mejor opción de todos los candidatos. Claro, eso era antes de que la omega se enterara que Jungkook era un alfa soltero, con un cachorro, sí, pero soltero al final del día.

kiwi  ᡴꪫ  kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora