CAPÍTULO: 7

0 0 0
                                    

— ¿Lo conoces? — Tras un silencio prolongado, finalmente se decide a hablar. Se halla de pie frente a mí, observándome con una mirada inquisitiva que parece analizar cada detalle de mi rostro.

— Sí, le conozco — confieso con cautela, percibiendo la tensión en el ambiente mientras sostengo su mirada intensa.

Jackson frunce los labios y me observa con un enojo aún mayor, su expresión refleja una combinación de desconcierto y frustración.

— ¿De dónde? — pregunta con insistencia, ansioso.

Desvío la mirada y paso mis manos por mi cara, sintiendo el peso de la verdad que estoy a punto de desvelar. Mis dedos se deslizan luego por mi larga melena castaña, un gesto nervioso que evidencia mi conflicto interno antes de responder.

— ¿Recuerdas cuando te mencioné que hace unos años tuve un hijo y tuve que darlo en adopción? — planteo con delicadeza, aguardando su reacción mientras veo cómo sus ojos se agrandan en sorpresa ante mis palabras.

— No puede ser él, afirmaste que fue una adopción cerrada — replica incrédulo.

— Sí, así fue — afirmo, consciente del impacto de mis palabras. — Pero hace unos años, antes de que nos casáramos, sentí la necesidad de buscarlo. Acudí a la agencia de adopción y... lo hallé.

***

Era una noche de verano y la música resonaba en la casa de la prima de Jackson. Mi mejor amiga, siempre entrometida, decidió que era el momento perfecto para presentarnos. Desde ese instante, Jackson y yo nos volvimos inseparables. Pero había un problema: Jackson tenía novia, una chica de su colegio que, por alguna razón, siempre parecía celosa de mí. No quería ser la causa de su ruptura, pero no pude evitar sentirme incómoda cada vez que estábamos los tres juntos.

Cuando Jackson y su novia terminaron, él estaba destrozado. Como su mejor amiga, era mi deber estar a su lado, apoyarlo en su dolor. Sin darme cuenta, nuestra amistad se fue transformando en algo más. Nos volvimos más cercanos, nos apoyamos en nuestros días más oscuros y, finalmente, nos enamoramos.

El día de nuestra graduación, Jackson me sorprendió con una propuesta de matrimonio. Ambos teníamos un futuro prometedor, habíamos estudiado en una prestigiosa universidad y no teníamos problemas económicos. Pero antes de dar el gran paso, decidí que era el momento de revelarle mi secreto.

Comenzamos a planear nuestra boda, soñando con formar una familia. Pero había algo que me atormentaba, un secreto que había guardado durante años. Había tenido un hijo, un niño que había abandonado en el pasado. No me sentía preparada para ser madre de nuevo, no sin antes enfrentar mi pasado.

Una semana antes de la boda, inventé una excusa para visitar la agencia de adopción. Quería saber qué había sido de mi hijo. Pero la agencia se negó a darme información, me dijeron que había sido adoptado hace mucho tiempo. Esa noticia me destrozó, me encerré en mi auto y lloré como nunca antes.

Decidí contratar a un detective privado para encontrar a la familia adoptiva de mi hijo. El detective me proporcionó toda la información que necesitaba: el nombre de mi hijo, su apellido, la escuela a la que asistía y su dirección. Con esa información en mano, me dirigí a la escuela.

Llegué temprano y esperé en mi auto hasta que los niños comenzaron a salir de la escuela. Entre la multitud, vi a un niño que me llamó la atención. Era un niño de unos once años, alto, de piel morena, cabello castaño y corto, y unos ojos marrones. Llevaba una mochila azul a sus espaldas. Su nombre era Zarius Johnson, y era el niño más hermoso que había visto.

Vi a Zarius despedirse de sus amigos y acercarse a una mujer vestida de negro. Subieron a un auto blanco y se marcharon. Los seguí hasta una hermosa casa de dos pisos. Mi hijo parecía feliz, y eso era lo más importante. En ese momento, encontré la paz que tanto necesitaba.

Una semana después, Jackson y yo nos casamos. Compramos una casa en otra ciudad y la remodelamos a nuestro gusto. Más adelante, quedé embarazada de nuestra preciosa hija.

***


— ¿Por qué no me lo dijiste antes? — pregunta finalmente, su voz apenas un susurro incrédulo.

Me enfrento a su mirada, leyendo la tormenta de emociones que se reflejan en sus ojos.

— Porque tenía miedo, Jackson. Miedo de perderlo todo, de enfrentarme a la posibilidad de perder nuestra relación antes de que incluso comenzara. Pero ahora, ya no puedo ocultarlo más. Necesitaba que lo supieras, porque él es parte de mí, parte de nuestra historia, y no puedo seguir escondiéndolo.

La Decisión Más Difícil Where stories live. Discover now