EPÍLOGO

237 35 1
                                    

EPÍLOGO

Mi esposa había desaparecido, dejándome solo con tres niños que cuidar.
Selene era la más tranquila en estos momentos mientras mi cabeza tenía que estar al pendiente de los mellizos.

Ahora entendía porque mi esposa decidió escapar. Cuidar de los mellizos era como cuidar a dos cachorros, con tan sólo dos años de edad ellos querían experimentar lo que sucedía a su alrededor, y su pasatiempo favorito era destruir cosas.

—¿A donde iremos papá? —Selene me miró, los ojos de su madre. Ver a Selene era como ver a Serena, eran una copia exacta además de sus actitudes, ambas se mantenían siempre serenas.

—Necesito ir a la empresa pero... —maldije en silencio—. Tus abuelos están de viaje, tú tío Seiya cuida de su esposa y su recién nacido y... Tu madre desapareció. No tengo más opción que llevarlos a la empresa.

—Yo puedo quedarme en casa, puedo cuidar de mis hermanos.

Ambos miramos a Endymion y Mamoru peleando por un trozo de sandia.
No podía dejar que mi hija de cinco años cuidara a unos niños de dos.

—No, no puedes cuidar de ellos

—Yo soy mayor

—Lo se corazón, pero no te dejaré que cuides de ellos. Mejor los cuido en la empresa.

Aún que eso también sería un problema.
Suspiré llamando telepáticamente a Serena para que apareciera.
Sé perfectamente que ella cuida de los niños todo el día y que desea un descanso, necesito ser el padre y esposo perfecto. Yo puedo cuidar de mis hijos.

El resto del día fue un completo reto pero debo decir con orgullo que manejé a mis hijos con liderazgo. Entendí que a los mellizos les gusta escuchar las propuestas, durante las reuniones, ambos niños tomaban asiento y escuchaban a pesar que muy probablemente no entendían nada, mientras que Selene aportaba algunas cosas. Al final estábamos los cuatro en mi oficina comiendo hamburguesas y pizza, todos sentados en el piso, y con un agradable silencio.
Después de todo, pasar tiempo con mis hijos no era tan desagradable. Me gustó la convivencia que manteníamos además de la paz a la hora de comer, ninguno de los niños preguntó por Serena. Eso era una buena señal ¿no?

—No corran...

A pesar de mis palabras ninguno de los niños me escuchó cuando entramos a casa.
Me detuve en seco al oler galletas de mantequilla. Mis pies casi corrieron a la cocina para encontrar a la mujer de mi vida.

—¿Cómo les fue?

Su sonrisa me dejó en claro que esto ella lo había pleneado.

—Gracias —murmuré con ella en mis brazos—. Fue divertido, aún que al principio fue un desastre.

—Me alegra que se hayan divertido. Los niños siempre preguntaban por ti, pero comprendí que tu trabajo está en un estado crítico.

—¿Que más da mi trabajo? Sabes que mi familia siempre es primero

—Pero...

—Si mi trabajo se va a la mierda no me importaría realmente. Solo quiero estar en casa con mi familia —la miré—. Hoy comprendí que pasar el tiempo con mis hijos es mucho más divertido que escuchar propuestas aburridas. Mamoru nos dibujo en un documento, pero Endymion lo estropeó. —ambos sonreímos conociendo a nuestros hijos—, después se formó la tercera guerra mundial pero Selene llegó a salvar el mundo.

—Ella es inteligente

—Claro que lo es, cautivó a tres ejecutivos con sus ligeras propuestas. Y al final pasamos dos horas sentados en el piso comiendo y hablando sobre una nueva caricatura que estaban viendo. Realmente prefiero pasar el tiempo con mis hijos, creo que repetiré la rutina.

Serena sonrió de oreja a oreja, parecía feliz además de tener sus ojos brillantes a pesar que aún tenía ligeras ojeras.

—¿Que hiciste hoy?

Mi pregunta la hizo suspirar dándose la media vuelta.

—Solo... Salí a pasear y regresé a casa a descansar

—Perdoname si te he descuidado —suspiré abrazandola—. Empezaré a cuidar de los niños seguido, mientras tu descansas yo los llevaré al trabajo.

Asintió pero aún así no parecía convencida, es más parecía que estuviera asustada.

—¿Que ocurre amor?

—Darien... —se dio la media vuelta para estar cara a cara—. ¿Realmente no te molestó cuidar de los niños el día de hoy?

—Para nada, disfruté de pasar tiempo con ellos.

—Entonces... ¿Estarías dispuesto de cuidar de ellos cuatro?

—Por supuesto, cuidaré de ellos, de Selene y los mellizos pero... ¿Por qué cuatro? Solo tenemos tres hijos.

Forzó la sonrisa.

—Cuatro...

—Tenemos tres hijos

Negó.

—Ahora serán cuatro

Esas palabras me golpearon.

—¿Estás embarazada? —pregunté sorprendido—. ¿Lo estás?

Asintió.

—Al parecer tengo tres meses. No me había llegado el periodo, creí que se debía al estrés y esas cosas pero necesitaba un tiempo para confirmarlo —me miró—. Lamento abandonarte este día.

—No, no, no, no te disculpes es que... Joder.. Vamos a ser papás de nuevo.

Y la emoción me consumió.
La abracé con fuerza hasta caer en cuenta que tenía tres meses de embarazo así que aflojé un poco mi abrazo.

—Al parecer se está haciendo realidad tu concepto de tener siete hijos.

—Ahora quiero ocho

Me miró con cara de horror.

—Este será el último, después de que nazca ponte condon.

Solté la carcajada.

—Amor, sabes que lo usamos pero eres tu quien me ataca y suelo olvidarlo cuando estamos en el acto.

—Siempre lleva un condon, y otro de repuesto —suspiró—. Lo digo de verdad Darien. Amo a nuestros hijos, pero creo que ya no podré soportar. Tendremos a este bebé y será el último.

Asentí comprendiendo todo.
Ser padres es una maravilla pero también era cansado, así que la comprendí.

Cuando nuestra cuarta hija nació opté por operarme y así ya no tener hijos.
Ver a Serena sufrir en cada parto me hizo dar cuenta que ella sufre demasiado, ya era hora de que yo hiciera algo.
Podré seguir teniendo sexo con mi esposa pero al menos estaré seguro que no la dejaré embarazada.

Quizás Es El Destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora