Cartas Ocultas De Mi Verdadero Yo

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I

En las librerías más cercanas se encuentran promotores anunciando mediante retrovisores y reflectores que ha llegado un nuevo libro, cuyo nombre hace referencia a las epístolas más amorosas que Se escribieron Manuelita Sáenz y Simón Bolívar... Son algunas creencias íntimas que se mezclan con la realidad de manera cursi e irreflexiva. El Objetivo para la editorial era embolsarse millones de ganancias, mientras que las expectativas del autor era cumplir un sueño arraigado en la oscuridad.

En la portada se veía el nombre de Fernando Alonso, y el título encabezado de la primicia era Cartas Ocultas de Mi Verdadero Yo. La obra de arte había sido confeccionada por un médico retirado prematuramente, la portada de la novela fue realizada por un reconocido artista licenciado en diseño gráfico. El membrete era llamativo, misterioso y pulcramente barrido. Los libros agotaron la materia prima y las primeras ediciones fueron un rotundo éxito.

El póster principal era un ojo visualizando a través de una puerta, quién sabe qué era lo que estaba mirando, seguramente en calidad de chismoso retrataba en sus retinas la próxima noticia que colmaría el escándalo público. No tenía colores, exceptuando las letras que oscilaban entre blanco y negro y tenían pinceladas azules. Esta creación le valió una nominación al diseñador y al autor como el best seller más popular del año en los Premios Tony 2024.

¡Qué linda es esta Obra De Arte! Seguramente en los próximos días sería acusada de muchas demandas por plagio y despotismo incierto

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¡Qué linda es esta Obra De Arte! Seguramente en los próximos días sería acusada de muchas demandas por plagio y despotismo incierto.

II

Evelia Martínez.

Siempre añoro la temporada pasada en la cual viví mis últimas vacaciones: estábamos terminando el año 1998 y las playas estaban superpuestas de gente; era como diversos pliegues mutantes que formaban una turba algo indiscutible, entre olas y olas de extraños y uno que otro robo de maletas en el aeropuerto, las cosas no parecían ir mal.

La demencia de la gente estaba contrastada con la violencia en que peleaban por tener el mejor puesto en el autobús. Seguramente si no hubiera viajado con mis padres, me había dejado quitar el puesto que había pagado con anticipación. La mayoría de mis amigos decían que parecía un grano de polvo, por la llana razón de que era de faz extremadamente blanca; no lo entendía, porque mis padres eran morenos y nunca había tenido la oportunidad de conocer a mis hermanos mayores; vivían en la capital y rara vez venían a visitarnos.

"¡Eres adoptada!" Decían varios, "¡Eres Invisible!" Decían otros, Pero mis amigos y profesores del instituto me decían "¡Eres Especial!"; así que me quedé aceptando con orgullo la última frase que me prodigaban con amor cada vez que me invadía la persistente depresión.

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